El Eco De Tu Nombre

Suspiré, el sonido escapando de mis labios como un gemido de derrota. Soy un idiota, un completo y absoluto idiota.

La punzada de vergüenza me atravesó, pero se mezcló con un efímero alivio: al menos, el padre de Carter no pareció verme. Gracias al cielo, no tendría que enfrentarme a la vergüenza de ir a recogerla a su casa, de exponer mi patética figura ante su familia.

¡Demonios! ¿Me vio o no?

La duda martilleaba en mi cabeza, una tortura silenciosa en la oscuridad de la noche. Quizás la penumbra me protegió, me envolvió en su manto invisible, ocultando mi torpeza.

Por ahora, no quiero, no puedo, jugar al gato y al ratón con la incertidumbre. Me niego a alimentar estas ideas erróneas que solo consiguen crispar cada nervio de mi cuerpo, llevándome al borde de la locura.

Parece que tengo una cita mañana. Ja, ja. La risa que brotó de mí fue un sonido hueco, desprovisto de alegría, teñido de una amarga ironía. Lo último que necesito en este preciso instante es enredarme en más líos, hundirme más en este lodazal de confusiones.

Ella dijo... ¡Dijo que soñó conmigo!

La frase resonó en mi mente, una y otra vez, como un eco perturbador. ¿Por qué Carter diría algo así con tanta naturalidad, con esa despreocupación que me desquicia? ¿Acaso... acaso le gusto?

¡No! ¡No debo pensar en estas cosas! La negación fue un grito ahogado en mi interior. Estoy malinterpretando todo, retorciendo cada palabra hasta convertirla en algo que no es. Solo dijo que soñó conmigo por el reencuentro, eso no tiene nada de especial. Es una coincidencia, una trivialidad. De hecho, ahora que lo pienso, nunca dijo que soñó conmigo, sino con mi voz.

¡Qué tontería! ¿Por qué carajo me preocupo tanto? ¿Por qué esta insignificante mención me ha arrojado a este abismo de desasosiego?

Esta situación me exaspera, me consume, me arrastra a un torbellino de emociones contradictorias.

Carter tiene un físico atractivo, no lo dudo. Sus curvas son una tentación, una obra de arte. Pero es tan fácil caer, tan peligrosamente sencillo naufragar en esos ojos que encantan a cualquiera, que prometen un dulce veneno.

¿Qué tipo de brujería estará usando esta mujer que hasta su aroma es una trampa, una fragancia deliciosa que me envuelve y me sofoca?

Me recosté de nuevo, el colchón hundiéndose bajo mi peso, como si también quisiera rendirse ante la opresión. Esta resaca me estaba matando, una agonía física que, curiosamente, servía de distracción de la verdadera tormenta que se desataba en mi mente.

"¿Cómo estará Nelly?", me pregunté, una débil luz de cordura en medio de la vorágine.

Decidí llamarla, tarde o temprano hablaría con ella, es mejor agilizar el contacto.

(Elean 📲) "Hola, Nell", mi voz sonó más controlada de lo que me sentía, "¿cómo estás?"

(Nelly 📞) "Estoy bien. No me digas que hasta ahora despiertas.

" Su tono despreocupado me golpeó, una punzada familiar.

(Elean 📞) "Por supuesto que no", repliqué, intentando sonar ajeno, "he tenido un día productivo." Una mentira descarada que apenas podía mantener.

(Nelly 📞) "Qué bien. Creí que estarías llorando en tu cama con una tremenda resaca." Su risa, antes tan reconfortante, ahora resonaba con una crueldad velada.

(Elean 📞) "Jajaja, tu sentido del humor sigue intacto."

Me reí también, pero el sonido era hueco.

(Nelly 📞) ¿Tan mal estás?

(Elean 📞) "He perdido práctica, pero no tanto como para tener una resaca con tan poco alcohol... ¿Y qué me dices tú, cómo estás?" La pregunta era una necesidad, un ruego silencioso por una conexión que se desvanecía.

(Nelly 📞) "Estoy con unos amigos celebrando el cumpleaños de mi mejor amiga. Como puedes escuchar, estoy perfectamente bien." Las palabras se clavaron como agujas. "Mi mejor amiga." El eco de esa frase taladraba mi mente.

(Elean 📞) "¿Mejor amiga? Creí que yo era tu único amigo." La confesión se escapó antes de que pudiera detenerla, teñida de un resentimiento que no quería mostrar.

(Nelly 📞) "Cariño, no eres el único en mi vida, pero si quieres puedes unirte y quizás podamos hacer un trío o alguna clase de orgía." Su propuesta, antes sugerente, ahora sonaba a burla, a una oferta vacía que solo subrayaba su distancia.

(Elean 📞) "Aunque suena tentadora tu oferta, debo declinar la invitación." La burla se instaló en mi boca.

"Tengo a una mujer preciosa esperándome, por lo que no puedo perder el tiempo con niñas. Discúlpame y felicita a tu amiga; si vale la pena, contáctame y tal vez le lleve un regalo."

Cada palabra era un intento desesperado de recuperar algo de control, de inflar mi propio ego para ocultar la realidad.

(Nelly 📞) "Jajaja, sí, claro. ¿Acaso crees que mereces a mi amiga?" Su risa, ahora abiertamente burlona, me parecía divertida.

(Elean 📞) "La pregunta es: ¿Tu amiga me merece a mí?" El desafío era el mejor método de conciliación entre nosotros.

(Nelly 📞) "Jajaja, la verdad no. Disfruta de tu chica, campeón, aunque seguramente estás en tu cama solo."

Su voz se burlaba de mi patética fachada, y sabía que tenía razón. La soledad era una carga pesada en mi pecho.

(Elean 📞) "Tan cierto como que eres una lesbiana celosa." El golpe bajo, la última defensa de mi orgullo maltrecho.

(Nelly 📞) "Sabes que yo no tengo complejos. Disfruta tu soledad y yo a mi amiga." Su tono se volvió gélido, distante.

(Elean 📞) "Dudo mucho que disfrute contigo como lo haría conmigo." Las palabras sonaron vacías pero agresivas.

(Nelly 📞) "Tendría que probarte para poder recomendarte. A mí no me gusta hacer mala propaganda." La frialdad de su voz, la indiferencia, era una clara señal de burla.

(Elean 📞) "Eres horrible y lo sabes."

(Nelly 📞) "Así me amas, bobo. Ya tengo que irme, suerte con tu cacería." Y con esas palabras, el hilo se rompió.

Me despedí, el nudo en mi garganta ahogando cualquier otra réplica. Colgué la llamada. El celular, frío y pesado, lo coloqué en el buró cerca de la cama. Me estiré, pero no sentí alivio. Cada músculo dolía, no por el esfuerzo físico, sino por el peso de la soledad y la punzada constante de un corazón que se negaba a renovarse.

La habitación se sentía inmensa, vacía, y el eco de su risa burlona era el único compañero en la oscuridad.

Volví a dormir, el sueño constante no parecía mejorar mi estado.

¿Por qué, por todos los cielos, la gente busca esta tortura?

¿Qué placer infame encuentran en este abismo de malestar?

"¡Nunca más! ¡Lo juro, nunca más!", bramaba mi mente, cada palabra un eco doloroso mientras me hundía más y más bajo las sábanas, buscando refugio de la luz, del sonido, del mundo entero.

Cada fibra de mi ser clamaba por el olvido, por la bendita inconsciencia. Mis párpados, pesados como el plomo, cedieron finalmente. Quizás, solo quizás, al despertar de esta pesadilla, el tormento se desvanecería.

Murmuré para mis adentros

"Yo soy Elean Leroux. Y Elean Leroux no se doblega ante nada ni nadie".

Soy una fuerza indomable, una voluntad inquebrantable. Y, sin embargo, en este preciso instante, cada ápice de esa fuerza se ha desvanecido.

Me siento expuesto, vulnerable, como un barco a la deriva en una tormenta perfecta.

Es una humillación, una derrota amarga que debo tragar. Acepto que esta batalla, sí, esta vez la perdí.

Pero la guerra... ¡la guerra aún no ha terminado! Y para ganarla, necesito que mis sentidos no me fallen.

Además de eso, necesito que Don Genaro demuestre hoy más que nunca su eficacia, su infalibilidad, ¡Que no me defraude ahora, cuando más lo necesito!

Necesito a mi alrededor gente capaz de realizar las distintas actividades que requiero sin tener que molestarme.

Ahora, todo parece tener sentido, estoy completamente jodido...

"¿Qué habrá soñado Carter?

Sus labios... tan irresistiblemente sensuales, que mi mente no puede liberarse de su imagen.

¿Esto es un juego, o podría ser la verdad más profunda de mi vida?

Mi alma no tiene dudas: mi mayor promesa es que nunca, bajo ninguna provocación o malentendido del mundo, permitiría que algo mío te lastimara, sin importar lo que el mundo decida decir de nosotros.