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Redención Nuestra

Redención Nuestra

Status: En proceso
Genre:Romance / Posesivo / Oficina / Malentendidos / Romance de oficina / Mujer despreciada
Popularitas:327
Nilai: 5
nombre de autor: Koh

Rose estaba decepcionada del sentimiento llamado amor y por mucho tiempo no creyó en el ni lo buscó hasta que se involucró con él.

Silvain James es un hombre de una familia rica y poderosa pero que tenía más suciedad que el desagüe de la ciudad. Tampoco creía en el amor hasta que se involucró con ella.

Ambos terminaron casándose bajo las condiciones y amenazas del abuelo de Silvain. Juntos tienen que lidiar con la familia James y sus intrigas por la herencia de la compañía y riqueza que dejaba en vida el patriarca de la familia.

Entre sus días de casados y evitando los esquemas de esas personas, surge un secreto que podría causar grandes controversias y el fin del amor entre Rose y Silvain.

NovelToon tiene autorización de Koh para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

Capítulo 5

Silvain vio cómo ella sacaba su teléfono, y por un instante creyó que le hablaba a uno de sus tantos pretendientes, así que apagó el fuego y salió detrás de ella. La jaló del brazo, haciendo que ella soltara el teléfono y cayera sobre la alfombra. Rápidamente recogió el teléfono para ver que la pantalla mostraba una página de entregas de comida.

Rose enojada le arrebató el teléfono y lo fulminó con la mirada.

-¿Qué te pasa? – revisó la pantalla de su teléfono pero se veía bien – Que seamos esposos no quiere decir que te portes como si tuvieras derecho sobre mí.

-Tengo ese derecho – declaró algo agitado, pero no sabía la razón de su arrebato – Te dije que no quiero cuernos…

Rose lo miró como si fuera un loco.

-¿Y eso que tiene que ver con que me jalonees?

-Creí…

Pero se detuvo. Si declaraba que creyó que llamaba a sus pretendientes, ella creería que estaba celoso y no era así, solo no quería ser la burla. Pero Rose entendió y mostró una sonrisa traviesa, no pudo evitar querer tomarle el pelo de nuevo.

Se acercó y lo abrazó del cuello, ahora que estaban casados no tenía que medirse con él y lo besó en los labios pulcramente.

-Cariño, no podría ver a otro hombre teniéndote a ti. Eres todo un semental.

Silvain se zafó de sus brazos, molesto de su burla, e intentó cambiar de tema ya que no quería empezar con una pelea el primer día de matrimonio o todo el matrimonio que tuvieran sería el infierno.

-¿Para qué quieres pedir comida? Ya tengo los platos listos.

-Dijiste que no había nada para mí.

-¿Cuándo dije eso? – la miró con una ceja levantada – Yo dije que adivinaras y supusiste que no había nada para ti.

Rose se calló, y no replicó, porque empezarían a discutir y la verdad ya se moría de hambre. El día anterior solo comieron un almuerzo tardío luego de la ceremonia y ni siquiera cenaron, además de que se ejercitaron toda la noche, su estómago no paraba de protestar por continuar vacío.

-Bueno – se mostró indiferente y se sentó en el comedor – La próxima vez solo di que sí.

Silvain sonrió triunfante y terminó de servir los platos, no era la gran cosa, pero era exigente en su comida, y más cuando cocinaba él mismo.

Comieron en silencio, pero no fue incomodo solo armónico, algo difícil ya que tenían diferencias, sin embargo fue la primera vez que ambos probaron la compañía del otro en una comida donde siempre estuvieron solos.

...****************...

Durante la semana, donde se suponía que debían disfrutar su luna de miel, el par de recién casados no viajó a ningún lado y se quedó en su nueva casa, que no era demasiado grande pero sí lo suficiente para tener que contratar servidumbre.

Rose jamás había contratado a sirvientes, pero sabía que debía seleccionarlos muy bien para que la casa, además de limpia, funcione como un reloj estén o no en la casa. Después de revisar currículos por dos días, le mostró a Silvain sus opciones y quería escuchar su opinión.

-Tú eres la señora de la casa, contrata a los que tú crees que harán un buen trabajo.

-Soy la señora de la casa, pero tú eres el señor de la casa. Vivimos los dos aquí, no solo yo. No voy a ser la única responsable de todo, tienes que participar.

Silvain sonrió con burla.

-No somos un matrimonio real, por qué quieres que me involucre.

-Bueno, no me culpes si las cosas no salen bien.

-Por eso estás revisando su hoja de vida, ¿Cuál es el problema?

-El problema sería tu familia – lo miró a los ojos – ¿Crees que mandarían ojos para vigilarnos?

Silvain pensó por un momento. Se decantaba a que sí serían capaces de enviar espías, pero no es que conociera todos sus sirvientes, lo único que quedaba era mandarlos a investigar con más profundidad, pero solo se podría mientras trabajaban dentro de su casa. Sin opción, estiró las manos y Rose le entregó la carpeta con los currículos. Él los revisó, y solo uno de ellos se le hacía conocido, así que fue ciertamente rechazado, de todas formas solo dos sirvientes serían contratados; la cocinera y la de la limpieza.

Habiendo terminado la tarea de contratar la servidumbre, Rose se dio la vuelta, pero fue sujetada y cayó sentada en el regazo de ese rubio malhumorado. No pudo ella evitar poner sus manos al cuello de él y mirarlo a los ojos.

-Qué.

-Ya pasaron dos días – dijo como si nada Silvain, Rose entendió a qué se refería pero ella se hiso a la tonta.

-Ah, sí. ¿Qué tiene?

Silvain estaba por perder los estribos, pero también se recriminaba a sí mismo porque su cuerpo anhelaba el calor de ella con más intensidad que la última vez, y se preguntaba que había hecho esa mujer para seducirlo y dejarlo de esa manera, casi loco por su aroma y su cuerpo.

Silvain ya no dijo nada y besó el cuello de ella, justo donde se veía el pulso, dando ligeros mordiscos. Rose jadeó ante la atención y se sintió débil ante los besos de él en su cuello, había descubierto un punto sensible de ella, pero no era la única que sería derrotada. Con una mano, desabrochó la camisa de él y pellizco una tetilla, enfureciendo al rubio. Dejó de besar su cuello para luego besar sus labios. Se levantó con ella en sus brazos y la tiró en la cama.

Rose dejó escapar un grito ante la caída, pero rápidamente fue encarcelada con el cuerpo caliente de su flamante esposo, sin contemplaciones se devoraron los labios y rápidamente se deshicieron de la ropa que estorbaba para sentir el calor de su piel. Ansiosos, sucumbieron a la lujuria.

...****************...

Silvain maldecía en su interior por dejarse llevar, pero no podía evitar sentir que su cuerpo se encendía en cuanto ella se acercaba a él con ese característico aroma a lavanda, ya sea su champú o su perfume, ese aroma lo dejaba duro como un animal en celo, se la quería devorar entera, y así lo había hecho. Se sentía irritado pero no podía negar que esa mujer no mostraba más interés en su relación que solo el sexo. En todo lo demás era seria, y no evitaba tomarle el pelo y enojarlo, pero no era apegada. Era como si pusiera un muro, como él lo hacía, y por eso, el hecho que también pusiera un muro entre los dos, más quería derrumbarlo y ver más allá de esa fachada compuesta.

La vio salir del baño con una bata blanca, le mandó un beso volado y se marchó a su habitación, no sin antes agregar palabras que hicieron hervir a Silvain.

-Gracias por sus servicios, fueron una delicia.

Silvain se sentó y solo pudo ver a la mujer marcharse, sintiendo que le habían devuelto lo del hotel. Parecía que su querida esposa era una rencorosa.

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