Emma Varela, una joven de 18 años, ha pasado los últimos cinco años de su vida intentando olvidar el trauma de un accidente automovilístico que no solo dejó cicatrices físicas, sino que también le arrebató a su mejor amiga, Sofía. Emma se ha refugiado en los estudios y la natación, evitando a toda costa recordar aquella noche fatídica.
Su mundo comienza a tambalearse cuando Gabriel Muñoz, un joven misterioso y reservado, llega a su escuela. Gabriel, con una mirada cargada de secretos y una actitud distante, se convierte en el centro de atención de todos, pero es a Emma a quien él parece observar más detenidamente.
A medida que Emma y Gabriel se van conociendo, ella descubre que él también tiene su propio pasado doloroso. Ambos empiezan a apoyarse mutuamente, y una conexión profunda surge entre ellos. Sin embargo, emma pronto se da cuenta de que Gabriel sabe más del accidente de lo que el admite.
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Capitulo 6: Primera Impresión
El día amaneció claro y brillante, una contradicción al torbellino de emociones que Emma sentía por dentro. Después de su conversación con Gabriel en el pasillo detrás del auditorio, sus pensamientos no habían dejado de girar en torno a él y a lo que había compartido. Se dio cuenta de que Gabriel era mucho más de lo que aparentaba y sentía una conexión creciente con él.
Ese viernes por la mañana, la escuela organizó una asamblea especial en el auditorio. Todos los estudiantes se dirigieron al lugar, llenando los asientos rápidamente. Emma llegó temprano y se encontró con sus amigos en una de las filas delanteras. Mientras esperaban que comenzara la asamblea, sus amigos charlaban animadamente, pero Emma no podía evitar buscar a Gabriel entre la multitud.
Finalmente, lo vio. Gabriel estaba de pie en la entrada del auditorio, conversando con el director. Llevaba una camisa blanca y unos jeans oscuros, y aunque su expresión era serena, había una intensidad en su mirada que Emma reconocía bien. Cuando sus ojos se encontraron, Gabriel le dedicó una leve sonrisa antes de tomar asiento cerca del frente.
La asamblea comenzó con los anuncios habituales y algunos discursos de los profesores. Emma trató de prestar atención, pero sus pensamientos seguían volviendo a Gabriel. La revelación de su pasado y el dolor que había compartido con ella la habían dejado con un deseo profundo de conocerlo mejor y de apoyarlo.
Después de la asamblea, los estudiantes fueron liberados temprano para disfrutar del fin de semana largo. Emma decidió aprovechar el tiempo para conocer mejor a Gabriel. Se acercó a él cuando salían del auditorio.
—Hola, Gabriel. ¿Te gustaría dar un paseo? —preguntó con una sonrisa.
Gabriel asintió, pareciendo aliviado de no tener que pasar el resto del día solo.
—Claro, me encantaría.
Caminaron juntos por los jardines de la escuela, disfrutando del sol y de la tranquilidad que ofrecía el entorno. Emma aprovechó la oportunidad para conocer más sobre Gabriel, sus intereses y su vida antes del accidente.
—Siempre me ha gustado leer —dijo Gabriel—. Es una manera de escapar de la realidad y vivir otras vidas, aunque sea por un rato.
Emma asintió, compartiendo su amor por la lectura.
—A mí también me gusta leer. Es como si los libros pudieran ofrecer un refugio seguro, un lugar donde todo es posible.
La conversación fluyó con facilidad, y Emma se dio cuenta de que Gabriel tenía una profundidad y una sensibilidad que lo hacían único. Cada palabra que compartían parecía fortalecer el vínculo entre ellos.
Después de caminar un rato, se sentaron en un banco bajo un gran árbol. Gabriel miró a Emma, su expresión más suave de lo habitual.
—Gracias por darme una oportunidad, Emma. La mayoría de las personas no se toman el tiempo de conocerme de verdad.
Emma sonrió, sintiendo una calidez en su pecho.
—Todos merecemos una oportunidad, Gabriel. Y estoy feliz de haberte conocido.
Mientras continuaban hablando, Emma se dio cuenta de que su primera impresión de Gabriel, el chico misterioso y reservado, apenas había arañado la superficie de quién era realmente. Bajo esa fachada había una persona con una historia rica, compleja y llena de emociones. Emma estaba decidida a descubrir más y a estar ahí para él, sin importar lo que el futuro les deparara.
El sol comenzó a descender, proyectando largas sombras sobre el césped. Emma y Gabriel se levantaron del banco y comenzaron a caminar de regreso, sabiendo que, aunque su viaje juntos apenas había comenzado, ya habían recorrido un largo camino desde su primera impresión uno del otro.