Como será vivir sin el hombre, que se ama con toda el alma ?
Soy Angela una mujer que estubo casada durante veinte años y por una traición. Mi vida da un giro inesperado.
Con el tiempo vuelvo a creer y a conocer el verdadero amor.
Pero a la vez, me toca conocer el dolor más grande que se puede llegar a sentir en el alma...Al no tenerlo a mi lado.
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Noche de luna llena.
Ya era de noche... Fui a caminar por la orilla del mar, donde había un paisaje hermoso, la luna llena se reflejaba en el mar y todo se iluminaba.
¡Qué noche más bella!
Solo yo y mis pensamientos, mojando mis pies descalzos en la playa, pero de pronto veo a un hombre caminando casi enfrente de mí, donde yo levanto la mirada y él también hace lo mismo.
Al verlo, reconozco esa mirada. (Era el padre de Antonia, un hombre alto, cuerpo atlético, pelo castaño y ojos muy verdes, realmente era guapo.)
Pero también era el mismo idiota que me apretó tan fuerte mi brazo, que quedó todo morado y él que me había mandado a sacar como cualquier cosa de la feria.
Vuelvo mi mirada, apenas me di cuenta de que era él y seguí caminando porque con lo impulsiva que soy, quizás me lanzó encima de él para abofetear su rostro. Y reclamarle por lo que me había hecho él muy idiota.
Así que decidí seguir caminando, olvidando a ese hombre y lo que había sucedido...
Después de caminar un largo rato me voy al hotel para ir a dormir porque mañana me iré a casa temprano. Al ir llegando veo nuevamente a ese hombre sentado en la terraza. (Está vez hice que me viera y lo mire con mucho odió) Y seguí caminando para ir a mi habitación.
Al llegar abrí las ventanas que dan al balcón. Me sirvo una copa de vino y enciendo un cigarrillo. ¡Que más podía pedir.!
La luna se veía tan hermosa y el cielo estrellado, sintiéndome completa y lo que hace años sentía que me falta, ahora siento que lo tengo y que no me falta nada.
¡Tengo todo lo que quiero! Me digo a mí misma, mientras de pronto me siento observada y fijo mi mirada a la terraza de abajo y ese maldito hombre me estaba mirando y riéndose de mí.
Me echó a perder ese momento tan mágico así entre de inmediato a mi dormitorio y cerré las cortinas. Me acosté y me quedé profundamente dormida.(Tengo una facilidad para dormirme impresionante)
A la mañana siguiente en qué termino de bañarme. Tocan la puerta, al abrir, un camarero me entrega un hermoso arreglo de flores.
Le pregunto quién lo había enviado, pero él no sabía de quién era. Pero que se lo recibiera, así que lo tomo y lo entro a la habitación para abrir la tarjeta. ¡¡Disculpa, fue un malentendido, Andrés!! Qué rayos yo no entendía nada, creo que alguien se equivocó de habitación.
(Llegué a pensar que sería de Camila o Beatriz.)
Bajo a tomar desayuno, pero primero llevo las flores y las dejo en recepción, ya que yo no conozco a nadie con ese nombre. Así qué asimile que no era para mí.
Me siento en mi mesa y me tomo mi café muy cargado que me encanta por las mañanas y unas tostadas, hasta que escucho que alguien me saluda con una voz muy bajita.
_ ¡Antonia! Qué linda sorpresa _ le digo al ver a la pequeña niña.
_ ¿Cómo estás, hermosa?
_ Muy bien Ángela, ya estoy con papá. Gracias a ti, por ayudarme a encontrarlo.
_ Mi pequeña niña qué bueno, me alegro mucho _ le vuelvo a decir.
Ella me pregunta si puede tomar desayuno a mi lado, ya que su padre estaba ocupado y la envío a buscar algo para comer. Obviamente, le respondí que si pensando que ese hombre que deja sola a una niña tan pequeña es realmente un idiota.
Pedimos al mozo un vaso de leche y unas galletas. ¡Antonia se veía feliz! Me recordaba mucho a mis hijas cuando tenían su edad. Eso sí que, mis hijas eran mucho más inquietas y conversadoras que Antonia.
Ya que Antonia era muy tranquila y hablaba muy poco. Pero lo bueno era que yo sabía entender lo que me decía. Luego le limpié su carita con una servilleta con mucho cuidado, porque tenía una piel tan blanca que daba miedo lastimar, si la tocaba muy fuerte.
_ Tienes unos lindos bigotes de leche blanca gatita _ Antonia se rio a carcajadas.
En ese momento llegó su padre y mató el grato momento preguntando si se podía sentar a desayunar con nosotras.
_ Sí, no hay problema. Sigue desayunando con tu hija, ya que yo me voy ahora _ le digo y me levanto, le doy un beso en la frente a Antonia y una caricia en su cabeza.
_ Adiós mi pequeña Antonia fue un gusto conocerte.
_ A mí también me gustó conocerte Ángela, me hubiese gustado que te quedarás más tiempo desayunado con nosotros _ me dice Antonia con su carita triste.
_ ¡No puedo! _ le respondo _ Tengo que viajar ahora y se me está haciendo muy tarde.
Volteando la mirada a su padre, mientras él muy idiota tiene la cabeza agachada. Le vuelvo a dar un beso a Antonia y me voy del lugar.