La Venganza De Un Marido.

Ya había pasado una semana desde el incidente con James Jones, sus padres le habían prohibido salir de la casa, pues en el pueblo corrían los rumores y no querían que ella tuviera que pasar un momento a consecuencia de lo sucedido. Su padre había sido categórico ante su posición, ella se casaría con James Jones para salvar su reputación, ya ambas familias habían llegado a esa conclusión, como única solución a lo sucedido, y así acallar los cotilleos de Snowfiel. Según su padre James había prometido ser un buen esposo. Pero Casandra sabía que jamás lo sería. Él le había dejado claro eso la última vez que lo tuvo en frente. Y había intentado decírselo a sus padres pero no quisieron escucharla. Se negaban a tan siquiera dejarla hablar y apenas le dirigían la palabra. Era como si hubiera dejado de existir para ellos. Por alguna razón Casandra sintió que no le creían ellos tampoco. Y quedó demostrado en cuanto le dijeron que seria las esposa de James Jones.

Casandra había esperado tranquilamente en su habitación a que sus padres y su hermana Monique se fueran a dormir, ella no bajó a cenar alegando una terrible migraña y falta de apetito.

Cuando el silencio reinó en la casa pasada las nueve de la noche, ella tomó sus cosas y abrió la puerta de su dormitorio, la luz de la habitación de su hermana se colaba por debajo de su puerta cerrada. Monique seguía despierta, por lo que dudó en salir por el corredor, no quería arriesgarse a que la madera del piso crujiera y ser descubierta, miró a su espalda y pensó en salir por la ventana de su dormitorio, pero dado a su terrible vértigo le pareció imposible arriesgarse de ese modo, quería huir de su casa, no quería suicidarse. Aunque lo había pensado los últimos días, pero no era su estilo ser tan cobarde y, atentar contra su propia vida no estaba en sus planes futuros. Se quitó los zapatos y hecho a andar con lentitud para no hacer ruido, la habitación de sus padres estaba en el fondo del pasillo, así que ya había pasado el peligro de ser descubierta, llegó hasta las escaleras que daban a la planta baja de la casa y se sintió aliviada. Cuando posó la mano en el picaporte de la puerta principal, escuchó un ruido a su espalda, y un escalofrío le recorrió la espina dorsal.

_ Hola hermanita, te vas de paseo nocturno _ dijo Monique en tono burlón.

Casandra se dió la vuelta y se encontró de frente con el rostro de su hermana quién tenía un vaso de leche en una mano, y su pijama de conejo puesto. Soltó el aire que tenía comprimido en sus pulmones.

_ Monique, por favor! _ dijo Casandra suplicante.

_ Ay! No te pongas melodramática_ la interrumpió_ Si yo fuera tú también me iría, pero haznos un favor a todos incluyéndote a ti misma, no regreses nunca más.

_ Tanto me detestas?_ dijo la chica con la voz quebrada, y sin poder evitar que le corrieran las lágrimas por las mejillas.

_ Termina de largarte de una vez, me avergüenza ser tu hermana _ dijo con desprecio_ Que esperabas que te aplaudiera un acto tan bajo y vil. Como sabías que no tenías oportunidad con James lo embaucaste para obligarlo a que se casará contigo. Estas enferma _ agregó con asco_  Yo merecía ser la esposa de James Jones, soy más bella, y valgo más que tú que siempre ha sido un ser insignificante. Con aires de grandeza y superioridad  solo por qué se había ganada media beca en una universidad de porquería. Me das lastima Casandra. Pero ahora todos saben quién eres realmente, hasta mis padres se dieron cuenta de lo que eres, solo te tienen lástima, pero yo no.

_ Como puedes decirme esas cosas tan perversas, eres mi hermana _ dijo Casandra llorando.

_ Me enferma oírte decir eso_ le lanzó Monique, y le dio la espalda para comenzar a subir las escaleras_ Cierra bien cuando salgas.

Casandra sintió como su mundo se de le venía encima, sentía su corazón cercenado, al parecer todos creían que era una manipuladora obsesiva, y como podía demostrar lo contrario sino recordaba nada, en qué momento pasó de ser la víctima al victimario. Pero ya eso no le importaba, ahora solo quería marcharse de aquel lugar, y no regresar nunca más como le había aconsejado su hermana Monique. Ya no le quedaba nada que la atará a ese lugar, quizás con el tiempo sus padres la perdonarían por no quedarse y ser parte de la locura que pretendía hacer. Algún día demostraría su inocencia a todos, les dejaría saber que ella no tenía nada que ver con aquel acto tan descabellado, pero ahora mismo no tenía idea de que era lo iba hacer.

La manera más silenciosa de salir de las montañas de Snowfiel era andando los veinte minutos que la separaban del pueblo más cercano, el frío viento de la tranquila noche secaban las lágrimas que rodaban por sus mejillas, mientras iba caminando con paso apresurado para alejarse rápidamente de aquel lugar.

No tenía idea de a dónde pensaba ir ni lo que pensaba hacer una vez que se hubiera lejos de toda esa pesadilla, estaba segura de que James la buscaría; le había dejado claro que no iba a permitir que arrastrará el apellido de su familia con ella, así que tendría que moverse rápido, la boda estaba planeada para realizarse dentro de un mes, así que necesitaba ocultarse muy bien de aquel hombre tan despiado el causante directo de todas sus desdichas. Por ahora solo trataría de llegar cuanto antes a Tomwville el pueblo cercano donde se encontraba la estación del metro que llegaba hasta el centro de Oregón, por lo menos contaba con el dinero que había ahorrado para la universidad con eso se mantendría en movimiento hasta que se sintiera segura, y fuera del alcance de James. Después se preocuparía de encontrar un trabajo o un lugar donde vivir donde se sintiera a gusto, o adelantaría sus planes y si iría a Inglaterra, el orden de sus metas ahora no era tan importantes.