"En medio de una bulliciosa ciudad, donde el susurro de personas apresuradas y luces parpadeantes, el tiempo parecía desvanecerse para dos almas destinadas a encontrarse sin saberlo. Ella, una joven hermosa de mirada perdida, llevaba sobre sus hombros el peso de un pasado difícil. Él, un hombre inteligente, magnate de los negocios, caminaba por las calles escondiendo un dolor profundo teniendo la certeza de que su vida cambiaría de manera inesperada".
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Capitulo XI Segundo encuentro
Los días siguieron pasando y Aurora cada día se iba soltando más, la estadía en aquella isla le estaba haciendo mucho bien.
"Hoy iremos a nadar, creo que estás lista para ese paso", anunció Sebastián sonriendo.
"Aún me asusta el mar, no quiero hacerte pasar un mal día", dijo Aurora temerosa.
"Yo estaré ahí para sostenerte, no debes temer", aseguro Sebastián mirándola fijamente.
"Muchachos aquí tienen algunas frutas para que coman algo y no abusen del sol", Maria sonreía ampliamente al decir aquellas palabras,ver a Sebastián preocuparse así por alguien más, era satisfactorio, a ella nunca le gustó Daniela siempre pensó que esa mujer solo buscaba el estatus de la familia Santos, pero ahora que veía a Sebastián con Aurora sabía que ella era la indicada.
Ambos salieron de la casa y fueron al muelle, Sebastián quería mostrarle unos arrecifes y enseñarle a su esposa a nadar, el quería que ella disfrutará al máximo esos días de descanso. Se alejaron en una pequeña lancha, la joven iba muy asustada, nunca antes había subido a un bote, su corazón latía a mil por hora, su garganta estaba seca y su cuerpo temblaba ante el toque del viento producido al desplazarse la lancha sobre el mar. Alzó la mirada encontrándose con los penetrantes ojos de Sebastián, de repente todo aquel temor se desvaneció y la seguridad se adueñó de ella, era como si ellos se conocieran desde hace mucho tiempo, en ese momento sus almas volvieron a conectarse y aunque suene ridículo está era la segunda vez que se encontraban el uno al otro. Para Sebastián la sensación de ese momento no fue diferente, el sintio como si ella fuese todo su mundo, esa conexión que se estableció justo en ese instante superó por mucho a la primera vez que la vio. Ese instante duro una eternidad, el tiempo pareció detenerse y su dependencia el uno del otro fue más fuerte.
"Hemos llegado", dijo Sebastián rompiendo la conexión.
"Ok, entonces vayamos", contesto Aurora poniéndose de pie.
La lancha se balanceo un poco haciendo que Aurora perdiera el equilibrio y casi cayera, Sebastián fue mucho más rápido y la tomo entre sus brazos quedando en una posición muy íntima.
"Lo siento, soy muy torpe", dijo Aurora bajando la mirada.
"Tu no eres torpe, eres perfecta", comento Sebastián llevando el rostro de su esposa hacia arriba con sus dedos.
Aurora volvió a mirar a Sebastián sintiendo el mundo girar a su alrededor, el corazón de la chica latía sin parar, como si se fuera salir del pecho, una corriente atravesó su cuerpo y una sensación cálida se instaló en todo su ser. Sebastián intento reprimir el deseo que tenía de besar sus suaves labios, él pensó que si la besaba estaba aprovechándose de ella, pero el llamado de sus labios lo tenía hipnotizado, haciendo caso omiso de la razón se dejó llevar por lo que sentía, así que acercó su boca a la de la joven y delicadamente beso sus rosados labios, no profundizó aquel beso, solo la beso tiernamente. Aurora respondió a los labios de Sebastián, dejándose llevar por el momento, olvidando todo el sufrimiento que le habían causado en el pasado.
"Lo siento, no debi...", dijo Sebastián.
"No te disculpes, yo también quería", respondió Aurora interrumpiendo a Sebastián.
"No quiero que pienses que me estoy aprovechando de ti", explico Sebastián apenado.
"Nunca lo pensaría, tengo mucho que agradecerte", contesto Aurora sonriendo.
"Vayamos a nadar", sugirió Sebastián.
"¡Tengo miedo!, yo no sé nadar", expreso, Aurora con temor".
"No temas, yo te sostendré y no dejaré que nada malo te pase", Sebastián ayudó a Aurora a quitarse el abrigo que la cubría, ella nunca había usado un traje de baño y menos había mostrado las marcas que le había dejado años de tortura, apenada bajo la mirada y se sintió insegura de sí misma.
"No bajes la mirada ante nadie, no eres culpable de nada que te hayan hecho", dijo Sebastián sosteniendo la barbilla de Aurora.
Entraron al agua y Sebastián no soltó ni un solo instante a Aurora, ella se sostenía del cuello de él, mientras él la sostenía de su cintura, el momento era mágico, y sin pensarlo sus labios volvieron a unirse en un dulce beso, no tenían idea de lo que les estaba pasando, ellos simplemente se dejaron llevar por el momento, Sebastián controlo sus impulsos, su cuerpo pedía más de su esposa, pero él entendía que ella no estaba preparada para un siguiente paso, el azul del cielo y el cristalino del mar estaban siendo testigos del nacimiento del más grande amor, un amor tan fuerte que desde el principio de la vida estaba destinado a emerger.
Aurora estaba agotada así que decidieron volver a casa, Aurora miraba hacia el horizonte admirando la línea que se dibujaba entre el cielo y el mar, la paz se apoderó de su alma y un largo suspiro salió de ella. Sebastián miraba a la joven frente a él, deseando saber que pasaba por su mente, ella era un enigma y él quería resolverlo.
"¡Hemos llegado!, indico Sebastián deteniendo la lancha.
Ayudo a bajar a Aurora y caminaron juntos a la casa tomados de la mano, Maria sonrió al ver la escena desde lo lejos, era indudable que esos dos terminarían amándose, pensó la mujer.
"¿Se divirtieron?", pregunto Maria saliendo a recibirlos.
"Así es, estar en el mar es maravilloso", respondió Aurora dejando sorprendido ha Sebastián.
"Me alegra mucho saber que te gustó, imagino que tienes hambre", dijo María sonriendo.
"Sí, tengo mucha hambre, voy a cambiarme, espérame para ayudarte a cocinar", pidió Aurora muy animada.
"Está bien cariño, ve y cámbiate de ropa, te espero", Maria no quería negarle nada a Aurora, no quería que ella se sintiera mal.
La joven fue a asearse y cambiar sus ropas, por primera vez se sentía a gusto, recordó cuando era una niña y su mamá le permitió cocinar por primera vez junto a ella, la nostalgia se adueñó se su corazón y unas lágrimas salieron de sus ojos.
Pensé que eras más inteligente…