Ji Eun había reencarnado en su novela bl favorita, en un personaje lamentable que apenas logra reconocerlo ¿Morirá como una simple extra? Odia la idea de tan solo pensarlo. Al saber la cura del príncipe heredero decidió mejor pedir disculpas después al protagonista con tal de poder proteger su vida.
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6 - ¡Consentir a papá es lo mejor! ¡Cerca del objetivo!
Roxana y Gian habían salido del palacio imperial, se encontraban en el carruaje dirigiéndose a la plaza. Al archiduque le hacía gracia ver como su hija era tan expresiva qué podía notar desde lejos que se encontraba ansiosa por saber si había sido aceptada o no.
“Entonces...”. Gian decidió jugar un poco con sus nervios.
“¿Entonces qué?”. Roxana sentía que su presión arterial bajaba ¡Se estaba haciendo el loco!
“¿Fui aceptada? ¡DIME, DIME!” El archiduque no pudo evitarlo, empezó a reír. Ya era habitual para él reír cuando Roxana se encontraba a su alrededor, esa niña era como una tormenta arrasando con todo.
“Sí ¿Cómo podrían rechazar a la hija del único archiduque del imperio?” Roxana abrazó el hombro de su padre, dándole un corto beso a este.
“¡Mi padre es tan genial!” El archiduque debía admitirlo, se sentía genial cada vez que era adulado por su hermosa hija. Irreal.
“Ya hemos llegado, padre”. Esta vez Roxana no permitió que bajara primero el archiduque, siendo ella quien se ofreció a escoltarlo al bajar del carruaje.
“¿Me permite, hermoso caballero?” El archiduque le sonrió asintiendo, Roxana era una pequeña caja de sorpresas. Cada vez salía con algo tierno pero distinto.
Estaban en una tienda de trajes masculinos, en donde se vendían prendas y joyería exclusiva para caballero. Al entrar Roxana soltó la mano de su padre y se dirigió hacia la vitrina en donde estaban mostrando todas las joyas, una llamó su atención.
Unos gemelos color plateados, idénticos a los ojos de su padre cuando brillaban. Eran casi igual de hipnotizantes qué los ojos del archiduque.
“Estos gemelos”. Al señarlos el gerente los sacó de inmediato.
“Usted tiene un buen gusto señorita...” Dejó de hablar al notar que la dama no le estaba prestando atención, fue directo a donde un caballero que miraba los trajes. El archiduque y su hija estaban en su tienda, estaba impresionado.
“Papá, mirame”. El archiduque no vaciló y miro a su hija, eran casi idénticos. Roxana se sonrió sastifecha consigo misma.
“Nunca debes quitártelos”. Roxana tomó el final de las mangas, colocando uno primero y tomar la otra manga y repetir la acción.
“Son idénticos a tus ojos, por eso los he comprando”. El archiduque recordó a su primer amor haciendo el mismo comentario que su hija, el mismo primer regalo. Ella había crecido con gracia al igual que su madre, se sentía orgulloso que a pesar de haberse hundido del dolor pudo salir de este con dificultad pero lo había logrado y estaba orgulloso.
“Son dos monedas de oro”. Le informó el gerente a Roxana.
“¿Eh? No es lo único que llevaré, quiero dos relojes de bolsillo del mismo color y otro par de gemelos”. El gerente empezó a tomar nota sin quejas mientras su padre miraba a su hija, no estaba seguro en donde los usaría pero era un detalle así que decidió no decirle nada.
“Papá, debes salir más seguido”. ¿Estaba siendo corregido? El archiduque no pudo evitar reír.
Luego de que Roxana pagara y se negara a aceptar el dinero del archiduque, ambos estaban en un restaurante.
“Iniciarás dentro de dos días, serás enviada al palacio del príncipe heredero. Se encuentra viviendo en el anexo debido a su salud, no hay muchos sirvientes que le sirvan debido a su actitud pesada”. El archiduque temía qué el príncipe le dijera algo que hiriera el frágil corazón de su hija que a penas de había recupero.
“Estaré bien y tan solo termine iré a casa con papá. Esperame para cenar”. Roxana le sonrió a su padre, quien a pesar que no se había calmado del todo se sentía consolado. Si ese mocoso tocará a su atesorada hija lo mataría con sus propias manos aunque eso signifique morir después.
Roxana podría leer los pensamientos de su padre con claridad al ver su expresión. Esto estaría más complicado que lo que esperaba, ella era consciente de la actitud del príncipe por la novela pero sería distinto vivirlo en primera persona.
“Papá, necesito que me compres estas cosas. Son necesarias para la medicina del príncipe, me tomará un tiempo ganarme su confianza”. Su padre leyó la lista que le había sido entregada "manzanilla, plumas de azulejo..." habían cosas que no reconocía el nombre pero podía imaginar de que trataba ya que lo había escuchado un par de veces cuando entraba al laboratorio de su primer amor.
“Puedes usar el laboratorio de tu madre, lo he mantenido tal y como lo dejó”. Roxana abrió los ojos, estaba sorprendida por la confianza que le tenía el archiduque. Eso hará que las cosas vayan aún más rápido, estaba feliz.