Al morir y regresar, después de saber su destino; decide dejar todo por lo que siempre se esforzó y tratar de sobrevivir, sin importar lo que el resto de la gente a su alrededor, diga.
En su camino encuentra a la persona que la ayudará y será su apoyo en un futuro, al menos eso cree.
Para ello tendrá que casarse con aquel desconocido.
¿Será verdad?
¿Un contrato puede ser cumplido o se tendrá que romper?
¿El amor puede surgir a pesar de no conocerse?
Historia de Johana y Donatello, el principio de su vida...
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Viaje
El desayuno transcurrió de manera amena, platicaban de cosas triviales hasta que terminó y cada uno se fue a realizar sus labores.
—Lady Chian, ¿podemos hablar?— se acercó a la castaña.
—Por supuesto marquesa, adelante— le cedió la palabra.
—¿Usted sabe por qué estoy aquí?— quería saber que tipo de información tenía Johana.
—No exactamente, aunque puedo imaginarlo. Estoy segura que es porque nuestra boda está cerca o peor aún, porque conoceré a los padres del duque—
—Es usted muy perceptiva, como lo dijo , estoy aquí para apoyarla en todo lo relacionado con su boda, aclaro que no fue el duque quien lo pidió, sino más bien, mi esposo— con amables palabras, informó.
—Vaya, realmente creí que era porque conoceré a los padres del duque, eso me tiene un tanto nerviosa— sonreía algo forzada, pues lo que decía era verdad.
—No debería, yo ya conocí a los padres del duque Donatello y le puedo asegurar que son magníficas personas— la tomó de las manos para tranquilizarla un poco.
Aquella conversación, hizo que Johana estuviera más tranquila, ya que de verdad quería conocer a la familia del hombre que comenzaba a ganarse un lugar importante en su corazón, tomando en cuenta que ella jamás contó con una familia real.
Los días pasaron y faltando poco para viajar a la cabaña, Donatello y Johana, decidieron la fecha de su boda.
—¿Crees qué es poco tiempo?—
—Me encanta la idea, simplemente no puedo esperar para ser tu esposa por fin— se acercó al general y le dio un beso en los labios, se había vuelto común que hiciera eso, al parecer eran adictivos o tal vez, le gustaban demasiado los besos que daba Donatello.
—Jamás me voy a cansar de esto— habló cuando se separaron por falta de aire.
—Puedo hacerlo a cada momento— se estaba volviendo más atrevida con su futuro esposo, algo que a él no le disgustaba para nada.
Al parecer el general era alguien a quien le podría encantar que lo dominen, siendo está Johana, él no pondría ninguna restricción.
Nuevamente durmieron abrazados, uno a lado del otro, una cosa más que se volvió normal en la mansión Roux, pues ni siquiera Stephan que tenía a su esposa ahí, dormía con ella en la misma habitación.
—¿Cómo van los preparativos para su viaje?— la marquesa se acercó para preguntar.
—Todo está listo, partiremos mañana para llegar antes que los padres del duque— así lo habían decidido.
—Me alegro, por cierto, ¿ya decidieron la fecha de la boda?. Me gustaría adelantar algunas cosas mientras están de viaje, me aburro sin hacer nada— bostezó para darle más credibilidad a sus palabras.
—Será en tres meses, esa fue la fecha elegida— se veía muy feliz por ello.
—Entonces, antes de que parta, ¿Me podrá indicar algunas de las características que le gustaría en su boda?— estaba deseosa de comenzar con la organización.
Johana se quedó pensando por un momento, no había pensado en nada de eso. ¿Cómo debía ser una boda?, en su anterior compromiso, la que se encargaba de todo, era su madrastra y su hermana, de tan solo recordarlo, se molestaba con ella misma, por haber sido tan tonta. —Lo siento, realmente no lo sé— agachó un poco la cabeza, se sentía avergonzada.
—No se preocupe, podría decirme cuales son sus gustos y así cuando regrese, le tendré algunas sugerencias de como podría ser su boda, ¿le parece?— la amabilidad de la marquesa Vienko, llenaba de calidez, el corazón de la castaña.
Desde ese momento, comenzaron a redactar todo sobre los gustos de Johana, que al haber crecido alejada de su familia de cierto modo, pudo tener un criterio propio de lo que le gustaba y de lo que no.
Iniciando con el color del vestido, ella quería uno aperlado, le gustaba mucho ese tono de blanco, además de decidir que las flores que adornarían la ceremonia y celebración ese día, serían peonias y gardenias, ya que eran las que florecían más en el territorio del ducado, así ayudarían al pueblo con la compra de las flores. La comida sería lo de menos, eso lo dejaría en manos de la marquesa, pues ella podía comer de todo. Solo faltaba preguntar al duque sobre sus preferencias, aunque lo harían hasta que regrese de su corto viaje.
Aunque el día no fue muy ajetreado para los dos, dormirían temprano para madrugar y partir a su destino.
—¿Estás nerviosa?— ya estaban en el carruaje a punto de partir, vio a Johana algo tensa.
—Como no estarlo, son tus padres a los que voy a conocer—
El viaje dio inicio, está vez, el general viajaría con Johana en el carruaje y llevarían a una cuarta parte de sus soldados, dejando el resto a descansar por si llegase a presentarse alguna situación.
El primer día, se detuvieron solo para descansar a medio día y durante la noche a dormir, aunque resultaba un poco tedioso estar durmiendo fuera de casa, para Johana y los soldados, era algo que hacían seguido, entonces no resultó algo diferente.
Pasados dos días, habían llegado a una cabaña hermosa de solo una planta, pero grande, para al menos unas diez personas.
—Es muy hermoso aquí, da una tranquilidad indescriptible— respiraba profundamente para inhalar el aire puro de la naturaleza.
—Es bueno que te haya gustado, es una de las tantas propiedades que tienen mis padres— la dirigió a la entrada.
Era un lugar bonito, hogareño, construido para la nobleza, aunque conservando su estado rústico, el olor a madera podía sentirse en el aire.
—Dormiremos arriba, en habitaciones separadas— con la pena, debían hacerlo así, o podrían sufrir la ira de los padres.
—Entiendo esto, no tengo ningún problema con ello—
Los sirvientes subieron a dejar las maletas, en cada una de las habitaciones, mientras que Donatello le daba un recorrido a Johana por la casa y alrededores.
Incluso con los soldados llevados, en la cabaña había muchos más, era muy buena la seguridad en ese lugar.
—¿Por qué hay tantos soldados?, creo que son demasiados— veía asombrada a todos los hombres, vigilando el lugar.
gracias por escribir