Ya Te Olvidé

Los dias comenzaron a pasar y nada, ni una sola noticia de Ruby, ni un suspiro, ni un papel, nada. cada amanecer parecia igual, el sol entraba por las ventanas de la mansion y Orlando se despertaba con la misma sensacion de vacio y rabia que habia sentido la primera vez que leyó la carta.. habia dias que la odiaba, la maldecía en voz baja por haberse ido, por haberlo dejado solo con sus planes y su venganza, por haber jugado con sus sentimientos. [como pudo…] se repetia una y otra vez, golpeando la mesa o rompiendo un objeto cualquiera que estuviera cerca.. otros dias, en cambio, se encontraba recordandola con un calor que le subia al rostro, recordando sus besos, su risa, la manera en que se dejaba abrazar, y entonces el amor lo dominaba y lo hacia sentir miserable, porque sabia que la habia perdido y no podia hacer nada para recuperarla.. habia dias en que intentaba resignarse, diciendose que su union era imposible, que Ruby era una Ellsworth, que sus lazos de sangre y la historia de sus familias los separaban irremediablemente, y trataba de concentrarse en la evidencia, en los papeles, en su venganza… pero nada lograba llenar el hueco que ella habia dejado.. y habian otras noches, especialmente a medianoche, cuando los recuerdos de sus cuerpos juntos yacian en su mente como fantasmas lujuriosos, y se despertaba con la respiracion agitada, recordando cada suspiro, cada gemido, cada caricia, y entonces el deseo se mezclaba con la furia y el dolor, y no podia dormir, no podia pensar, solo sentia que Ruby seguia ahi, presente en cada parte de su cuerpo y de su corazon aunque ya no estuviera.. la mansion entera se habia convertido en un espejo de su mente: vacia, silenciosa, y a veces explosiva, dependiendo del dia y de los recuerdos que lo atacaban sin piedad. cada objeto, cada camison, cada esquina le recordaba a ella, y el mundo seguia girando mientras Orlando luchaba entre el odio, el amor y la desesperacion de tener a Ruby fuera de su alcance.

Como una mala broma del destino, una tarde sin previo aviso, llego a la mansion del Duque un paquete envuelto con cuidado, el papel impecable y el sello de Ruby aun visible, ese mismo sello que Orlando habia mirado tantas veces sin poder creer que ya no significaba nada para ella.. al abrirlo, sus manos temblaban, y lo que encontro dentro lo dejo helado por un instante: una funda nueva para su espada, perfectamente hecha, con detalles finos que solo Ruby conocia que a él le gustaban, el cuero suave pero resistente, con grabados que reflejaban el metal y la fuerza que el siempre admiraba.. sintio una mezcla extraña en el pecho, rabia, dolor, nostalgia… ella piensa en mi aun… murmuró, y un nudo se formo en su garganta. por un momento, la imagen de Ruby trabajando en secreto para que este regalo fuera perfecto se mezclo con todos los recuerdos de las noches de pasion, de los besos robados, de la manera en que ella lo hacia sentir vivo, poderoso, pero a la vez vulnerable. Orlando dejo la funda sobre la mesa, mirándola fijo, casi esperando que de ella saliera una nota, una carta, una señal de que todo aquello no era solo un recuerdo, sino un mensaje silencioso de Ruby. pero no habia nada mas, solo la funda, solitaria, elegante, perfecta… y dolorosamente suya.. Averiguo despues, que era un regalo que hace tres meses habia mandado a hacer Ruby…

[Cuando ella aun me amaba]

 por un instante, el Duque sintió que cada día de ira y orgullo no valia nada, que aquel regalo era un recordatorio cruel de lo que habia perdido, y que Ruby aun controlaba su corazon aunque estuviera a millas de distancia. y entonces, sin poder evitarlo, apretó los dientes y murmuró con voz baja, casi como un juramento..

—todo esto… todo lo que me dejaste… no lo olvido… no te olvido…

Días después.. el oficial Smith entro a la habitacion de Orlando con pasos medidos, un poco nervioso, y lo encontro mirando la funda de la espada, sus ojos perdidos en los detalles que Ruby habia pensado para él.

—mi señor —dijo Smith con voz baja—, los espias del conde… han enviado reportes. parece que el conde ha mandado a investigar a la duquesa Ruby por su tiempo de ausencia.

Orlando fruncio el ceño, un frio recorriéndole la espalda, mientras su mente comenzaba a girar a mil por hora.

[asi que el viejo conde no pierde tiempo]

Su orgullo y su furia comenzaron a mezclarse con un toque de inquietud.. que Ruby estuviera bajo la vigilancia de su padre, aunque solo fuera por curiosidad o por celos de familia, lo llenaba de rabia y ansiedad.

—quiero todos los reportes completos, cada movimiento que ellos tengan registrado —dijo Orlando, apretando los puños hasta que los nudillos se le pusieron blancos—. nadie debe acercarse a Ruby sin que yo lo sepa… y quiero que los espias me digan cada detalle de lo que el conde hace o piensa sobre ella.

Smith asintio, sorprendido por la intensidad de la orden y por la mezcla de celos, posesion y preocupacion que emanaba de su señor. salio rapidamente a dar las instrucciones, mientras Orlando permanecia frente a la funda de la espada, imaginando a Ruby, sus gestos, su risa, su mirada, y el peligro silencioso que representaba el conde para ella.

una mezcla de rabia y desesperacion lo envolvio.

[nadie… nadie se atrevera a tocarla sin que yo lo sepa]

Smith entro de nuevo, esta vez con un pergamino y una mirada seria, y dijo:

—mi señor, el conde se reunira en una taberna con los sospechosos, y los espias ya han informado la hora exacta…

Orlando asintio con frialdad, tomando la capa y el sombrero, y se dirigio hacia la taberna sin decir palabra, sus pensamientos giraban a mil, entre Ruby y su padre.

al llegar, se escondio en las sombras, observando y escuchando atentamente. el conde estaba alli, rodeado de hombres de aspecto dudoso, y su voz resonaba mientras hablaba con desprecio:

—mi hija Ruby es una idiota —dijo el conde, golpeando la mesa con la mano—, nunca supo retener al duque, desde que se caso con él nunca más me hablo, no entiende nada…

Orlando fruncio el ceño, su ira crecio al escuchar cada palabra, mientras el conde continuaba..

—quiero que la encuentren —dijo el conde, con un brillo cruel en los ojos— y que la vendan como esposa a alguien mas, ya que el duque la rechazo y la corrio de la mansion… nadie debe dejar pasar esta oportunidad de hacer que pague por su estupidez.

Orlando apretó los puños con fuerza, los nudillos blancos, sintiendo que la rabia le quemaba el pecho, mientras cada palabra del conde hacia que su deseo de proteger a Ruby se volviera mas urgente y feroz.

—nadie… —murmuro para sí mismo, con los dientes apretados—, nadie tocara a Ruby… nadie… y quien lo intente, pagara con todo lo que tenga.

la sombra de Orlando se mezclaba con la oscuridad de la taberna, su mirada fija en el conde y sus hombres, mientras la necesidad de proteger a Ruby y su venganza se volvia cada vez mas intensa, incontrolable, casi primitiva.