"Y si alguna vez te lastimé, sabes que también me lastimé a mí mismo. No estoy tratando de ser cualquier tipo de hombre, solo intento ser alguien a quien puedas amar, confiar y comprender."
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Resentimiento
Tres semanas pasaron y el proceso de divorcio con Eleanor fue una agonía lenta. Cada reunión, cada documento firmado, cada palabra intercambiada era un recordatorio cruel de lo que había perdido y de cómo mi vida se había desmoronado. Me encontraba en una sala de juntas del bufete de abogados, sentado frente a ella, con nuestros respectivos abogados a cada lado.
—Eleanor, Damien—, comenzó su abogado, un hombre con expresión de serpiente. —Hoy discutiremos los términos finales del acuerdo de divorcio.—
Miré a Eleanor, pero ella evitó mi mirada. Su rostro era una máscara fría e impenetrable. Ya no quedaba rastro de la mujer que había amado. Había cambiado, y yo también.
—Quiero dejar algo claro—, dije, mi voz firme y cortante. —No voy a aceptar un acuerdo que me deje sin nada. He perdido cinco años de mi vida y no voy a permitir que me arrebaten todo lo que me queda.—
Eleanor suspiró, su tono exasperado. —Damien, nadie está tratando de dejarte sin nada. Pero tenemos que ser razonables. Summer necesita estabilidad.—
—¿Estabilidad?— repetí, con sarcasmo. —¿Es eso lo que llamas llevándola a vivir con tu nuevo novio mientras yo estaba en coma? ¿Eso es estabilidad para ti?—
—Damien, por favor, no lo hagamos más difícil de lo que ya es—, dijo ella, su voz más baja, pero con una nota de irritación.
—No, Eleanor, no voy a callarme y aceptar esto como si nada—, repliqué, la rabia hirviendo en mi interior. —He vuelto a una vida que ya no reconozco, a una hija que no me conoce y a una esposa que me reemplazó. ¿Y esperas que me siente y acepte todo esto sin luchar? Ni de coña.—
—¿Qué es lo que quieres, Damien?— preguntó ella, finalmente mirándome. —¿Qué es lo que realmente quieres?—
—Quiero justicia—, respondí, mi voz dura como el acero. —Quiero la custodia compartida de Summer. Quiero asegurarme de que tenga un futuro con su padre en él. Y quiero que reconozcas que lo que hiciste estuvo mal, que te moviste demasiado rápido.—
—Damien, he hecho lo mejor que pude en circunstancias difíciles—, dijo Eleanor, con una mezcla de defensa y tristeza. —No puedes culparme por intentar seguir adelante.—
—¿Seguir adelante?— reí amargamente. —Eso es una bonita manera de decir que te rendiste. Que me rendiste.—
Su abogado intervino. —Damien, comprendemos que esto es emocionalmente cargado para ambos, pero debemos centrarnos en los términos prácticos del acuerdo.—
—Los términos prácticos—, murmuré, mis manos temblando de rabia contenida. —Aquí está mi término práctico: no me voy a quedar sin nada. Quiero tiempo con mi hija, y quiero lo que me corresponde.—
Eleanor miró a su abogado y luego a mí. —Está bien, Damien. Custodia compartida. Pero quiero asegurarme de que Summer esté bien cuidada y en un entorno estable.—
—Eso es todo lo que pido—, respondí, aunque en mi corazón sabía que nunca sería suficiente. —Y quiero una compensación financiera justa. He estado fuera del trabajo por cinco años. Necesito algo para poder empezar de nuevo.—
—Eso podemos discutirlo—, dijo su abogado, tomando notas.
El resto de la reunión pasó en un tenso intercambio de términos y condiciones. Al final, firmamos los documentos, sellando el final de nuestro matrimonio. Me levanté, miré a Eleanor una última vez y me dirigí hacia la puerta.
—Damien—, me llamó ella, su voz más suave de lo que había sido en toda la reunión.
Me detuve, pero no me volví. —¿Qué quieres, Eleanor?—
—Lo siento—, dijo ella, las palabras colgando pesadamente en el aire.
Asentí, sin girarme. —Yo también—, murmuré, y salí de la sala, sintiendo cómo el peso del mundo se cernía sobre mis hombros. La vida que conocía se había desvanecido, y ahora debía encontrar la manera de reconstruirla desde los escombros.
Nunca había tenido ningún vicio, pero hoy todo era diferente. Había comprado una cajetilla de cigarrillos esta mañana, sintiendo una desesperada necesidad de algo que calmara mi mente. Saqué un cigarrillo, lo coloqué en mi boca y lo prendí, inhalando profundamente.
Empecé a caminar por las calles, tratando de aclarar mi cabeza y buscar un apartamento en el cual vivir por mientras. Mi cuenta de banco había estado intacta durante los años que estuve en coma, aunque noté que Eleanor había usado una parte. Quizás para el bienestar de Summer, me dije, tratando de no dejar que el resentimiento creciera aún más.
Las calles estaban llenas de gente que parecía tener un propósito, a diferencia de mí. Me sentía desconectado, como si estuviera observando todo desde una distancia insalvable. No tenía idea de dónde comenzar a buscar, así que me dirigí a una cafetería cercana para usar su Wi-Fi y empezar a buscar en internet.
Encontré varios anuncios de apartamentos, la mayoría de los cuales eran demasiado caros o estaban en condiciones deplorables. Finalmente, vi uno que parecía accesible y no demasiado lejos. Terminé el cigarrillo y me dirigí a la dirección.
El edificio estaba un poco desgastado, pero no en mal estado. Subí las escaleras hasta el tercer piso y toqué la puerta del apartamento. Un hombre mayor abrió la puerta, con una expresión cansada pero amable.
—¿Vienes por el apartamento?— preguntó, su voz ronca.
—Sí, vi el anuncio—, respondí, tratando de sonar más seguro de lo que me sentía.
—Adelante, échale un vistazo—, dijo, haciéndose a un lado para dejarme entrar.
El lugar era pequeño, con una sala de estar que también hacía de cocina, un baño y una habitación. No era mucho, pero al menos era limpio y funcional. Miré alrededor, tratando de imaginarme viviendo allí. Era un cambio radical de la vida que había dejado atrás, pero no tenía otra opción.
—¿Cuánto es el alquiler?— pregunté, girándome hacia el hombre.
—Doscientos al mes. Incluye agua y electricidad—, respondió.
—Está bien—, dije, sin muchas alternativas. —¿Cuándo puedo mudarme?—
—Hoy mismo, si tienes el dinero—, dijo, encogiéndose de hombros.
Saqué mi cartera y conté los billetes. Afortunadamente, había sacado suficiente dinero del banco esta mañana para cubrir el primer mes y el depósito de seguridad. Le entregué el dinero y él me dio las llaves.
—Buena suerte, muchacho—, dijo, dándome una palmada en el hombro antes de salir.
Me quedé solo en el apartamento, mirando las paredes desnudas y sintiendo el peso de la soledad. No tenía muebles, ni siquiera una cama. Me senté en el suelo, sintiendo la dureza bajo mí y encendí otro cigarrillo. Inhalé profundamente, dejando que el humo llenara mis pulmones y exhalé lentamente, observando cómo el humo se disolvía en el aire.
Saqué mi teléfono y llamé a un servicio de mudanza para que trajeran algunas cosas básicas. Un colchón, una mesa, una silla. Todo lo necesario para empezar de nuevo. Mientras esperaba, miré por la ventana, observando la vida que continuaba afuera sin mí.
Mi cuenta de banco aún tenía algo de dinero, suficiente para mantenerme a flote mientras encontraba un trabajo. Pero el dolor en mi pecho no se iba. El miedo a no poder recuperar el tiempo perdido, a no poder ser el padre que Summer necesitaba, me carcomía por dentro.
Finalmente, el servicio de mudanza llegó y empecé a instalar las pocas cosas que había pedido. Colocar el colchón en el suelo, la mesa y la silla en un rincón. Todo se sentía temporal, como si no pudiera permitir que este lugar se convirtiera en mi hogar.
Encendí otro cigarrillo, sintiendo cómo el hábito comenzaba a enraizarse en mí. La vida que conocía se había desvanecido, y lo único que podía hacer era seguir adelante, un paso a la vez, incluso si cada paso se sentía como caminar en una cuerda floja sobre el abismo.
No tenía esperanzas, sólo una determinación fría de sobrevivir. Y eso, por ahora, tendría que ser suficiente.
w(°o°)w impactada, vida difícil la de Terry :(
pero al final si la encontré, los milagros existen 🙏🏾😭
te trataba como una cucaracha con kk y tú todavía eres dependiente a el
patético