Una famosa Agente de las fuerzas especiales reencarna en un mundo lleno de magia, incertidumbre y tal vez un poco de romance... ¿Podrá adaptarse a su nuevo mundo? o ¿su nuevo mundo se adaptará a ella?...
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Capítulo 15
Capítulo 15
Después de que Julio acompañó a mi familia hasta la puerta, los vi alejarse, completamente desconcertados. Aunque me había despedido de ellos con la mayor educación posible, sabía que mi paciencia con ellos se había agotado. Ya no era la misma persona sumisa y obediente de antes. Y, sin embargo, esa escena había sido un pequeño calentamiento para lo que sucedería después.
Cuando la puerta se cerró, me giré hacia el escritorio del Duque y, sin pensarlo dos veces, me senté en él, poniendo mi trasero de forma descarada sobre la madera. Mi mirada se cruzó con la suya y, en cuanto lo hice, él gritó con sorpresa y algo de irritación.
—¿¡Qué diablos estás haciendo!? —su voz sonó tan firme como siempre, pero había algo en su tono que no pude evitar encontrar gracioso.
Lo miré, desconcertada, como si no fuera obvio lo que acababa de hacer.
—Me siento... —respondí con una sonrisa juguetona.
—Eso no, pero ¿por qué no usas una silla? O acaso se te olvido que forma tienen las sillas—
Mientras lo miraba inocentemente le digo —¡Ay no!, ¿no estoy usando una silla...? —riendo un poco mientras me acomodaba en el escritorio, disfrutando un poco de la situación.
El Duque me miró con incredulidad.
—Hablo del beso, “cariño” —exclamó, pero antes de que pudiera continuar, me lancé a defenderme.
—¡Ay! Tanto escándalo, es solo un beso... —le respondí con tono burlón, mientras le guiñaba un ojo.
—Te volviste loca, definitivamente. Voy a llamar al doctor para que te vuelva a revisar, por si acaso. —
—¡Estoy bien! Solo la presencia de esa perra me dio coraje... Agradece que solo te di un beso —le dije, mientras me reía, disfrutando de ver cómo su semblante se tornaba más serio y desconcertado.
—¡Me vas a dar un dolor de cabeza! —dijo él, mientras se frotaba la sien.
—A cierto Duque... ¿Cuándo me darás el divorcio? —pregunté, cambiando de tema sin perder mi tono juguetón.
Él se quedó en silencio por un momento, mirándome como si estuviera evaluando mis palabras. Finalmente, respiró hondo.
—Eso es... imposible por ahora —dijo, como si fuera una obviedad.
—¿Por qué diablos quieres seguir conmigo, Duque? Tengo una familia espantosa, por lo que escuché soy una mujer insoportable, no me comporto, soy arrogante... y hasta hace poco se suponía que tenía un amante. —Mi tono de voz era sarcástico, pero también un poco desafiante.
El Duque me miró, pensativo, y luego comenzó a hablar lentamente.
—Mira, me acabo de enterar de que eres virgen, cuando podrías haberme engañado en cualquier momento. Sin embargo, fuiste fiel... eres joven, y si te divorciaras de mí, nadie querría casarse contigo. Todos pensarían que te acostaste conmigo y que algo raro pasó que provocó nuestra separación. —Su mirada se fijó en mí, observando cómo reaccionaba.
Me reí, algo divertida por su observación.
—Eso no me importa, Duque. Puede que haya perdido la memoria, pero no soy estúpida. Haré algo por mi cuenta. Además, no me volvería a casar ni loca. Una vez es suficiente, ¿no crees? Mala experiencia... —comenté con una sonrisa irónica, dejando que la situación se enfriara un poco.
El Duque rió, algo nervioso, y luego habló.
—Bueno, si insistes, podemos llegar a un acuerdo. Dame dos años de tu vida y te recompensaré con lo que quieras... dinero, propiedades, lo que sea... te será más fácil para vivir por tu cuenta —dijo, mirando hacia otro lado, como si estuviera tratando de medir mis reacciones.
Lo miré con escepticismo, dudando de su oferta.
—¿Dos años? ¿Por qué...? —pregunté, realmente curiosa por el motivo detrás de esa propuesta.
Él frunció el ceño, luego suspiró.
—No tienes que saber por qué... —respondió él rápidamente, viendo que mis ojos lo miraban con atención.
—Mire Duque, escuché muchas cosas malas sobre mí, soy bastante perra por lo visto, así que voy a considerar esta segunda oportunidad como para reivindicarme, así que cada decisión que tome la evaluaré, si me mantengo casada con usted capaz lastime a un tercero inocente lo cual no está en mis planes. — En mi mente no sonaba tan cursi… como se nota que estoy en una novela…
Me miro derrotado y dijo—Si insistes en saberlo... Pero debe quedar entre nosotros—
—Si señor—
Me quedé en silencio, observando cómo se preparaba para contarme algo que probablemente era importante.
—Tengo dos razones suficientes para que permanezcamos casados. La primera es que mi abuelo solo me heredará su título bajo una de dos condiciones: que me case o que le dé un bisnieto. Pero debo mantener el matrimonio por tres años... —dijo con una sonrisa algo forzada, como si esperara que le cuestionara.
Lo miré, pensativa, asintiendo con comprensión.
—Es una buena razón, considerando las circunstancias... la época... El pensamiento de tu abuelo es bastante anticuado, pero es una forma de obligarte a casarte sí o sí. Aunque no te puso condiciones como la loca, con una familia de porquería no, ¿verdad? —respondí, sonriendo de forma sutil.
Él se sonrojó ligeramente antes de contestar.
—No, nada de eso... podría casarme con quien quisiera, mientras me casara, claro. —Su tono era serio, pero había algo en su mirada que denotaba que esto era más complejo de lo que parecía.
—Entonces, ¿por qué elegirme a mí? —le pregunté, con una sonrisa divertida.
—Sencillo —dijo, mirándome fijamente—. Tu padre no tenía poder alguno. No podía interferir. Y tú tenías una actitud horrenda, pero eras respetada en sociedad. Nunca creí que tu padre te manipulara tanto, pero gracias a los últimos sucesos, tu padre ya no es un problema para mí...—
Lo miré fijamente, preguntándome cuál sería la otra razón que tenía.
—Dime la segunda cuestión por la que te conviene mantenerte casado conmigo... —dije, curiosa.
Él pareció avergonzado por un momento, y luego se rió un poco nervioso.
—La segunda es un poco vergonzosa para mí... — Su tono estaba lleno de una especie de incomodidad.
—Más que casarte para heredar las cosas de un anciano—
—sí…—
Observe que dudaba de seguir hablando por lo que dije de forma graciosa —Tú ya sabes mi súper secreto—
Me miro un poco desconcertado, por lo que proseguí —Nunca estuve en la cama de ningún hombre y ya llevo como un año casado... —dije, intentando explicar mi secreto…
Me miró en shock y, en un segundo más tarde estalló de la risa, guau que bonito se ve riendo…. Pero no me iba a quedar callada
—¡Oye, no te rías! ¡Tú tienes parte de culpa en esto! —dije, riendo un poco, la situación se volvió menos tensa. Lo observé fijamente, sin moverme, esperando que continuara.
—Bien, bien... No puedo creer que te hayas vuelto tan descarada. —dijo entre risas.
Finalmente, él se puso serio y continuó:
—La segunda razón... es que la princesa, la media hermana del príncipe heredero, me quiere como esposo. Yo no apoyo a ninguna facción, pero casarme con alguien de la realeza inclinaría la balanza. Soy consciente de que mi ducado es uno de los más poderosos, no solo por su riqueza, sino por el entrenamiento a sus soldados... —
Lo miré, levantando una ceja, y respondí:
—Al de la puerta le falta bastante... —comenté, sin poder evitar la diversión en mi voz.
—Él es nuevo, pero es un fiel seguidor mío. —dijo, como si intentara justificar la presencia de alguien que claramente aún no estaba a la altura.
Reí un poco antes de responder
—Oh, ¿tu lame botas? —le dije con una sonrisa burlona.
—No quiero casarme con la princesa, hija de la concubina que está peleando para colocar a su hijo en lugar del príncipe heredero... Otra señorita no era opción, ya que muchas tienen a su familia inclinada hacia alguna facción u otra. Tu padre es el único que encontré que no buscaba unirse a ningún bando... Solo quería dinero y poder para sus negocios. Pero juro que mi intención nunca fue que fuera contra tu voluntad. Por eso tenías las libertades que querías, al punto que no tienen ninguna obligación con el ducado, tus tareas las hace mi mayordomo—
Lo miré fijamente, analizando sus palabras, en cuestión de necesidad a los dos nos viene mejor seguir juntos que separarnos…
—Bien... ¿qué opinas? —me preguntó, esperando una respuesta.
Me quedé en silencio un momento.
—Déjame pensarlo un poco. Dame unos días... —dije, mientras evaluaba las circunstancias.
Así era como las cosas se estaban volviendo. Desordenadas, pero interesantes.