Lorenzo un hombre pobre que es humillado por su esposa, lo abandona y le quita la oportunidad de ver a su hija Lisa. Por ordenes del empresario Javier Zamora, Lorenzo es encarcelado, luego de dos años en la cárcel, Lorenzo es librado por la mafia, al confundirlo con el hijo de un poderoso líder. Lorenzo toma el cargo de la mafia, y deja atrás al hombre humillado e inútil que fue en el pasado
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Una noche
Pasé varias horas preparando una simple cena. Al terminar fui a su habitación. Tenía la fea costumbre de entrar sin tocar, por semanas creí que no era necesario.
Sin embargo, está vez, veo a un hombre papasito saliendo de ducharse. Era como un dios griego.
Alto, de piel morena clara, labios gruesos, y un par de ojos, que te hechizan. Tenía un físico perfecto, se le notaba ese lavadero bien marcado. Solo cubría la parte de abajo con una toalla.
Había visto algunos chicos en poca ropa, pero el hombre delante de mí, era un dios. Bajé un poco la cabeza, ocultando mi deseo por él.
Aunque nunca he estado con un chico, mi cuerpo experimentó una extraña sensación al ver a Lorenzo Córdoba.
Trague saliva, dejando la bandeja de comida sobre la mesa. Inesperadamente, me dice que yo no debería estar aquí, luego de intercambiar algunas palabras y rogarle, soy sometida por él.
_____ Mi virginidad por su ayuda. ____ Le propuse.
Él no dice nada por un largo rato, solo me besa, cada segundo, excita más mi cuerpo. Volví a colocar mis manos en medio de nosotros, quería escuchar que me va a ayudar.
_____ Necesito mucho ese dinero. ____ Le supliqué.
_____ De acuerdo... ____ Me susurra en el oído con voz agitada.
Me comienza a tocar, solamente, me dejó llevar. Ya no era una niña, era una mujer, que tenía sus razones para vender su cuerpo a un hombre extraño.
Jamás me imagine que perdería mi virginidad de esta manera. Había imaginado miles de formas distintas, pero nunca así.
Cerré los ojos, mientras sentía a Lorenzo Córdoba encima de mí. No podía negar que prefiero acostarme con él, qué es joven y muy guapo, a un hombre feo y calvo.
Mi vestido de uniforme cayó de la cama, al igual que cada prenda de mi cuerpo. Sus labios recorren mi cuerpo con pasión, sus manos saben donde deben tocar.
Gemidos de placer comenzaron a escapar de mis labios. No podía controlarlo, era sumamente delicioso.
Jamás pensé ser tan escandalosa en la cama. Era una gata en celo. Lorenzo Córdoba me coloca boca abajo, mis dos senos quedan pegados a la sábana de seda debajo de mí.
Mis dos pezones se pusieron duros, mientras sentía la lengua del hombre pasar sobre mi espalda. Me levanta de las caderas, como poniéndome de rodillas, sin embargo, mi torso, se quedó sin moverse.
Sus manos se colocaron en mi cadera. De pronto, una ola de inmenso placer recorrió todo mi cuerpo.
Fue algo que me gustó demasiado. Lo hace una y otra vez, el sonido sucio que salía de los dos, combinado con los gemidos, se escuchó por toda la habitación.
Muchas chicas dicen que duele cuando pierden su virginidad, conmigo no fue así, yo solamente podía sentir placer.
Cambiamos posiciones por más media hora. Mi cuerpo quedó agotado, me quedé profundamente dormida.
A la mañana siguiente al despertar, ya no había nadie a mi lado. Estaba sola, fue inevitable no sentir un profundo vació dentro de mi corazón.
Aunque, sabía que solo fue una noche, esperaba que al despertar me encontrará con él, y me abrazara.
No obstante, solamente, fue una loca fantasía de mi mente. Cubrí mi cuerpo con una de las sábanas. Al intentar levantarme de la cama, me sentí tan adolorida que volví.a sentarme.
Parecía que había ido al gimnasio y había cargado pesas de miles de kilos. Mis piernas se sentían demasiado adoloridas, como si las hubiera abierto de par a par.
Me quedé en esa misma posición por más de 10 minutos. Hice mi mayor esfuerzo para ir al interior del baño, como pude me di una ducha, me cambie con el mismo uniforme que llevaba la noche anterior.
Durante todo el tiempo que estuve al interior de la habitación, Lorenzo Córdoba no se digno a ir. Al bajar las escaleras, una de las empleadas se acercó a mí.
______ Cecilia, el señor Córdoba le pidió al chofer que te llevará de nuevo a la ciudad.
Me quedé atónita, esperaba seguir trabajando en esta mansión. En verdad, necesitaba todo ese dinero que recibía semana con semana.
Mi madre estaba internada en una de las clínicas más caras de toda la ciudad. Si dejó de pagar, ella será sacada y su estado volverá a empeorar.
Mis lágrimas comenzaron a caer de mis ojos. Le di mi tesorito a un hombre al cual le valió, lo peor es que me dejó hasta sin caminar, y al final, me corre.
...¡Soy una estúpida por creer en él!...
_____ Por qué lloras. Deberías estar feliz, serás liberada sin que te dejen muerta en la orilla de la carretera.
_____ El joven Córdoba dejó ordenes precisas de que te lleven a la clínica donde tienen a tu mamá.
_____ ¿En serio? _____ Presentía que algo bueno había salido de todo esto.
La chica sonriente mueve su cabeza como respuesta.
_____ Ok... Hasta luego.
Me despedí de beso, y salí de la lujosa mansión. Subí a un auto negro de alta gama. Antes de arrancar el auto, el chofer me puso una venda negra en los ojos.
Durante todo el camino tuve los ojos tapados. Al llegar a la ciudad, el chofer se detiene y me quita la venda. Por fin vuelvo a ver.
Al poco tiempo llegamos a la clínica donde estaba mi madre. El chofer me abre la puerta, y yo salgo.
En poco tiempo desaparece, entró a la clínica, le pregunté a una enfermera donde queda la habitación de mi madre.
Ella me da las instrucciones de como llegar. Subí al ascensor, apreté el botón y subí hasta el cuarto piso. Caminé por el pasillo hasta llegar a la habitación.
Me detuve de golpe al ver a Eugenia Zamora salir de la habitación de mi madre. Mi corazón latía violentamente. Las intenciones de esta mujer no son nada buenas.
Me apresuró a caminar por el pasillo, ella al verme no se detiene, huye y sale por otro pasillo. No tenía tiempo que perder, abrí la puerta.
En ese preciso momento, ve a un médico colocar la sábana blanca sobre la cabeza de mi madre. Todo dentro de esa habitación se volvió oscuro para mí. Solo podía ver a mi madre ser cubierta con una sábana blanca.