La historia de Brandon Nixon y de Rita Valdéz es un relato conmovedor de resiliencia y redención. Después de que un evento traicionero lo dejara en silla de ruedas, Brandon se encuentra en una encrucijada, no solo enfrentando las limitaciones físicas, sino también el dolor emocional de una traición. Rita por su parte busca desesperadamente un respiro del ambiente tóxico creado por su esposo agresivo. al aceptar el trabajo, como cuidadora de Brandon, Rita no solo encuentra un escape temporal, sino también una oportunidad de sanar y de reconstruir su vida. A través de su mutua dependencia, Brandon y Rita desarrollan una amistad inusual, pero fortalecedora, demostrando que incluso en medio de la adversidad, la esperanza y la compasión pueden florecer, ofreciendo nuevas perspectivas de vida y de amor.
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Capitulo 15 DEL MONTE BRÜNNE
*Del Monte
Me llamo Brünne del Monte tengo 55 años de edad, mido un metro ochenta de estatura, soy rubio, de ojos verdes oscuros. Nací en el campo, al norte de este maravilloso país, hijo de estancieros, conocí el trabajo desde muy joven y se lo que cuesta ganar el dinero.
Siempre fui un hombre recto, trabajador, áspero en su carácter, solo una mujer logro ablandar este corazón de roca que llevaba en el pecho, mi amada Luna Abud, que nos cuida desde lo alto del cielo. Me gusta pensar que me observa desde ahí.
Mantengo mi estado físico, siempre estoy haciendo actividad física.
El único momento en que me relajo es cuando escucho el repiqueteo de la lluvia sobre el cristal, eso me relaja, para mí la lluvia siempre a sido una bendición.
Crei que lo tenía todo, una hermosa esposa, una empresa muy fructífera, mi trabajo arduo daba sus frutos en grande y una salud de hierro.
Me volví ciego acumulando fortuna, que no me detuve a disfrutar de lo que en verdad importaba y era la familia. Sobre todo de mi querida hija Brinna, que la enviaba a diferentes cursos, solo para no tenerla rondando cerca y me desconcentre de mi trabajo.
La hacía participar en diferentes competencias en arte marciales, los únicos que andaban con ella era la nana que la cuidaba desde bebé y su entrenador.
La instruia en los negocios cuando estaba conmigo, que eran contadas las veces en que eso pasaba y sobraban los dedos de la mano para decir cuánto en total fueron.
La verdad que no podía mirarla a la cara, se parecía mucho a su madre, y para mí fue por culpa de ella que murió la mujer que amaba con locura.
Mi amada esposa no podía tener hijos, porque sería mortal para ella, pero su deseo de tener un bebé fue mucho más fuerte y me aseguro que así ella quedaría en paz al saber que no quedaría solo.
Sobre todo no soportaba la idea de que su enfermedad la iría deteriorando, hasta terminar con su existencia.
Ella era muy vanidosa, no podía imaginar verse consumida hasta los huesos, y le deprimía no dejar nada en este mundo, poder decir, me voy en paz al cumplir con mi objetivo, que en su caso era tener un bebé.
Cumplí su deseo de dejarla embarazada. Disfrute con ella ese tiempo hasta que nació Brinna, mi amada Luna le puso ese nombre por mi, ella sonrió al ver a su beba, era rosada con unos ojos enormes que tenia un tono entre claro y oscuro, no tenía cabello, sus pestañas y cejas eran blancas.
"Es nuestra princesa Brinna... Júrame que la vas a amar", me dijo mi esposa con un tono agudo y la voz quebrada.
"Si amor, es nuestra hija, nuestra princesa, pero juntos vamos a cuidarla", le dije en un hilo de voz, mi corazón latía acelerado, no quería perderla.
Pero Luna sonrió, tocando mi mano y se durmió para nunca más despertar.
Cuando desapareció Brinna, fue una apuñalada en el corazón, me culpe de no haber estado más tiempo con ella, de no haber valorado sus muestras de cariño.
Había faltado a mi palabra, a mi amada esposa Luna, solo una cosa me había pedido, que ame a nuestra hija, porque ella se daba cuenta que la culpaba a la bebé de que perdería a mi compañera de vida.
Ahora entendía que ella hizo ese sacrificio para que no quede solo, porque tarde o temprano debido a esa enfermedad que tenía, no estaría por siempre conmigo.
Ahora me daba cuenta que amaba a mi hija, la amaba, y fui un idiota en no poder expresarlo, en no decirle.
Me dirigí al baúl donde dejaba todos sus regalos, dibujos, que los había metido ahí sin abrirlos, los revise a todos, lloraba como un niño, yo, que siempre fui un duro para las emociones, estaba llorando al leer las notas, cartas donde me contaba sus progresos y que ella me ayudaria en mi trabajo, para que me sienta orgulloso.
Ella creía que mi indiferencia hacia su persona se debía a que quería un hijo en vez de una hija.
En mi procesión para encontrarla, muchas hijas, esposas y hermanas volvieron con sus familias.
Me convertí en el líder misterioso que acababa con las organizaciones que lucraban con las mujeres.
Eso me convirtió en el enemigo número uno de los que manejan ese mercado negro de trata de personas.
Me aseguro que nadie conosca mi identidad, mi rostro no es público, solo los oficiales se muestran como si fuera un trabajo de ellos. Tome esas medidas para que mi vida no corra peligro.
Solo aparento ser un hombre de negocios, que está con las autoridades tratando de encontrar a su hija. Porque trate por la ley y por otros medios a localizarla.
No solo del modo que indica la ley, también contraté un investigador privado para qué la localicé. Él cuál cuando me aseguro estar cerca de encontrarla y pedirme una suma muy alta, en mi desesperación no lo pensé, solo quería recuperarla, el investigador al recibir la suma desapareció.
Por suerte di con el oficial Oscar que se ocupa con su grupo especial en desmantelar esa red de traficantes de mujeres, porque así él los describe, y por el descubrí el de "la esposa ideal".
Me enseñó una página, que obtuvieron de un código de barra que había en una joven que fue hallada muerta flotando en el río.
Fui participe en una de las fiestas especiales que organizaban para solo un cierto grupo especial de adinerados hombres que deseaban una "esposa ideal". Yo encajaba bien en el perfil, de ese modo sabría como operan, y si tenía suerte daría con mi hija.
Las exibian en un escenario, desfilaban los hologramas de las chicas que tenían a disposición.
Solo entregaban a la real una vez que recibían la mitad de lo solicitado y salíamos de ahí con ellas cuando depositabamos la segunda parte.
Sentía revolver mi estómago, de solo imaginar que mi pequeña era expuesta a eso.
Salí de ese lugar sin una esposa ideal, al asegurar que no había de la edad que buscaba, entre las que expusieron.
Por ser un potencial cliente me hicieron ingresar a una camara donde mantenían a las mujeres dentro de un cubículo vidriado, estaban sometidas a un sueño profundo. El que era director de ese lugar, no podía dejar de jactarse de su genialidad al crear la esposa ideal. Me relato que esas cámaras suelen usar los astronautas que deben viajar por mucho tiempo en el espacio.
Me recorría un frío por la espalda al escucharlo hablar, mantenía mi expresión seria y me aguantaba de romperle la cara, seguia las indicaciones de Oscar por un pequeño auricular que me pusieron en el oido.
Usaban alta tecnología para transmitirle imágenes y sonidos, como si programarán una computadora, de ese modo creaban la esposa ideal según lo solicitado por el cliente.
Antes de despertarlas le inyectaban un suero especial, que le inducía a actuar según la preferencia del cliente, que se convertía en su único dueño.
Ya no tendría que preocuparse si lo engañaba, si le regañaba por todo, si se quejaba, porque eso no pasaría.
Te asegurabas una fiel, devota que estaría dispuesta a complacerte en todo.
Era como si estuvieran bajo una hipnosis y solo obedecieran a su dueño.
Las imágenes que le transmitían eran como hacerles creer que tenían una vida, y olvidar la verdadera.
Fue un largo proceso de poder conseguir la formula que usaban en los laboratorios clandestinos, no lo conseguíamos, siempre quedaban desmantelados, como si alguien supiera de ante mano que iríamos.
Son miles repartidos en el mundo, pero nuestro principal objetivo era dar con la planta central donde lo fabricaban y de ahí repartían a los lugares donde tenían asentado esos pequeños laboratorios.
El camino era desgastante, para mí lo fue, de manera emocional, física y mental. Me golpeaba contra la pared por no poder dar con mi hija.
En una de esas búsquedas dimos con una mujer que superaba los cuarenta, había perdido la cordura, según los testigos decían que era una loca sin hogar que hablaba de laboratorios donde lavaban el cerebro de las mujeres para hacerla la esposa ideal.
Escuchar eso para nosotros fue como tocar el cielo con las manos. La rescatamos, le dimos la atención medica necesaria, de sus labios escuchamos su relato, fue la llave para enterarnos como trabajaban. La habían liberado seguros de que moriría y nadie le creería una palabra al verla como una loca más, que hablaba así debido a las sustancias que consumía.
El que le tocó como esposo la vivía golpeando, abusando de maneras indescriptibles, sin temor de ser denunciado, se consideraba libre de hacer lo que le resultaba placentero. Y si ella permanecía lejos de él al tiempo moriría porque le ponían como un chip que destruía su sistema nervioso al estar alejada de su dueño.
La dejo al haberse cansado de ella y quería un modelo más joven. Solo veía a la esposa ideal como un objeto algo que podía cambiar cuando este se deterioraba.
Al poco tiempo ella falleció, como lo había previsto, pero nos dejó mucho material y ahora sabíamos a lo que nos enfrentabamos.
No quería dejarme estar, estaba cada vez más cerca de hallar a mi hija, siempre elevaba mis ojos al cielo hablando con Luna, pidiéndole que me ayude en esta tarea tan difícil.
Y pareciera que mis ruegos fueron escuchados, porque una mañana Oscar se presentó ante mi, me comunico que un amigo de él le mencionó lo de la página, que conocía a alguien relacionado a ella, y me enseñó la imagen de Brinna.
-Es conocida como Rita Valdez de 28 años de edad, profesión enfermera, denunció a su esposo por publicar videos de ella, y posee un tatuaje con un código de barra que le envía a la página. Me dijo con los ojos muy abiertos y un temblor en su voz.
Tome la tablet, era mi Brinna, tenía el cabello oscuro, pero su rostro, era idéntica, el calco de su madre, aunque tenia el color de mis ojos.
Mi corazón cobro vida, un calor invadió mi cuerpo, por primera vez después de mucho tiempo me sentía vivo de nuevo.
-Es mi hija. Le dije.
-Solo es cuestión de hacer la prueba de ADN. Me dijo Oscar.
-Si... Pero de solo mirarla se que es ella. Le respondi emocionado.
Sin perder ningún minuto nos dirigimos a encontrarnos con el que había solicitado la información.
El oficial Oscar como siempre encargando que lo deje a él hablar, que me mantenga al margen.
Pero no aguantaba, mis emociones estaban alteradas, quería a mi hija de vuelta. Había pasado mucho para que esto se haga realidad.
Al ver al tipo, tenía la imagen de un hombre recto, empresario, como tantos que vi en esas reuniones, sentia odio de solo imaginar que tenga a mi niña como su sumisa.
No aguante y le grite, lo acusé directamente. Pero el amigo de Óscar lo defendía, aseguraba que no era así.
Lo que no explicaban como sabían de la página, únicamente si tenían acceso a una esposa ideal, al ingresar con un código de cliente.
Al intentar arrestarlos de la nada apareció Brinna, me quedé sorprendido, tenía la destreza de toda una campeona, estaba más grande, más hermosa de lo que recordaba.
Ella no me reconoció, eso me dió tristeza, pero a la vez podía entender, estaba bajo los efectos de ese suero. Por suerte habían conseguido desarrollar el antídoto, al conseguir la formula de la mujer de cuarenta que nos lo había otorgado de sus venas.
Acordamos encontrarnos en un restaurante. Para la reunión lleve todo lo que tenía y regresarle de algún modo la memoria. Me sentía muy emocionado.
Estando con ella próxima, aproveche a rociarle el antídoto en forma de aerosol.
Recupere a mi hija, y acepte que este con el señor Brandon, al saber que él la protegió siempre.