La historia de amor entre un vampiro y una bruja...en le medio hay una alfa que no va a permitir que ellos estén juntos...
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CONFLICTOS
El amanecer trajo una atmósfera cargada de tensión a la cabaña de Alaric. Elara y Caelum habían regresado temprano, sus pasos ligeros y silenciosos. Habían compartido una noche de pasión y conexión, pero ahora debían enfrentar la realidad de sus sentimientos y las posibles repercusiones.
Adrian estaba dentro, revisando algunos libros antiguos mientras Alaric continuaba con los encantamientos protectores del Espejo de la Noche. Sentía una inquietud creciente, una sensación de que algo importante había ocurrido durante la noche.
Cuando Elara y Caelum entraron, Adrian levantó la vista y su mirada se cruzó con la de Elara. Inmediatamente, sintió que algo había cambiado. La conexión entre ellos dos, tan palpable antes, ahora estaba teñida de una nueva complicidad entre Elara y Caelum.
—¿Dónde estaban? —preguntó Adrian, intentando mantener su voz neutral.
Elara evitó su mirada por un momento, pero sabía que no podía esconder la verdad.
—Necesitábamos hablar —respondió, su voz firme pero suave—. Hay algo que debes saber, Adrian.
Adrian sintió un nudo en el estómago. Sabía que las palabras de Elara cambiarían todo.
—Anoche, Caelum y yo… —Elara comenzó, buscando las palabras adecuadas—. Pasamos la noche juntos. Fue más que solo una conversación.
El silencio que siguió a sus palabras fue ensordecedor. Adrian sintió una mezcla de dolor y traición, sus ojos rojos brillando con una intensidad renovada.
—Lo sabía —dijo finalmente, su voz baja pero cargada de emoción—. Sentí que algo había cambiado.
Caelum dio un paso adelante, su postura protectora hacia Elara.
—No planeamos que esto sucediera, Adrian —dijo Caelum—. Pero no puedo negar lo que siento por Elara. Y ella no debería tener que elegir entre nosotros de esta manera.
Adrian respiró profundamente, intentando controlar las emociones que lo embargaban. Pero, en lugar de calmarse, sintió que la rabia crecía dentro de él, oscureciendo sus pensamientos.
—¿No planeaban que esto sucediera? —repitió Adrian, su voz aumentando en volumen—. ¿Y crees que eso lo hace mejor, Caelum? ¿Crees que simplemente puedo ignorarlo?
Elara se acercó a Adrian, sus ojos verdes llenos de tristeza y determinación.
—Adrian, lo siento —dijo—. No quería lastimarte. Pero lo que siento por Caelum es real, al igual que lo que siento por ti. No quiero que esto nos divida, especialmente ahora que necesitamos estar unidos.
Pero Adrian no podía escucharla. La traición y el dolor eran demasiado abrumadores.
—¿Unidos? —repitió con amargura—. ¿Cómo esperas que luche junto a ti cuando has estado con él?
La tensión en la cabaña era palpable. Alaric levantó la vista de sus encantamientos, observando con preocupación la situación que se desarrollaba.
—Adrian, calma —dijo el anciano—. La misión es lo más importante ahora. No podemos permitir que esto nos divida.
—¡No me digas que me calme! —gritó Adrian, su furia evidente—. No puedes entender lo que estoy sintiendo.
Caelum se colocó frente a Elara, su postura desafiante.
—Adrian, sé que estás herido, pero no podemos permitir que esto nos destruya. Los Hijos de la Sombra están cerca, y debemos estar preparados.
La mirada de Adrian se oscureció aún más, y por un momento, pareció que la violencia estallaría entre ellos. Pero Elara, sintiendo el peligro inminente, extendió una mano, liberando una onda de energía que separó a los dos hombres.
—¡Basta! —gritó, su voz resonando con el poder de la magia—. No podemos permitirnos esto. ¡No ahora!
Adrian, respirando con dificultad, retrocedió, sus ojos llenos de dolor y rabia.
—No sé si puedo perdonarte por esto, Elara —dijo con voz temblorosa—. Pero sé que tienes razón. Necesitamos concentrarnos en la misión. Después... veremos qué queda de nosotros.
Con esas palabras, se giró y salió de la cabaña, dejando a Elara y Caelum en un silencio tenso. Elara sintió una oleada de tristeza, sabiendo que había herido a alguien que significaba mucho para ella.
Caelum la abrazó, sus ojos llenos de comprensión.
—Lo superaremos, Elara. Pero primero, debemos asegurarnos de que el Espejo de la Noche no caiga en las manos equivocadas.
Elara asintió, sabiendo que la batalla más difícil aún estaba por llegar. La lucha por el Espejo y por sus corazones estaba lejos de terminar, y cada uno de ellos tendría que enfrentar sus propios demonios para encontrar la paz.