Sacha, buscando una lectura emocionante, se topa con "Emperador, ¿por qué mataste a mi hermano?", una novela BL donde el emperador, obsesionado con Leo, lo mata accidentalmente al proteger a su hermana adoptiva.
Al terminar la novela, Sacha se ve transportada al mundo ficticio, convirtiéndose en la hermana adoptiva de Leo. Ahora, con el conocimiento del futuro, debe proteger a su hermano del emperador, un hombre que, aunque lo amaba, lo mató por un error trágico.
Sacha se enfrenta a un dilema: ¿puede cambiar el destino de Leo sin sacrificar su propia felicidad? ¿O se verá atrapada en un romance peligroso con el emperador, un hombre que, a pesar de su amor, es capaz de cometer actos terribles?
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La Red Invisible
El amanecer trajo consigo una atmósfera aún más pesada. Las miradas entre los soldados del campamento estaban cargadas de tensión, y los murmullos entre los nobles no se detenían. Sacha sabía que cada paso que daba era vigilado, y que cualquier movimiento en falso podría sellar su destino.
Mientras recorría el campamento, fingiendo normalidad, sentía que su mente iba a mil por hora. Las palabras de Garon resonaban en su cabeza: "Usarán tu sangre para activar un artefacto."
"No pueden atraparme. No puedo permitir que usen mi vida para traer de regreso a quien sea que estén buscando."
Por la tarde, Sacha fue convocada a una reunión privada con el emperador. Aunque estaba nerviosa, sabía que no podía mostrarse débil. Al entrar en la tienda principal, encontró al emperador revisando documentos. Su mirada implacable se alzó para encontrarse con la de ella.
—Lady Sacha, gracias por venir.
Ella inclinó la cabeza respetuosamente.
—Majestad, siempre a su servicio.
El emperador señaló una silla frente a él.
—Siéntate.
Sacha obedeció, manteniendo la calma exterior.
—He recibido informes preocupantes —comenzó el emperador—. Algunos señalan que has estado en lugares donde ocurrieron incidentes sospechosos. Otros, incluso, afirman que tienes conocimientos de magia oscura.
Sacha mantuvo la mirada fija en el emperador, tratando de interpretar sus palabras.
—Majestad, entiendo sus preocupaciones. No puedo negar que he estado cerca de ciertos eventos, pero le juro que jamás he participado en algo que pueda perjudicarlo a usted o a su reino.
El emperador la estudió en silencio durante unos segundos, que a Sacha le parecieron eternos.
—Las pruebas en tu contra son contundentes, pero algo en ellas no encaja del todo. No eres la clase de persona que parece capaz de algo tan calculado. Sin embargo, los nobles están exigiendo respuestas.
—¿Y qué piensa usted, majestad? —se atrevió a preguntar.
El emperador entrecerró los ojos.
—Creo que hay más en juego aquí de lo que parece. Pero hasta que pueda confirmar mis sospechas, no puedo ignorar las voces de mis consejeros.
Sacha asintió lentamente.
—Entiendo, majestad. Haré lo que sea necesario para demostrar mi inocencia.
El emperador no respondió de inmediato, pero sus ojos parecían más suaves.
—Por ahora, mantente cerca de Leo. Es un hombre en el que confío plenamente.
Esa noche, mientras Sacha caminaba de regreso a su tienda, una figura la interceptó. Era Garon, con el rostro pálido y una expresión alarmada.
—Lady Sacha, debemos hablar.
Ella lo llevó a un rincón oscuro del campamento, lejos de oídos indiscretos.
—¿Qué ocurre? —preguntó en un susurro.
Garon miró a su alrededor antes de hablar.
—Adrien y Cassian están moviéndose más rápido de lo que esperaba. Planean atraparla mañana durante la inspección de las provisiones.
Sacha frunció el ceño.
—¿Cómo lo sabes?
—Escuché a Cassian dando órdenes a un grupo de hombres. Dijo que era su oportunidad para llevarla lejos antes de que el emperador descubra algo.
Sacha apretó los puños.
—¿Y sabes a dónde planean llevarme?
Garon negó con la cabeza.
—No dijeron nada claro, pero mencionaron un lugar al sur. Algo sobre un templo abandonado.
"Un templo... suena como el lugar perfecto para activar ese artefacto."
—Gracias por decírmelo, Garon. Me has ayudado más de lo que imaginas.
El hombre asintió rápidamente antes de desaparecer entre las sombras.
Sacha sabía que no podía esperar pasivamente a que la atraparan. Esa noche, reunió un pequeño paquete con provisiones y escondió un cuchillo en su bota.
"Si intentan llevarme, al menos no lo tendrán fácil."
Antes del amanecer, visitó la tienda de Leo. Él estaba despierto, afilando su espada.
—¿Sacha? —dijo sorprendido al verla.
—Necesito tu ayuda, pero no puedo explicarte todo ahora —respondió rápidamente—. Confía en mí, por favor.
Leo la miró fijamente, notando la urgencia en su voz.
—Siempre confío en ti. ¿Qué necesitas?
—Mantente cerca de mí durante la inspección de las provisiones. Algo va a pasar, y no quiero enfrentarme a ello sola.
Aunque parecía confundido, Leo asintió sin dudar.
—Lo haré.
Cuando llegó el momento de la inspección, todo parecía normal al principio. Los soldados revisaban los suministros bajo la atenta mirada de los oficiales. Sacha permanecía junto a Leo, actuando como si todo estuviera en orden.
Entonces, ocurrió. Un grupo de hombres, liderados por Eldor, irrumpió en la zona, alegando que habían encontrado pruebas de traición entre las provisiones.
—¡Lady Sacha! —gritó Eldor, señalándola con un dedo acusador—. ¡Esto es tuyo!
En su mano sostenía un pergamino con símbolos oscuros, similar a los que Adrien había presentado antes.
Los soldados comenzaron a murmurar, y algunos incluso desenfundaron sus armas.
—Esto es una trampa —dijo Leo, dando un paso adelante—. No dejaré que se la lleven.
Eldor lo miró con desdén.
—¿Qué harás, chico? Esto es una orden del emperador.
Sacha aprovechó la distracción para actuar. Sacó el cuchillo de su bota y lo arrojó hacia Eldor, quien apenas logró esquivarlo.
—¡Corre! —le gritó a Leo, antes de lanzarse hacia un caballo cercano.
Leo, aunque confundido, no dudó en seguirla. Montaron rápidamente y se alejaron del campamento mientras Eldor gritaba órdenes para que los persiguieran.
Mientras galopaban a toda velocidad, Sacha no podía evitar sentir una mezcla de alivio y terror.
—Sacha, ¿qué demonios está pasando? —gritó Leo sobre el sonido de los cascos.
Ella lo miró brevemente.
—Solo confía en mí. Te lo explicaré todo cuando estemos a salvo.
Leo apretó los dientes, pero no insistió.
"Por ahora, solo tengo que mantenernos vivos. Después, encontraremos la manera de acabar con esta conspiración."