Esta es una historia de amor que, bajo la óptica de la doctrina espírita, trata sobre la reencarnación y el destino. Narra la vida de Gael y Cristina, dos almas que se reencuentran en esta existencia y cuyos sentimientos serán puestos a prueba. Deberán superar varias adversidades para estar juntos, una de ellas es aceptar como su hijo la reencarnación de Mauro, alguien que causó mucho daño a la pareja y persiguió a Cristina, incluso después de su muerte
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Capítulo 14
— ¡Otávio! Pero yo... ¡Yo no he dicho que me interese por ella! Yo...
— Gael, no tienes que ponerte así. ¡Todavía eres un hombre joven! Tienes todo el derecho a rehacer tu vida, eres un tipo justo, ayudas a la gente... Estoy seguro de que Helena, desde donde esté... Ella debe estar haciendo fuerza por tu felicidad, Gael, porque quien ama, quien quiere de verdad, desea ver a la persona feliz, desea lo mejor para el otro, sin apegos, sin ataduras... Helena era una mujer así, incluso ante todo el sufrimiento que pasó, nunca vi en ella una palabra de queja, de murmuración... Al contrario, aquel acto suyo... El de pedirte que vendieras todas sus joyas y que cogieras todo el dinero que tenía en sus cuentas y distribuyeras una parte a obras de caridad y la otra parte la usaras para comprar alimentos y distribuirlos a los más necesitados... Gael, eso fue cosa de quien estaba totalmente desapegada de lo material... — Dice Otávio.
Gael se queda con una mirada confusa, sin argumentos... Pero estaba de acuerdo con las palabras de Otávio.
— Helena simplemente era una persona caritativa, le gustaba ponerse en el lugar de los demás y ayudar sin mirar a quién... Tú sabes que yo no creo en estas cosas... De espíritus y demás.
— Lo sé y respeto tu punto de vista. Sé que sufriste un golpe muy fuerte con la desencarnación de tu esposa, pero dime, de verdad... ¿Y Cristina?
— ¡No sé, Otávio! La conozco desde hace pocos días, nos conocimos de una manera inusual y ahora parece que cada vez que ella está en apuros, yo estoy allí. Está esta sensación de conocerla, estos recuerdos... ¡Por cierto! ¿Cómo puedo tener recuerdos de antes de conocer a una persona? — Dice Gael.
— Yo tengo la respuesta, pero como tú no crees...
— ¿Vidas pasadas? ¿Crees que ella y yo nos conocemos de vidas pasadas?
Otávio se levanta y camina hasta la nevera, coge un vaso y una jarra con agua...
— Gael, no existen las coincidencias. Dios es de una sabiduría tan infinita... Que no somos capaces de imaginar... Helena, ella vivió el tiempo que era necesario vivir, sufrió lo que era necesario sufrir... Nada de lo que pasamos aquí en la Tierra, las pruebas, es por castigo o imposición de Dios. Somos nosotros quienes elegimos nuestras pruebas, cómo queremos ser probados, y créeme... Cuando volvemos al mundo espiritual, siempre volvemos más fuertes y mejores como personas... Tal vez estaba todo escrito para ser así y, si lo es... Tarde o temprano... Ustedes se encontrarían. Pero mira cómo Dios hace todo perfectamente... Helena se fue, debe estar allá apoyándote... Deseando que seas feliz al lado de alguien... Quizás esa persona sea esta joven, pero es necesario darle tiempo al tiempo... para ver lo que es y lo que no es...
Gael observa con atención sin replicar a las palabras de Otávio...
— Amigo mío, siempre tienes las palabras que te dejan sin argumentos y debo confesar que, aun sin creer, tienes cierta lógica en tu razonamiento... Bueno, debo confesar que aun sin creer, estuve leyendo aquel libro que me diste... Debo confesar que las preguntas en él son muy objetivas y las respuestas concuerdan con la forma en que creo en muchas cosas, al menos en cómo debería ser...
— Mi amigo Gael, eres un buen tipo, una buena persona... Sufriste mucho al lado de tu esposa, sentiste el dolor junto con ella... Te mereces ser feliz... Nadie vino al mundo para sufrir, es verdad que la felicidad es algo bastante relativo, pero estoy seguro de que en poco tiempo, todo te quedará muy claro. Simplemente sigue tu corazón... — Dice Otávio...
Gael mira el reloj y dice...
— Bien, son casi las 6 de la tarde, yo... Creo que me voy para mi casa... Bueno, Otávio, gracias por la conversación...
Los amigos se saludan y se dan un apretón de manos. Otávio siente la presencia de un espíritu superior al lado de Gael, que por su mediumnidad es capaz de percibir e identificar que es Helena... Pero actúa con naturalidad... Tan pronto como Gael sale de su casa, él reflexiona...
— Exactamente como pensé... Helena, ella está intentando unir a Gael y a esta joven... Estoy seguro... — Dice Otávio.
En el plano espiritual, los espíritus de rescate llevan a Mauro adormecido a una especie de hospital del plano espiritual. Inconsciente, es colocado en una cama, donde un enfermero se queda encargado de monitorearlo...
— Nuestro hermano debe ser monitoreado y mantenido aquí. Debe ser preparado para reencarnar lo antes posible. Su pensamiento está dirigido al mal, no le importan las personas, ni siquiera a su madre. Es consciente de que está desencarnado y aun así no se arrepiente e intenta influenciar a las personas para el mal, solo por placer y venganza de forma consciente... — Dice un médico del plano espiritual.
— Pero, doctor... Dentro de unos días debería despertar, solo en último caso debe ser enviado a reencarnar contra su voluntad, pues debemos respetar la ley del libre albedrío...
— Lo sé... Puede despertar y huir de nuevo, tanto al Umbral como al plano físico. Por eso mismo, voy a solicitar una autorización especial para que pueda reencarnar en carácter de emergencia. — Dice el médico encargado.
