— Advertencia —
Es una historia corta.
La trama tiene contenido adulto, se pide discreción.
♡ Sinopsis ♡
Jodie nunca se ha quedado quieta, tiene una energía desbordante y una manera de meterse en donde no la llaman. Cuando se muda a un nuevo edificio, se encuentra con Kai; totalmente opuestos.
Él es reservado, ama el silencio y su rutina inquebrantable, pero su tranquilidad empieza a flaquear cuando Jodie lleva el caos hasta su puerta. ¿Podrá Kay resistirse a sus provocaciones?
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Un último intento
Había culpado a Jodie de ser una inmadura cuando, por fin, sentí que todo este tiempo el que no estaba actuando conforme a mis acciones era yo. Al pedírselo, juré que me ignoraría por completo y me dejaría allí varado una vez más, y no la iba a culpar, lo tenía merecido. Pero
el alivio llenó mi pecho cuando terminó por aceptar, y se fue tan pronto como vino al recordar que aún tenía una caja con ella además de otras más que había llevado con el pasar del día, y tenía total intención de seguir avanzando hacia la salida del edificio.
No quería sentirme pesimista pero la realidad de la situación me envolvía sin piedad.
—Incluso con esto, te mudarás ¿Verdad? —pregunté, casi como si la respuedta ya fuera un hecho. Y Jodie asintió lentamente como si fuera irremediable—. Pero, ¿por qué? No tienes que mudarte —mi voz se rompió levemente.
—La mudanza ya está hecha, Kay. Y terminé con el contrato, el departamento está alquilado por alguien más. No es algo que pueda cambiar ahora.
La revelación me hizo volver a entrar en pánico. Mi mente daba vueltas, tratando de entender cómo había dejado que llegáramos a esto.
—¿Alquilado? ¿Qué quieres decir? —las palabras salían atropelladas de mi boca.
—Sí, lo adquirieron inmediatamente, creo que estaban en una lista de espera. Me parece que ocuparán el departamento la próxima semana, cuando termine de sacar mis cosas.
No había visto la realidad sino hasta que la mencionó, y las consecuencias de mis actos emergieron a la superficie como una ola imparable. Pero ya era tarde para cambiar lo que había hecho. La vida es una sucesión de elecciones, y ella había hecho la suya.
—¿Cómo has podido mudarte tan rápido? Apenas y llevabas meses aquí —Sólo me observó mientras yo mismo resolvía mis conflictos internos mientras ella permanecía tranquila, supongo que alterarse y agobiarse con el tema no serviría de nada. Las cosas estaban hechas, tampoco significaba que no la volvería a ver, pero no sería lo mismo y no podía contra ese malestar—. No, me niego a que simplemente te puedas ir así. ¿Estás segura de que no hay nada que pueda hacer para remediarlo?
—Pues… —tanteó las palabras, evaluando el momento. Su voz era baja.
—Pues… ¿qué? ¿Es todo lo que vas a decirme? —insistí con impaciencia.
—Es que tal vez sí que pueda arreglarlo, pero no lo sé, no estoy segura.
Su indeciso “tal vez” encendió una leve esperanza en mí, y sentí como la angustia y el desespero que me ahogaban comenzaron a disminuir ligeramente. No comprendía por qué dudaba en decírmelo, pero ya lo dije, habría hecho lo que fuera.
—¿En serio? Solo dime —me apresuré a confesar—. Si tienes alguna condición, yo la cumplo.
Se rascó el brazo antes de hablar, en un gesto nervioso.
—La condición sería que tú te vieras involucrado. —Me sentí confundido, no entendía a qué se refería, pero necesitaba que terminara de hablar, así que me mantuve en silencio—. Podría… quedarme contigo, en tu depa —su respuesta me abrumó, no precisamente porque fuera algo negativo, sino porque mi mente tardó en procesarlo—. Unas semanas —se aceleró en agregar, como si a mí me molestara lo mínimo su sugerencia, como si pensara que mi primera reacción sería la de rechazarla—. Sólo hasta que vuelva a conseguir algo cerca de aquí. Digo, sí quieres.
—Sí, por supuesto que quiero. Entonces te quedas conmigo —mencioné, como una decisión tomada de forma inmediata. No quería pensarlo más, era la única opción y, de hecho, me parecía la más correcta—. Cualquier cosa para no tenerte lejos.