En la época medieval todo es complejo y los matrimonios forzados siempre son la cereza del pastel ¿será nuestro príncipe capaz de afrontar su amor o dejarlo ir y sufrir en un matrimonio forzado?
NovelToon tiene autorización de Roberto Carlos López Escalona para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.
Nuestro Encuentro
La luz del amanecer se filtraba a través de las ventanas del palacio, creando patrones dorados sobre el suelo de mármol. Aric, el príncipe heredero, se encontraba sentado en su escritorio, rodeado de documentos y cartas que parecían multiplicarse con cada día que pasaba. Las responsabilidades pesaban sobre sus hombros como una armadura, y aunque la vida en el palacio era lujosa, se sentía atrapado en una jaula dorada.
La voz de su padre resonaba en su mente: “Un príncipe debe ser fuerte y responsable”. Pero Aric no quería ser solo un símbolo; anhelaba ser libre, explorar el mundo más allá de los muros del castillo y, sobre todo, encontrar su propio camino. Esa mañana, mientras revisaba un tratado sobre alianzas comerciales, una idea audaz comenzó a formarse en su mente. Era hora de escapar nuevamente.
Con un suspiro decidido, Aric cerró el documento y se levantó. Miró por la ventana hacia el vasto jardín que rodeaba el palacio. En la distancia, más allá de los límites del reino, se extendía un bosque denso y misterioso. Era un lugar que había explorado en su infancia, lleno de secretos y aventuras. En ese momento, el bosque lo llamaba como un canto lejano.
—¿Dónde vas, Alteza? —preguntó una voz suave detrás de él.
Era su sirviente, Elyas, quien lo miraba con preocupación mientras quitaba de su frente su larga cabellera dorada. Aric sonrió, tratando de ocultar su creciente ansiedad.
—Solo necesito tomar aire fresco —respondió, evitando la mirada inquisitiva de Elyas.
Aric no podía permitir que nadie supiera sus intenciones. Con un gesto rápido, recogió una capa oscura y se la puso por encima de su ropa real. La tela era pesada, pero le otorgaba una sensación de anonimato. Se dirigió hacia la puerta con paso decidido.
—Alteza… —Elyas lo siguió—. No deberías salir sin un guardia. Es peligroso.
—Lo sé —dijo Aric, deteniéndose un momento para mirar a su fiel amigo—. Pero necesito esto. Prometo que volveré pronto.
Elyas frunció el ceño, pero no pudo hacer nada más que asentir. Aric salió del palacio con el corazón acelerado y la adrenalina corriendo por sus venas. Cada paso lo acercaba a la libertad que tanto deseaba.
El jardín estaba tranquilo, y Aric se movió rápidamente entre los arbustos y flores, evitando las miradas curiosas de los guardias. Finalmente, llegó al borde del bosque. La brisa fresca le acarició el rostro y sintió cómo la tensión comenzaba a disiparse.
El bosque lo recibió como un viejo amigo. Los árboles altos lo envolvían en una sombra protectora mientras se adentraba en su interior. Aric respiró hondo; el aire era diferente aquí, impregnado del olor a tierra húmeda y hojas verdes. A medida que avanzaba, el murmullo del viento entre las ramas parecía susurrarle secretos olvidados.
Las horas pasaron mientras Aric corría entre los árboles, dejando atrás las preocupaciones del palacio. Sin embargo, a medida que se adentraba más en el bosque, comenzó a sentir una mezcla de emoción y ansiedad. ¿Qué haría una vez que llegara al pueblo? No tenía un plan claro, pero eso era parte de la aventura.
Finalmente, después de lo que pareció una eternidad, emergió del bosque y se encontró frente a un pequeño pueblo que gracias al pasado fastival y a pesar del extraño suceso estaba vibrante y lleno de vida. Las casas estaban construidas con concreto y madera oscura y tejados de tejas oscuras, y el aire estaba impregnado del aroma del pan recién horneado. Aric sintió cómo su estómago rugía; había olvidado lo mucho que disfrutaba de las cosas simples.
Mientras caminaba por las calles decoradas anteriormente.
—¿Puedo ayudarte con algo? —preguntó un anciano mientras Aric contemplaba un puesto de frutas.
El príncipe sonrió, sintiéndose un poco fuera de lugar. —No, gracias. Solo estoy explorando.
El anciano lo miró con curiosidad antes de continuar con su trabajo. Aric se sintió ligero al poder interactuar con la gente sin el peso de su título sobre sus hombros. Sin embargo, algo dentro de él anhelaba más que solo pasear por el pueblo; quería conectarse con alguien que pudiera entender su lucha interna.
Fue entonces cuando escuchó una risa cercana que atrajo su atención. Siguiendo el sonido, se encontró frente a una pequeña librería adornada con flores en las ventanas. El letrero colgante decía "El Refugio de las Palabras". Sin pensarlo dos veces, empujó la puerta y entró.
El interior era acogedor; estanterías llenas de libros cubrían las paredes y un suave aroma a papel viejo llenaba el aire. En una esquina, un joven estaba sentado en una mesa, absorto en un libro, su figura era hermoso y enigmática. Tenía el cabello violeta y desordenado y unos ojos azules brillantes que parecían capturar cada palabra escrita.
Aric no pudo evitar acercarse; había algo cautivador en la forma en que el chico se sumergía en su lectura. Cuando finalmente notó la presencia del príncipe, levantó la vista con sorpresa.
—¡Oh! No te vi entrar —dijo el joven con una sonrisa amplia—. Soy Kael. ¿Te gustan los libros?
Aric sonrió ante la calidez de Kael. —Sí… me encantan. Aunque no he tenido mucho tiempo para leer últimamente.
Kael levantó una ceja curiosa. —¿Por qué no? Hay tanto por descubrir en las páginas.
El príncipe sintió cómo una chispa de conexión comenzaba a formarse entre ellos. —Mis responsabilidades suelen ocupar todo mi tiempo —admitió—. Pero he decidido tomarme un descanso hoy.
Kael lo observó con atención antes de sonreír nuevamente. —A veces es necesario escapar de nuestras responsabilidades para encontrar quiénes somos realmente.
Las palabras resonaron en el corazón de Aric como un eco familiar. Era exactamente lo que había estado buscando: alguien que entendiera su lucha interna por la libertad y la identidad.
—¿Tienes algún libro favorito? —preguntó Aric, sintiéndose cada vez más cómodo en la presencia de Kael.
—Hay uno en particular que me encanta: habla sobre un joven príncipe que busca su propia verdad en un mundo lleno de expectativas —dijo Kael con entusiasmo—. Es inspirador ver cómo enfrenta sus miedos y descubre quién es realmente.
Aric sintió cómo su corazón latía más rápido al escuchar esas palabras; era como si Kael hablara directamente a él. —Suena fascinante… ¿Puedo leerlo?
Kael se levantó rápidamente y fue hacia una estantería cercana. Mientras buscaba entre los libros, Aric no pudo evitar observarlo; había algo especial en la forma en que Kael se movía entre las páginas, como si cada letra tuviera vida propia.
Finalmente, Kael regresó con un libro en sus manos y se lo entregó a Aric. —Aquí está. Espero que te guste.
Aric tomó el libro con gratitud y comenzó a hojeando las páginas. Las palabras parecían cobrar vida mientras leía fragmentos aleatorios; había algo mágico en ese momento que lo llenaba de esperanza.
—Gracias… realmente aprecio esto —dijo Aric sinceramente.
Kael sonrió nuevamente, pero había algo en su mirada que hizo que Aric se sintiera expuesto. Era como si Kael pudiera ver más allá de la fachada del príncipe y vislumbrar sus verdaderos deseos.
—Siempre es bueno compartir historias —respondió Kael—. Los libros tienen el poder de unir a las personas.
Aric asintió, sintiendo cómo una conexión profunda comenzaba a florecer entre ellos. Era extraño sentirse tan cómodo con alguien después de haber estado tan atrapado en su mundo real durante tanto tiempo.
Sin embargo, antes de que pudiera profundizar más en la conversación, un estruendo repentino interrumpió el ambiente tranquilo de la librería. La puerta se abrió violentamente y varios hombres armados entraron al establecimiento, sus rostros serios y decididos.
—¡Buscamos al príncipe! —gritó uno de ellos—. ¡Nadie puede salir!
El corazón de Aric se detuvo por un momento mientras todos los ojos se volvían hacia él. El peligro había llegado; su escapada había sido descubierta y ahora estaba atrapado entre dos mundos: el deseo de libertad y la realidad aplastante de sus responsabilidades.
Kael lo miró con preocupación mientras los hombres comenzaban a avanzar hacia él. Aric sintió cómo la adrenalina comenzaba a fluir nuevamente por sus venas; sabía que tenía que actuar rápido.
—¡No soy quien buscan! —gritó Aric mientras retrocedía lentamente hacia la parte trasera de la librería—. ¡Déjenme salir!
Pero los hombres no parecían dispuestos a escuchar; estaban decididos a capturarlo sin importar las consecuencias. La tensión llenó el aire mientras Aric buscaba una salida desesperadamente.
Kael lo miró fijamente, comprendiendo la gravedad de la situación. Sin pensarlo dos veces, se acercó a Aric y dijo: —¡Ven conmigo! Hay una salida secreta detrás de esta estantería.
Aric sintió cómo su corazón latía con fuerza mientras seguía a Kael hacia la estantería oculta detrás de ellos. Sabía que este podría ser su último momento de libertad si no actuaban rápido, era curiosa la gran agílidad de Kael y sus rápidas reacciones.
Los hombres comenzaron a avanzar hacia ellos mientras Kael empujaba la estantería para revelar un pequeño pasaje oscuro detrás de ella.
—¡Rápido! —exclamó Kael mientras ambos entraban al pasadizo estrecho.
Aric sintió cómo la oscuridad los envolvía mientras corrían por el túnel oculto. La adrenalina corría por sus venas mientras escuchaba los gritos de los hombres detrás de ellos.
¿Lograrían escapar? La pregunta resonaba en su mente mientras se adentraban más en la oscuridad del pasadizo, dejando atrás todo lo conocido para enfrentarse a lo desconocido juntos.
El eco de sus pasos resonaba en las paredes frías mientras corrían hacia unos minutos de libertad o hacia un destino incierto…