Adaptándome A Mi Nueva Vida

Capítulo 6

Habían pasado ya varios días desde que desperté, y aunque mi cuerpo aún se sentía un poco torpe y adolorido, comencé a adaptarme a la vida que ahora me tocaba vivir. Me atendían, me consentían, y todo parecía girar en torno a mi bienestar. Sin embargo, algo seguía sin encajar en este lugar. No entendía ni por qué estaba aquí ni cómo diablos había llegado a ser la esposa del Duque.

Ah, sí, ¡el Duque! Un hombre atractivo, por supuesto, pero tan distante que ni siquiera nos dirigíamos la palabra. Un año de matrimonio y ni un solo intercambio de miradas o palabras significativas. ¿Por qué diablos nos habremos casado? ¿Qué clase de historia fue esta? A veces me preguntaba si, en realidad, todo esto era una mala broma o algún tipo de experimento en el que yo era la protagonista involuntaria.

Pasaban las horas y, en medio de mi incertidumbre, Diana, la joven que me atendía y con quien ya había formado una extraña amistad, comenzó a contarme algunos detalles que me dejaban perpleja. Resulta que la mansión del Duque era todo un hervidero de rumores, y yo me encontraba en el centro de todo sin siquiera haberlo pedido.

—Sabías que la gente aquí… bueno, digamos que no está muy contenta con tu matrimonio —me contó Diana una tarde mientras me ayudaba a acomodarme en la cama. Parecía que tenía algo más que compartir. —A decir verdad, nadie estaba de acuerdo con que te casaras con él. —

Me quedé mirando a Diana, intrigada, preguntándome qué era lo que no sabía.

—¿En serio? —pregunté con tono burlón, mientras me acomodaba bajo las sábanas. —¿Cómo me casé con un hombre que ni siquiera me habla y que parece que no tiene ni un mínimo de interés en mí? Mira lo buena que estoy, seguro que mi cuerpo es deseable… —

Diana asintió, como si todo tuviera sentido para ella, mientras reía tímidamente.

—Exacto —dijo con una sonrisa juguetona—. Nadie sabe realmente por qué se casaron. ¡Fue todo muy raro! Pero, por lo que sé, él necesitaba una esposa de familia noble, y tú, eres una de las damas más reconocida en la nobleza, ¡quién podría resistirse a esa unión! Claro que él ni se inmuta, pero bueno, eso es otro tema. —

Solté una carcajada.

—Vaya, ¡qué romántico! Me casé con él por... ¿prestigio, poder, deudas… qué será? —me eché hacia atrás, exasperada por lo absurdo de la situación. — ¡Y qué tal si nos divorciamos y lo mandamos a pasear! ¡Quién necesita semejante hombre, si no se puede tocar! —

Diana se río también, pero rápidamente se puso seria, como si estuviera a punto de contarme algo más importante.

—Ah, pero hay otra cosa. La mujer que estuvo contigo el día que despertaste... —me miró, como si estuviera esperando que yo hiciera alguna conexión—. Ella se llama Mirabel, y ella fue quien estuvo encargada de usted desde el principio, no por decisión del Duque, sino que la trajiste contigo, el día que viniste a vivir aquí.... Se dice que el Duque la interrogó, luego de su desmayo y dijo que el veneno que le dio, fue un pedido suyo…—

Me quedé en silencio, tratando de procesar lo que Diana me decía. Mirabel… ese nombre no me decía nada bueno. ¿Por qué la elegí? ¿Qué demonios tenía ella o significaba para mí?

—Dios ¿Por qué me quitaría la vida? Mira los lujos que tengo y lo bonita que soy, solo por idiota lo haría, es más si hay algo que no me gusta, como no poder tocar a mi esposo… digo estar casada con mi esposo, busco una solución y mi querida Diana ya la encontraré…—

Mientras veía a Diana y por un segundo, me hizo pensar en la hija de una amiga mía, esa niña que solía tener mil historias, parecía que todo el mundo siempre le contaba algo y ella era la encargada de transmitirlo a todo aquel que se cruzara… Era una buena chica, pero le gustaba mucho el chisme, a veces le traía problemas, por no saber filtrar la información… como Diana, si yo fuera la chica original de este cuerpo creo que me sentiría terrible, no solo me case sin quererlo, sino que me entero todos los rumores que hay de mí en el mismo lugar donde vivo… Dios esta vida será tediosa. Nunca tuve hijos, ni romances largos, la verdad mi vida era un torbellino de aventuras. Yo era la que saltaba de aquí para allá, sin ataduras. Nadie me emocionaba lo suficiente como para querer quedarme. Pero, bueno, ahora aquí estoy, atrapada en una especie de novela mala... ¿por qué, oh por qué, no me habrán regalado un libro decente para pasar este mal rato?

Mi mente voló hacia otra idea y, casi sin pensar, pregunté

—Y ¿quién es esa tal Rita, la que te mencioné antes? ¿Qué más puedes contarme sobre ella? —

Diana soltó un suspiro y se inclinó hacia mí, como si estuviera por contarme un secreto.

—Rita, es mi madre, fue niñera del Duque. Lleva años aquí, y todo el mundo la respeta mucho. La verdad es que es una mujer de mucha influencia, pero también muy desconfiada. Pero una vez que le caes bien, es un amor, lo juro—

Un escalofrío recorrió mi cuerpo. — Algo habré hecho, ya que ella me miraba con desdén—

—Mi madre es así, solamente dale tiempo, simplemente sobreprotege al Duque—

—Eso es... entendible, fue la persona que lo crio —dije, frunciendo el ceño. —Me hace pensar que tal vez deberían contarme más sobre lo que pasó antes, porque parece que me odian a mí y a todo lo que representa mi existencia aquí. Excepto tú, Diana. Pareces mi única fan en este lugar. —

Diana sonrió, con una mezcla de orgullo y ternura.

—La gente aquí no sabe todo lo que ha hecho. Vi con mis propios ojos, como usted solías ir a orfanatos y donar dinero sin que nadie lo supiera. Y no solo eso, ayudaba a varias familias con comida, remedios... lo hacías todo en secreto. Eso me conmovió mucho, Duquesa. —

Me quedé en silencio, pensativa. ¿Yo era esa niña realmente? ¿Era capaz de hacer todas esas cosas sin esperar nada a cambio? ¿Por qué a escondidas?

Diana sonrió y añadió con cariño

—Yo lo vi. Vi cómo ayudabas. Y por eso me quedé esperando la oportunidad de servirla, cuando se preguntó quién quería venir y servirla, no dude ni un segundo—

Me eché atrás en la cama, mirando el techo con una mezcla de humor y desconcierto. Era curioso cómo la vida podía dar tantos giros. Ahora, en lugar de estar corriendo por el mundo, me encontraba atrapada en una historia que no había elegido, pero que, de alguna manera, comenzaba a ser mía.

—Vaya, Diana, si supiera que tenía una fan... ¡te habría firmado un autógrafo! —dije, soltando una carcajada.

Y, aunque la situación era un caos, no pude evitar sentirme un poco más ligera. Al menos tenía una fan, y, tal vez, eso sería lo único que me haría sobrevivir en este nuevo mundo lleno de secretos, chismes y, quién sabe, algo de misterio.