Sara García siempre fue la "oveja negra" de su familia, una joven callada y tímida que creció entre las humillaciones de sus padres y las burlas de sus compañeros. Mientras el resto de la prestigiosa familia García brillaba en los eventos sociales de España, Sara era relegada a las sombras, ridiculizada incluso por su propia madre, quien le repetía que jamás sería más que una chica "fea y torpe".
Pero todo cambió cuando conoció a Renata, una joven rebelde y brillante en la universidad, quien le enseñó a confiar en sí misma. Juntas, desarrollaron NeuroLink, una tecnología revolucionaria capaz de conectar mentes humanas para compartir pensamientos y emociones en tiempo real. Decididas a demostrar su valía, patentaron el proyecto en secreto y amasaron una fortuna que mantuvieron oculta para protegerse de quienes siempre las subestimaron.
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La Ruina Aparente
Jorge observaba con satisfacción cómo su plan tomaba forma. Desde su oficina, veía los titulares que se multiplicaban en los medios:
"NeuroLink: ¿Revolución o engaño?"
"Acusaciones de plagio y vulnerabilidad sacuden el proyecto de Sara García."
Había filtrado información falsa, asegurándose de que los rumores fueran lo suficientemente jugosos para captar la atención de periodistas ávidos de escándalos. La acusación de que NeuroLink utilizaba tecnologías robadas y tenía fallos críticos en su seguridad fue un golpe directo al corazón del proyecto. Jorge sonrió mientras sorbía de su copa de whisky, disfrutando del caos que había desatado.
—Veamos cuánto tiempo más aguantas, Sara murmuró con una sonrisa helada.
En la oficina de NeuroLink, Sara sostenía el periódico con manos temblorosas. La noticia había causado un revuelo en la industria, y su equipo estaba en estado de crisis. Renata, que siempre tenía algo que decir, estaba callada por primera vez, sus ojos reflejaban la misma mezcla de rabia e impotencia que sentía Sara.
—¿Quién pudo hacer esto? preguntó Sara, su voz apenas un susurro.
Renata cerró los ojos, conteniendo el impulso de gritar.
—Esto no es casualidad, Sara. Esto es un ataque. Y no solo contra NeuroLink, sino contra ti.
Sara asintió, aunque no podía comprender por qué alguien querría destruir su trabajo. Respiró hondo, intentando calmarse.
—Debemos contrarrestar esto. Emitir un comunicado oficial y presentar pruebas de que esas acusaciones son falsas.
Renata se levantó de golpe.
—Eso no será suficiente. Debemos averiguar quién está detrás de esto y demostrar que todo es una mentira.
Mientras tanto, Rodrigo observaba la noticia en su despacho. Su expresión era sombría, pero sus ojos reflejaban determinación. Sabía que Sara no era capaz de algo como lo que se le acusaba. Había visto su dedicación y pasión de cerca. Además, empezaba a sospechar que su propio hijo estaba involucrado.
Esa misma noche, durante una reunión privada con sus contactos en la industria, Rodrigo tomó la palabra frente a una sala llena de empresarios y medios de comunicación.
—He tenido el privilegio de trabajar de cerca con Sara García y su equipo. Quiero dejar en claro que estas acusaciones son infundadas y carentes de pruebas reales. NeuroLink es un proyecto revolucionario, y estoy seguro de que superará este obstáculo.
El peso de su nombre y reputación causó un impacto inmediato. Los murmullos en la sala se transformaron en un apoyo casi unánime hacia Sara. Las cámaras captaron cada palabra, y al día siguiente, los titulares destacaban su declaración:
"Rodrigo López defiende a Sara García: 'NeuroLink marcará una nueva era'."
En su departamento, Jorge miraba con furia las noticias. El movimiento de su padre había cambiado la narrativa por completo. Ahora, en lugar de cuestionar a Sara, los medios elogiaban su trabajo y destacaban el apoyo incondicional de Rodrigo.
—Maldito viejo, te desprecio gruñó, apretando los puños.
Emilio lo llamó poco después.
—Jorge, esto no está funcionando. Si Rodrigo está involucrado, será mucho más difícil hundir a NeuroLink.
—¡No me importa lo que cueste! espetó Jorge.
—Voy a destruirlos a ambos.
En la oficina, Sara recibió una llamada inesperada. Era Rodrigo.
—Quiero que sepas que estoy contigo en esto —le dijo con voz firme.
—No permitas que estas mentiras te derrumben. Si necesitas algo, lo que sea, cuentas conmigo.
Las palabras de Rodrigo le arrancaron una sonrisa cansada, pero sincera.
—Gracias, Rodrigo. Esto significa mucho para mí.
Al colgar, Renata entró con una sonrisa torcida.
—Bueno, parece que tu caballero de brillante armadura llegó justo a tiempo.
Sara rodó los ojos, aunque no podía negar que la intervención de Rodrigo había sido un alivio inesperado.
Pero Jorge no estaba dispuesto a rendirse. Desde las sombras, continuaba planeando su próximo movimiento, dispuesto a todo para destruir lo que él mismo había provocado. Lo que no sabía era que, con cada paso que daba, se hundía más en un abismo de oscuridad del cual no hay retorno.