Liliam es una chica campesina cuya vida cambiará cuando el Rey Evans se presente en la hacienda de su padre a cobrar una antigua deuda. A partir de allí empezará una historia de odio, romance y pasión entre ambos.
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DECISIÓN ATÓNITA
...LILIAM:...
Al principio no lo asimilé pero luego una ira me llenó por completo ¿ Qué le sucedía a mi padre? ¿ Cómo...
La risa del rey llenó el aire por unos segundos, mi padre se removió incómodo.
— Usted está loco — Dijo el rey, volviendo a su seriedad de sepultura — ¿ Qué voy hacer con una de sus hijas ?
— Si quiere puede llevarse a las tres — Siguió mi padre cuando pensaba que no podía ser peor.
— No gracias, para mí sus hijas no valen nada, no podría pagar ni una pieza de cobre por ellas — Dijo el rey y lo odie.
Claro, éramos simples campesinas, no teníamos sangre real. Obviamente y gracias al Creador que la idea no fue aceptada.
— Para mí valen más que la deuda antigua... Pondré en sus manos lo único que me queda de valor... Usted pondrá en mis manos la piezas que necesito para levantar la hacienda.
— Señor Cuper, usted tiene una deuda con la corona y quiere aumentar el valor de esa deuda pidiéndome piezas para su miserable hacienda, es muy atrevido y tonto de su parte... De ese modo me quedará debiendo hasta el alma.
— Le pagaré todo cuando vuelva producir.
— ¿ Qué me asegura que usted invertirá esas piezas en su hacienda? Nada garantiza que lo haga, quiere verme la cara de tonto pues no tengo de esas.
— Tendrá en mis manos algo que es muy valioso para mí, mi hija o mis hijas serán como una garantía mientras yo solvento la situación, después de que yo le pague usted me devolverá a mis hijas, así ambos quedamos satisfechos.
— ¿ Se está escuchando ? — Gruñe el rey mientras se aparta del escritorio.
— Majestad, piense con detenimiento, esto nos beneficiará a ambos a largo plazo, cuando la hacienda empiece a producir dará su granito de arena al reino, mis productos siempre fueron los mejores, siempre se vendían en el mercado.
— Usted administraba la hacienda correctamente pero quedó en banca rota por confiar en un estafador que le fue con un cuento, por ese simple error perdió todo... Nunca me arriesgo en poner mi confianza en campesinos.
— Es por eso que debo darle una garantía y lo más apropiado es que usted se lleve a mis hijas mientras yo arreglo los problemas de la hacienda, las señoritas serán de su propiedad.
El rey se quedó en silencio por mucho tiempo, yo estaba conteniendo las ganas de oponerme. Odié a mi padre en ese momento, odié el hecho de que nos utilizara como objeto para su trato, no nos amaba.
— ¿ Y si usted no logra levantar éste lugar ? — Preguntó el rey, en serio estaba considerando esa idea absurda.
— La vida de mi hija le pertenecerá.
La sangre se drena de mi rostro y empiezo a soltar lágrimas. Desconocía a mi padre.
— Sus hijas lo van a odiar profundamente, esto es un golpe bajo parece que no valen nada para usted— Dijo el rey.
Por primera vez estuve de acuerdo con él.
— Si las amo, pero si debo sacrificarlas por el futuro de esta hacienda y de ellas mismas debo hacerlo — Mi padre soltó una larga respiración— Esto debe quedar entre ambos, ninguna de ellas debe saber las verdaderas razones... Inventare otra cosa para no alarmarlas.
— Si acepto esto solo me conformaría con una, tres campesinas en mi palacio me estorbaría — El tono arrogante y despectivo del rey me hizo enojar — Está consciente de que en mis manos puedo hacerle lo que quiera.
Sentí pánico al imaginarme a mis hermanas siendo abusadas. Me intenté imaginar en esa situación pero fallé, yo no sería elegida. Era la menos agraciada de las tres y ese hombre se veía superficial y mal intencionado.
— Es un sacrificio que no me llena de alegría, pero siempre hay que hacer sacrificios por la familia.
Salí del escritorio completamente enojada. Mi padre palidece cuando me pongo de pie, el rey a su lado me observó como si fuera una cucaracha saliendo del polvo.
— ¡ Liliam ! ¿ Qué rayos hacías espiando ? — Mi padre me reprendió con vergüenza en su expresión.
— ¡ Es muy tarde para ocultar tu asqueroso trato ! ¡ No permitiré que toquen a Sandra ni a Clara, sobre mi cadáver le hacen daño ! — Grité, perdiendo la cordura.
— ¡ Haga silencio, no está en potestad de reclamar nada ! — Gruñe el rey mientras me observa con indignación — ¿ No le enseñaron que las señoritas no deben oír conversaciones ajenas ?
Otro idiota que tenía la mentalidad de las costumbres machistas, pero obviamente tenía que apoyarlas porque es el rey. Pues no, mi familia es diferente, desde niña nos enseñaron a defender nuestras opiniones y a no quedarnos calladas.
— ¡ No cuando me concierne, se trata de mi familia y usted es el que no tiene potestad para decidir el futuro de mis hermanas! — Gruño de vuelta.
Aprieta sus manos en puños y se acerca tanto que mi postura altanera cede.
— ¡ Maldita niña maleducada, a mí no me habla como si fuera el marrano del cochinero que limpia, esos aires de grandezas no le durarán, ante mi presencia debe cerrar la boca y dejar de comportarse tan irrespetuosa! — Me observó de pies a cabeza como si estuviera viendo a una lombriz.
Me sonrojo de la ira.
— Yo no me doblego ante nadie, ni siquiera ante usted — Dije pero me observó como si ya hubiese ganado la discusión.
— Ya veremos.
— Calma, estás ante el rey, muestra respeto — Gruño mi padre mientras se acercaba y me tomaba del brazo.
Me zafo de su agarre y empiezo a llorar.
— ¿ Cómo pudiste hacer esto ? — Jadee, completamente decepcionada — Esto es horrible, no lo permitiré, le prometí a mi madre que cuidaría de mis hermanas, de velar por ellas, tu no me vas a impedir oponerme, tu que siempre nos dejaste defender nuestras opiniones... Si te viera mi madre sentiría asco.
— Liliam, es por nuestro futuro y te aseguro que ella lo apoyaría, será por un tiempo, después podrá volver.
Se veía despreocupado. Esto era increíble.
— Mientras tanto que sea abusada y sometida a cosas horribles, sino logras pagar la deuda ya no volverá, porque no será dueña de su vida, puede ser asesinada o torturada porque no tendrá libertad. ¿ Qué no te duele ?
— No hay otra salida... Es la mejor elección, quedarse y sacar la hacienda adelante con ayuda de su Majestad, el Rey Evans... Es nuestro mejor aliado.
Observé al rey, se mantenía de brazos cruzados. Evaluando con expresión dura.
— No es ayuda, es sentencia, estás atando la soga al cuello... Estás poniendo en riesgo el futuro y la vida de una de nosotras.
Sollozo mientras me apoyo del escritorio.
— Señor Cuper — Dijo el rey con mirada firme — Acepto el trato.