La princesa imperial Calypso Aziel Zandell Leroy toma el trono después de la muerte de su padre, aún ella siendo la segunda en la línea de sucesión dado que su hermana la primera princesa imperial Cataleya no quiso regresar al imperio después del accidente...
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Capítulo 14 El Momento De La Verdad
La aurora comenzaba a despuntar en el horizonte, iluminando el valle de Eldrid con una luz tenue y fría. Calypso se puso de pie, ajustando su armadura y su espada. Era el momento de atacar.
—¿Estamos listos? —preguntó a Obeth.
Obeth asintió, su rostro serio.
—Sí, Calypso. Los duques y sus hombres están en posición.
Calypso respiró profundamente, sintiendo una mezcla de nervios y determinación.
—Vamos —dijo.
Salieron de la tienda y se unieron a los duques y sus hombres, que estaban escondidos detrás de una colina. Calypso miró hacia el valle, donde el ejército de Snow estaba cruzando el río Eldrid.
—Ahora —dijo Calypso, dando la señal.
Los arqueros dispararon sus flechas, que cayeron sobre el ejército de Snow como una lluvia mortal. Los soldados de Zandell cargaron hacia adelante, espadas en mano, mientras que los duques lideraban la carga.
Calypso se unió a la batalla, su espada cortando el aire con precisión y fuerza. Los soldados de Snow eran numerosos, pero estaban desorganizados y no esperaban el ataque.
La batalla fue intensa y caótica, con gritos y clangores de metal resonando en el valle. Calypso luchó con toda su fuerza, su entrenamiento y experiencia guiándola a través de la confusión.
Pero sabía que no podía relajarse. El emperador Malakai estaba en alguna parte, y ella debía encontrarlo y derrotarlo.
—¿Dónde está el emperador? —gritó a Obeth.
Obeth señaló hacia una colina en el centro del valle.
—Está allí —dijo—. Con su guardia personal.
Calypso asintió, su determinación renovada.
Ella se abrió paso a través de la batalla, su espada cortando el aire con precisión y fuerza. Su objetivo era claro: encontrar y derrotar al emperador Malakai.
Pero justo cuando estaba a punto de alcanzar la colina donde se encontraba el emperador, un figura emergió de la nada y se interpuso en su camino.
—No te acercarás a mi padre —dijo la figura, con una voz firme y desafiante.
Calypso se detuvo, sorprendida. Era el príncipe heredero de Snow, Rykerian. No lo había visto antes, pero su parecido con el emperador Malakai era inconfundible.
Rykerian era alto y fuerte, con ojos azules y cabello oscuro. Llevaba una armadura negra y una espada en la mano.
—Eres el príncipe heredero —dijo Calypso, asintiendo—. No esperaba que te involucraras en esta batalla.
Rykerian sonrió, con una sonrisa fría y desafiante.
—Mi padre es mi Emperador—dijo—. Y lo protegeré con mi vida.
Calypso se encogió de hombros.
—Entiendo —dijo—. Pero no cambiará el resultado de esta batalla.
Rykerian se rió.
—Veremos —dijo, y cargó hacia Calypso con su espada.
Calypso se defendió con facilidad, pero Rykerian era un oponente formidable. Su técnica era perfecta, y su fuerza era impresionante.
La batalla entre Calypso y Rykerian se convirtió en un espectáculo, con ambos luchando con toda su fuerza y habilidad. Los soldados de Zandell y Snow se detuvieron a mirar, admirados por la habilidad de los dos combatientes.
Pero Calypso sabía que no podía permitir que Rykerian la distraiga. Tenía que encontrar una forma de derrotarlo y llegar al emperador Malakai.
—Obeth —gritó—. ¡Necesito tu ayuda!
Obeth se acercó, su espada en la mano.
—¿Qué necesitas que haga, mi Emperatriz? —preguntó.
—Ayúdame a distraer al príncipe heredero —dijo Calypso—. Necesito llegar al emperador.
Obeth asintió y se unió a la batalla. Juntos, Calypso y Obeth lucharon contra Rykerian, determinados a derrotarlo y ganar la batalla.
Calypso se abrió paso a través de la batalla, con Obeth a su lado. Habían derrotado al príncipe heredero Rykerian lo tenían como prisionero, ahora se dirigían hacia el emperador Malakai.
Pero justo cuando estaban a punto de alcanzarlo, un grupo de guerreros elite emergió de la nada, rodeando al emperador. Eran la guardia personal del emperador, los mejores guerreros de Snow.
—No te acercarás a mi señor —dijo el líder de la guardia, un hombre gigante con una espada enorme.
Calypso sonrió, desafiante.
—No te preocupes —dijo—. Me encargaré de ti primero.
El guerrero se rió.
—Eres una mujer —dijo—. No puedes enfrentarte a mí.
Calypso se encogió de hombros.
—Veremos —dijo, y cargó hacia el guerrero.
La batalla fue intensa y brutal. El guerrero era fuerte y habilidoso, pero Calypso no se rindió. Luchó con toda su fuerza y habilidad, utilizando todas las técnicas que había aprendido.
El guerrero se sorprendió por la habilidad de Calypso. No esperaba que una mujer fuera tan fuerte y habilidosa en combate.
—Eres... diferente —dijo, jadeando—. No esperaba que una mujer como tú...
Calypso sonrió.
—No subestimes a una mujer —dijo—. Puedo ser tan peligrosa como cualquier hombre.
El guerrero se enfureció y atacó con más fuerza, pero Calypso se defendió con facilidad. La batalla continuó, con ambos luchando con toda su fuerza.
Obeth se acercó, preocupado por Calypso.
—¿Necesitas ayuda? —preguntó.
Calypso negó con la cabeza.
—No —dijo—. Puedo manejarlo.
Obeth asintió y se retiró, dejando que Calypso continuara la batalla.
La guardia personal del emperador se sorprendió por la habilidad de Calypso. No esperaban que una mujer fuera capaz de enfrentarse a su mejor guerrero.
Pero ella no se rindió. Luchó con toda su fuerza, determinada a derrotar al guerrero y llegar al emperador Malakai.
El emperador Malakai observaba la batalla con creciente frustración. Su guardia personal, los mejores guerreros de Snow, no podían vencer a Calypso. La joven emperatriz era demasiado habilidosa, demasiado fuerte.
—No puede ser —murmuró el emperador—. No puede ser que una mujer me esté venciendo.
De repente, una idea cruel cruzó su mente. Sonrió, sabiendo que había encontrado la forma de distraer a Calypso y ganar la batalla.
—¡Tomen al hombre que cubre su espalda! —gritó—. ¡Hieran a su amigo!
Los guerreros de Snow se movieron rápidamente, buscando a Obeth en el campo de batalla. Lo encontraron luchando contra un grupo de soldados de Snow y se lanzaron hacia él.
—¡No! —gritó Calypso, viendo lo que sucedía.
Pero era demasiado tarde. Los guerreros de Snow rodearon a Obeth y lo hirieron gravemente. Calypso vio cómo caía al suelo, sangrando profusamente.
—¡No! —gritó de nuevo, corriendo hacia Obeth.
El emperador Malakai se rió, sabiendo que había logrado su objetivo.
—Ahora sí que podrás vencerla —dijo a su guardia personal.
La guardia personal del emperador se lanzó hacia Calypso, que estaba distraída por la herida de Obeth. La joven emperatriz se defendió con dificultad, su mente dividida entre la batalla y la preocupación por su leal consejero y amigo.
—Obeth, no —dijo, arrodillándose junto a él—. Por favor, no te mueras.
Obeth abrió los ojos, débiles.
—Calypso... —dijo—. Tienes que... tienes que seguir luchando.
Calypso asintió, lágrimas en los ojos.
—Lo haré —dijo—. Te prometo que venceré.
Obeth sonrió débilmente.
—Sé que lo harás —dijo—. Eres la emperatriz más fuerte que he conocido.
Calypso se puso de pie, determinada a vencer y proteger a Obeth. La batalla continuó, pero ahora con una furia y determinación renovadas.
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