Tentación

-No quiero ir a mi casa – le digo en pucheros a Bella.

- Amiga, si por mí fuera sabes que nos iríamos de compras, pero la estupidez de Felipe me tiene agobiada – su voz sonó frustrada y cansada.

- ¿Qué tienes que hacer? – le pregunto a la pelirroja

- Tengo que ayudar a mi mamá con lo de la boda, no pude zafarme de la situación, tú sabes cómo son ellos. – claro que lo sé, si Bella les decía que no, se podía despedir de su piso o de su auto. – Ellos no entienden que me voy a graduar de abogada, no de organizadora de eventos.

- Tranquila amiga, lo sé, si quieres cuando termines me llamas y hacemos algo, ahorita no sé, iré a tomarme un café, no quiero ver a nadie.

- Yo te llamo si me desocupo temprano. – se despide de dos besos en la mejilla y se va en su auto.

Estoy buscando las llaves de mi auto en mi cartera y no las encuentro, cuando veo unos elegantes zapatos enfrente de mí, levanto mi cabeza y ahí estaba él y lo peor de todo con mis llaves.

- ¿Tú qué haces con mis llaves? – mi voz sonó fría tal cual la quería, lo último que quería era que pensara que me afectaba verlo.

- Las encontré por ahí, como no me respondiste mi mensaje vine a esperarte, creo que tenemos que hablar. – Agradecía en este momento haber parqueado lejos de tanta gente.

- Haber señor profesor, no creo que sea muy conveniente ni para usted, ni para mí que nos vean aquí hablando, no le parece.

- Me parece que tiene razón, señorita Mía, pero como no me respondió el mensaje, me vi en la necesidad. – este hombre sabía jugar con mi paciencia. - hagamos algo si quiere yo la llevo a su casa y hablamos en el camino.

- Yo no necesito chofer, muchas gracias, porque mejor no va y busca a su esposa, lleva mucho tiempo sin usted, no le parece – me estaba sacando de quicio este hombre.

- Mía – ese Mía sonó como un suspiro.

- Mía nada, deme mis llaves. – me largo mis llaves y se hizo al otro lado del auto, cuando me subí al auto él también hizo lo mismo. – usted quiere que lo echen.

- Simplemente, una alumna me va a hacer el favor de acercarme a mi casa, creo que vivimos cerca no. -maldita sea con este hombre.

Mía concéntrate en la carretera, Mía concéntrate en la carretera, Mía concéntrate en la carretera, esto me es imposible con su olor invadiendo todo el auto.

FLASHBACK

La playa de Sicilia es hermosa y más de noche, el viento que recorre todo tu cuerpo, el sonido de las olas y la luna que poco a poco se escondía entre el inmenso mar, era una maravilla, unas manos cálidas cubrían mis ojos, y unos labios rozando mi oreja – espero que estés disfrutando de la noche. – sus labios son tan dulces.

-Sabes que me encanta tu olor. -me atrae hacia él, y solo me dejo llevar de su cuerpo.

- Si a ti te encanta mi olor, a mí me fascina todo de ti, tu cuerpo, tu olor, eres mi pequeña tentación, lo sabías.

FIN DEL FLASHBACK

-Sé que tienes razón en estar enojada.

- No tengo ganas de hablar. – le digo en tono de advertencia.

- Aunque no me quieras escuchar, lo siento, pero voy a hablar. – freno el auto en seco y desabrocho mi cinturón para verlo de frente.

- Que parte que no quiero hablar contigo no entiendes – mi voz sonó tan dura, sentía una mezcla de rabia y deseo al mismo tiempo que me estaba volviendo loca.

- Mía, entiendo tu enojo, pero no te mentí.

- Si algo yo detesto son las mentiras, me dijiste que no eras casado, y resulta que estás casado y no con cualquiera, eres el esposo de Pamela, la socia de mi papá y la mejor amiga de mi mamá. – no podía contener mi rabia.

- Si estaba casado, pero prácticamente estaba solo, a ver Pamela y yo nos estamos separando. – no sabía que creer su rostro no mostraba ninguna expresión.

- Pues eso no fue lo que yo vi hoy.

- Me tomo por sorpresa, entiende Mía no te mentí, cuando te encontré en la playa te dije que necesitaba olvidar los problemas, me estaba separando y llegaste tú, me hiciste olvidar por un momento mi vida, mi situación, entiende yo no lo planee, y tampoco planee verte aquí, no sabía que eras Mía Montenegro, solo éramos tú y yo sin apellidos.

Sus palabras parecían sinceras, pero me mintió una vez, quien me asegura que no lo esté haciendo una vez más.

-Sea como sea Manolo, hagamos como si no hubiera pasado nada, dejemos que quede como un bonito recuerdo y ya, eso quedo en Italia, en España eres mi profesor y el esposo de Pamela. – mientras no esté tan cerca de mí yo lo puedo lograr.

- Segura. – se suelta el cinturón y veo por la ventana del auto que estamos en una calle solitaria. – Porque yo no creo poder. – cada vez se acerca más.

- Ni se te ocurra. – le pongo mi dedo índice en sus labios, pero creo que no fue muy buena idea, porque Manolo empezó a darle pequeños mordiscos. – no va a pasar.

- Yo sé que no, porque sé que tienes principios, y aunque te diga que Pamela y yo nos estemos separando, no me vas a creer, pero por un momento piensa que estamos en Sicilia. -Mía, por favor, no te dejes llevar, por favor Mía.

Su mano pone un mechón de mi cabello detrás de mi oreja, sentir su mano en mi cara no me ayuda a reaccionar de a mucho, sentirlo tan cerca, sentir su respiración, me hacía recordar muchas cosas.

-Tú sabes que esto es jugar con fuego – esos labios eran una dulzura besarlos.

- Pues si es contigo, me quiero quemar. – se acerca a mi oído susurrándome. -quiero hacerte Mía, quiero recorrer tu cuerpo con mis manos nuevamente, tenerte tan cerca y no tenerte, me está matando. – sus labios empiezan a recorrer mi cuello y esos labios me hicieron perder mi cordura.

- Al diablo esto. -lo siguiente que hago es subirme a sus piernas, Manolo corre el asiento un poco hacia atrás, sus labios saben lo mismo que hace unos días, pero esta vez tenían un sabor adicional y es el peligro, sus manos empezaron a recorrer mi cuerpo como él solo sabía hacerlo.

Empiezo a soltar los botones de su camisa, hasta que la vibración en su pierna me hizo volver en sí. - ¿Es tu celular?

-Sí, pero eso no importa ahora. – su voz sonaba en jadeos, y seguía besando mi cuello, pero el celular seguía vibrando, así que me baje de sus piernas y me incorpore en el asiento. – en serio me vas a dejar así. – parecía un niño haciendo pucheros.

- Contesta que puede ser importante. - saca su celular, me mira y contesta.

- Hola Pamela. – Debí suponerlo, sabía que esto no estaba bien, así que me puse el cinturón y puse en marcha el auto. – sí, ya voy para allá… Vale hablamos allá, bye. – cuelga el celular y por el rabillo del ojo veo que me está mirando. - Mía

- Mira, yo solo te voy a decir una cosa y espero no tener que seguir con esta conversación, yo no voy a ser la amante de nadie, tú y yo de ahora en adelante solo seremos profesor y alumna nada más.

No sé en qué estaba pensando, tanto que he criticado la infidelidad y ahora estoy involucrada en esta locura, procedo a poner música y suena el mismo aire de Pablo Alborán y Camilo.