Me Casé Con El CEO Enmascarado Y Discapacitado

ELENA COEN

Revisé todo el cuarto, no había ni una sola prenda de Dustin. Me sentí un poco aliviada. Traté de abrir la puerta, pero estaba trabada. Seguía encerrada solo que ahora en un mejor cuarto.

Me venció el sueño.

Un aroma a vainilla con limón me despertó. Abrí un poco los ojos. Me asusté.

— ¿Qué haces ahí mirándome en lo oscuro? — mi corazón casi se sale por la boca.

Era Dustin.

— Tú eres mi esposa — esas palabras me dieron un poco de ansiedad — Eres una niña muy bonita.

Me levanté de la cama y caminé hasta el otro extremo de la cama.

— ¿Te doy miedo?

— Me das asco— respondí inmediatamente.

— ¿Asco? — Dustin se acercó — Sabes que en algún momento vamos a consumar nuestro matrimonio.

Me tomó la mano y me jaló hacia él.

— No quiero tener sexo contigo.

— ¿Por qué?

— Me das miedo, asco, te repudio. Yo no quería casarme con un monstruo como tú— me puse a llorar.

Dustin soltó mi mano y salió del cuarto.

No sé si lo que dije hirió sus sentimientos, Pero si él se presta a este maldito juego de su padre es porque es igual que él.

Después que Dustin salió del cuarto, no pude dormir. Quedé en alerta lo que restaba de la madrugada. Me di un baño rápido. La empleada llegó a buscarme para que bajara a desayunar.

DUSTIN MONDRAGÓN

¿Asco? Siente asco. ¿Soy un monstruo? ¿Le doy miedo? Estoy cansado de todas esas etiquetas de mierda. Sabia que esto era un error, se lo dije a mi papá. Cuantas mujeres ha traído y todas terminan huyendo cuando me ven. ¿Qué tan horripilante soy?

Tres años atrás....

Era un chico muy feliz que venía de una fiesta, las chicas me buscaban por montón. Era algo así como un casanova. Tomé unos tragos de más, pero no estaba ebrio. Conduje tranquilo por la carretera hasta que sentí el impacto fuerte que hizo que mi auto rodará por toda la calle.

Desperté meses después. No pude mover mis piernas, quedaron llenas de cicatrices así como mi cara. Entré en una depresión profunda después de la cirugía que prometió hacerme caminar.

Sé que el amor de padre puede llevarte a cometer errores. Y han sido años donde mi papá cree que por el dinero cualquier mujer me va a querer tal como estoy.

Ahora, ¿dónde están esas mujeres que me seguían, que querian hasta tenerme hijos?

Mi vida no va a cambiar.

Al día siguiente bajé a desayunar (hay ascensor) Elena estaba sentada. Parecía un borrego comprado, aunque siendo realista, ella es eso.

— ¿Cómo estuvo la noche de boda, Dustin?

— No quiero hablar de eso delante de ella. Puede que vomite ahora mismo.

— ¿Qué dices hijo? Está mujer te ha despreciado.

— Siempre me expones de la peor forma. Ella no me sirve — la miré de reojos.

Elena bajó su mirada al plato.

— Solo déjala que se vaya. No vendré más a comer al comedor, ya sabes que no me gusta.

Mi padre se levantó muy enojado de la silla y se dirigió a Elena, le dio una cachetada.

— No vuelvas a desairar a mi hijo. Tú eres su esposa y punto. De aquí no sales a menos que le des un hijo. Tu eres propiedad de él. Solo recuerda que tú padre te perdió en esa apuesta.

— No hagas eso delante de mí. No le pegues. — le dije.

Me sentí un poco culpable. Elena tenía sangre en sus labios.

¿Cuándo mi padre dejará esa obsesión por un nieto? Si mi amigo (osea, mi miembro) no puede. Nunca pude hacer nada después del accidente, ni con todas las prostitutas que pagó.

Aquí ella no es el problema, el problema soy yo que perdió toda su capacidad de tener sexo con las mujeres.

Ella se levantó de la mesa y salió corriendo al cuarto.

— Papá, no le vuelvas a pegar. Acepté este circo, pero no le pegues.

— Ella tenía que cumplir cómo tu mujer.

— Ya he hablado contigo de esto. Cancela este matrimonio tan absurdo.

Regresé a mi cuarto. Tomé un espejo y me miré la cara. Lo tiré contra la pared.