Giiuseppa Lo Vasto fue una leyenda en el mundo del crimen: elegante, letal, y temida hasta por los más poderosos. Sabe de moda, de seducción y de poder. Gobernó su cartel con inteligencia y mano de hierro… pero, al final, todo ese imperio se sintió vacío. Cansada de tanta sangre y traición, decide poner fin a su vida con una sola bala, preguntándose en sus últimos segundos qué habría sido de ella si hubiera elegido otro camino.
Despierta en un nuevo cuerpo. El de Aurora Rossetti una millonaria joven de 21 años, insegura, manipulada por su supuesta mejor amiga, y destruida emocionalmente por una traición que la llevó al suicidio. Ahora Giiuseppa tiene una nueva vida, una nueva cara, y una nueva misión: reconstruir a Aurora desde las cenizas, cobrar venganza en nombre de la joven que no pudo defenderse... y vivir, por fin, con dignidad.
Pero su pasado oscuro, su astucia afilada y su instinto de supervivencia no desaparecen. Esta vez, renacerá para hacer las cosas bien.
NovelToon tiene autorización de Marines bacadare para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.
Imperia.
Las puertas de cristal del ascensor se abren con un leve ding. Aurora Rossetti da un paso firme adelante; el taconeo seco y rítmico de sus Louboutin se eleva por encima del murmullo de las personas a su alrededor. El piso cuarenta y cinco de Rossetti & Co., el corazón palpitante de una de las editoriales de moda y agencias de marketing más influyentes de Europa.
Techos altos, pisos de mármol blanco relucientes, lámparas colgantes en forma de flores doradas y enormes pantallas que proyectan campañas internacionales con modelos vestidos por casas que se pelean por una portada en la revista insignia: IMPERIA
Luces cálidas, acero pulido, aroma a café importado y varias fotos de las ediciones especiales de la revista están en un cuadro de honor en la entrada.
Aurora va con la frente en alto y la espalda erguida del brazo de su padre, Marco Rossetti, un hombre con cabello un poco canoso, pero un porte que desprende poder. Camina como quien pisa territorio propio, aunque para los demás ella apenas está cruzando la entrada. Él viste un traje gris grafito, perfectamente entallado, con la corbata azul oscuro y un pañuelo en su bolsillo doblado con precisión.
—Recuerda que estoy contigo apoyándote, hija. —Muéstrale seguridad para que impongas respeto. —Marco apenas gira la cabeza hacia ella, su voz grave y templada. Eres Aurora Rossetti, profesional y la futura reina de este imperio. Escucha, observa, analiza y aprende; este es nuestro legado, bambina.
Aurora asiente sin dejar de mirar al frente. Sus labios, pintados en un tono borgoña discreto, no tiemblan; no es la niña de antes. No la fastidiosa fan de colores neón. Va vestida de blanco, con una blusa de encaje de manga larga y un escote de corazón que le da ese toque sensual. Un saco hecho a medida con mangas tres cuartos, que dejan ver la manga de encaje de la blusa, y un pantalón entallado de tiro alto con bota recta. Sus tacones plateados, al igual que su cartera, y un collar de perlas que le da sofisticación. Su cabello va suelto en suaves ondas y un par de aretes que completan su look.
Su maquillaje es suave; destacan más sus hermosos labios. Es una combinación perfecta entre la elegancia y la belleza.
Cuando entran en la sala de juntas, trece personas giran la cabeza y las conversaciones se apagan como si alguien hubiera bajado un interruptor. Massimo Greco, sentado en la cabecera, alza la vista por rutina, su rostro lleno de apatía como quien no tiene tiempo para perderlo. Pero al fijarse en ella, queda en pausa.
Enfrente de él no está la chica de colores chillones, risas nerviosas y ojos suplicantes que solía seguirlo por los pasillos como un satélite fuera de órbita. No. La mujer que acaba de entrar es una sombra elegante y afilada. Su presencia está rodeada de un aura diferente.
Marco la presenta sin ceremonia:
—Mi hija Aurora se incorporará como observadora en el área de estrategia de marca. Espero que no tengan reparos en tenerla cerca.
Massimo se levanta por educación, pero sus palabras quedan atrapadas detrás de la mandíbula apretada.
—Un gusto verte, Aurora.
Ella lo mira como si saludara a un socio más, ni hostil ni amable, pero en realidad lo detalla.
Es alto como de un metro noventa, ojos grises y cabello negro, tiene una leve barba y bigote que lo hacen ver poderoso y su perfume costoso llena sus sentidos. El traje negro de diseñador abraza sus músculos; es un espécimen muy atractivo, pero ella sigue con su mirada serena, no dejará que se le vean sus grietas.
Massimo Greco.
Gira su rostro hacia su padre con el ceño fruncido y le pregunta:
—¿Él es? Su padre asiente y le presenta al caballero.
—Él es Massimo Greco, uno de los socios y el CEO de Imperia. Aquello molesta al hombre, que se creía para hacer que no lo conoce.
—Lo siento, mi hija tuvo un accidente y parte de sus recuerdos se perdieron; espero que la traten como si fuera yo y le den el apoyo que necesiten. Todos asienten porque él sigue siendo el presidente y socio mayoritario. El rostro de Massimo aún está fijo en ella, no puede dejar de mirarla; hermosa no es una palabra que le haga justicia y su actitud indiferente le molesta.
Uno de los socios, un hombre canoso con gafas delgadas, asiente.
—Por supuesto, Marco. Bienvenida, señorita. Miguel Frenzi, a su servicio.
—Un gusto —dice Aurora, con voz clara. Ni dulce ni hostil. Su acento es suave, perfectamente medido, cuidando no soltar una de sus frases de época.
—¿Un accidente? —pregunta Massimo dirigiéndose a ella.
—Cosas personales, señor Greco, y como escuchó, no lo conozco, así que disculpe. Se gira y camina tras su padre.
—¿Podemos ver los avances de la línea barroca? —le pide Marco a Bianca, una de las creativas encargadas de todo, cabello rojo y un traje de tres piezas beige.
Aurora se separa de su padre con naturalidad, acercándose a una mesa donde estaban esparcidos los diseños de la colección otoño-invierno. El terciopelo borgoña, los encajes dorados, las estructuras exageradas, todo grita "inspiración histórica" y su mente estalla.
Ella baja la mirada sobre un boceto de corset con escote en V.
—No va a sostenerse —dice, en voz media, más para sí que para los demás.
Una diseñadora joven, de coleta alta y uñas pintadas de verde, se gira.
—¿Perdón?
Aurora señala el dibujo.
—El terciopelo, aquí. Con esta inclinación y sin estructura interna, se va a abrir con el movimiento. La tela no tiene caída, es peso muerto. El escote se va a deformar con el primer paso en la pasarela.
Bianca se acerca, cruzando los brazos.
—¿Qué propondrías
Aurora alza la vista, sin vacilar.
—Ballenas internas más largas, un forro más firme. O cambiar el terciopelo por un satén grueso si quieren mantener la suavidad sin perder forma. O incluso un zibellino. Italiano, siglo XVIII. Lo usaban en la corte para este tipo de escotes cuando no podían llevar corsé.
Un silencio fino como cristal llena el aire. Massimo se ha acercado sin que ella lo note.
—¿Zibellino? —pregunta, con una ceja apenas arqueada.
Ella gira despacio hacia él, como quien responde por educación.
—Piel de marta, tratada y teñida. En este caso, como tela de base. Usada especialmente entre 1740 y 1760 para equilibrar cortes inestables sin perder lujo. —Una pausa. Pero imagino que aquí no se estudian detalles tan antiguos.
—¿Dónde aprendiste eso?
—Universidad —responde ella sin alterar el tono. O de los libros correctos. A veces están en bibliotecas vacías.
Bianca ríe entre dientes. El socio de gafas se rasca la mandíbula, interesado.
—Aurora —interviene Marco, acercándose—, ¿te gustaría asistir a la junta con los creativos mañana? Bianca podría mostrarte los borradores.
—Claro —dice ella. Si no interrumpo.
Massimo estaba quieto. Callado. Mirándola como si intentara juntar piezas que ya no encajan con lo que recupera. La risa ruidosa, los vestidos fosforescentes, el perfume fuerte. Todo se ha borrado. Ahora ella era… otra.
Ella lo mira por un momento. Le sostiene la mirada y luego agrega:
—¿Pasa algo, señor Greco?
—No. Nada —responde, seco, pero de verdad lo ha desconcertado.
—Entonces, permiso. Me gustaría ver los bocetos de la campaña francesa.
Y camina. Su paso es tranquilo, pero cada pisada parece más segura que la anterior. No necesita que nadie la valide; ella sola se impone.
Massimo la sigue con la mirada. En su garganta, algo le quema como una verdad no dicha. Pero ella no voltea, lo ignora con elegancia y eso le arde.
Hablando de otro tema, pienso que Aurora no debería contarle a los papás quien es ella en realidad, para que causarles ese dolor? tal vez a Luca, ya que él no conoció a la verdadera Aurora y no sufriría esa perdida. 🧐🤔🇨🇴
hay que hacerlos sufrir a todos