Sol Rucci es una joven de 18 años que ha sido profundamente marcada por la trágica muerte de su hermana, Flor, sucedida ante sus propios ojos. Al quedar huérfana, fue acogida y protegida por el novio de su hermana, quien asumió su crianza desde que Sol tenía 10 años. Ambos han encontrado en su apoyo mutuo una forma de sobrellevar el dolor de esta pérdida.
Con el paso del tiempo, él ha desarrollado una tendencia a sobreprotegerla, ejerciendo un control sobre su vida. Por su parte, Sol ha experimentado un notable aumento en su belleza, convirtiéndose en un reflejo impactante de su hermana. Con el tiempo, comienza a despertar en ella sentimientos que trascienden la gratitud y el apoyo, mientras que él empieza a verla de una manera diferente, ya no como la niña indefensa a la que él protegía por una promesa hecha a su novia antes de su muerte, sino como una oportunidad de reencontrarse con su amada Flor a través de ella.
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Capítulo 16 Propuesta 2/2
Kai Vannecelli
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He compartido dos años a su lado y ha sido una experiencia extraordinaria. Es una mujer admirable, muy inteligente, amorosa y atenta. La quiero profundamente. Cuando me informó que quería irse a Estados Unidos por un año, me sorprendió, ya que creía que nunca se separaría de mí, pensaba que me amaba tanto que no podría estar lejos. Sin embargo, la idea de que estuviera distante me genera una gran angustia: imaginarme despertando sin verla, acostándome sin su presencia, sin escuchar su hermosa voz o ver su rostro, me provoca desesperación. No puedo imaginar mi vida sin ella.
Decidí aceptar su decisión porque no quería ver tristeza en su rostro ni tener discusiones al respecto. Además, entendí que no me estaba pidiendo permiso, sino que ya había tomado la determinación de irse. No obstante, no estaba dispuesto a permitir que eso sucediera. Su lugar es a mi lado.
He visto cómo mis hermanos y primos han formado sus familias y también deseo tener hijos. Quiero crear mi propia familia, pero no le he mencionado nada a Sol porque aún está en la universidad, desea hacer su maestría y tiene muchos planes. Quiero apoyarla y estoy esperando a que termine sus estudios para proponerle matrimonio y, eventualmente, formar una familia. Esto es lo que a veces me inquieta: verla tomar esa maldita pastilla diariamente. Pero con la noticia de su posible partida, todo cambió.
Consulté a un médico de confianza después de hablar con él y me recetó un suplemento que se parecía a las pastillas anticonceptivas, pero que en realidad eran solo vitaminas. Cambié las pastillas en casa. Nunca pensé llegar a este extremo, pero no tenía otra opción. Han pasado dos semanas y no hay un solo día en que no la haga mía. Tenía que asegurarme de que quedara embarazada; aún faltaban semanas para el viaje que nunca ocurriría. Planeaba pedirle matrimonio, y así lo hice. Observé su emoción, y yo también estaba emocionado. La verdad, la adoro demasiado.
Tuvimos una noche de amor muy especial. Al despertar, acaricié suavemente su rostro y la observé dormida, recordando la entrega total de la noche anterior, lo que solo aumentó mi amor por ella. ¿Cómo podría permitir que se fuera? Era imposible, ella es mía.
Le di un beso en el hombro antes de levantarme. Al salir, sentí un leve mareo y me tomé la mano en el rostro, respirando profundamente. Después de que el mareo pasó, desperté a mi reina con delicadeza. Ella se despertó y comenzó a vestirse. Tomé su mano y caminamos hacia la hacienda, donde ya había preparado el desayuno. Comimos juntos y vi la alegría en su rostro; yo también sonreía. Los días pasaron, luego las semanas, y empecé a experimentar mareos y debilidad continuos. No podía siquiera oler el alcohol sin que me diera náuseas. Fui al médico, pero no encontré ninguna explicación.
Al llegar a casa, vi a Sol sentada, cubriendo su rostro con las manos. La escuché sollozar y me acerqué rápidamente.
—¿Qué sucede, mi reina? —pregunté angustiado—. ¿Por qué lloras?
—No sé cómo pasó, yo... yo estaba cuidándome, amore —me dijo, y me mostró una prueba de embarazo. Al verla, noté las dos líneas—. Estoy embarazada; me hice la prueba cinco veces y todas salieron positivas.
Ella volvió a cubrirse el rostro y lloró, mientras yo sonreía, sabiendo que íbamos a ser padres. La abracé para consolarla.
—Amore mio, sé que esto no estaba en tus planes, pero es un regalo, un fruto de nuestro amor. Entiendo que tenías pensado viajar y que tienes muchos planes, pero nada está perdido. Continuarás estudiando, ¿qué deseas hacer? —le pregunté.
Ella levantó la vista y limpié sus lágrimas.
—Yo no tenía pensado tener hijos, al menos no ahora, y no sé qué hacer, amore. Todo esto me sorprende. Fui cuidadosa. ¿Qué pasará con mis estudios? No estoy lista para ser madre; en una semana debo irme.
—A veces los anticonceptivos no son 100% seguros, mi reina, pero te apoyo en todo. No puedo negar que estoy emocionado por ser papá con la mujer que amo —le dije, tomando su mejilla—. No pienso dejarte sola; estaré a tu lado en todo el proceso. Sé que quieres ir a Estados Unidos, pero no quiero perder la oportunidad de ver crecer tu vientre. Necesitas cuidados, ¿estás considerando abortar? —le pregunté, angustiado.
Ella movió la cabeza en señal de que no, lo que me llenó de alivio. Suspiró y tomó mi rostro.
—No podría quitarle la vida a nuestro hijo. Esto no es culpa de nadie; el destino quiso que fuera así. No te privaré de ver crecer mi vientre. Hablaré con el profesor para cancelar el viaje, me quedaré aquí, terminaré mi carrera y luego seguiré con mi maestría después de que nazca nuestro hijo.
La abracé con felicidad; se quedaría a mi lado y tendríamos al hijo que tanto anhelaba. La besé con cariño y ella correspondió.
—Amore, sé que estás triste, pero haré todo lo posible para alegrarte. Cuando tengamos nuestro hijo, seguirás con tu maestría y luego con tu fundación, como tanto sueñas. Nada cambiará —le dije.
—Sí, amore mio —susurra ella.
—Vayamos a la clínica, mi reina —le digo mientras seco sus lágrimas.
Ella asiente y, tomando su mano, caminamos hacia la salida. Al subir al automóvil, se acomoda a mi lado y se apoya en mi pecho; no puedo evitar acariciar su cabello lacio. Estoy tan feliz, por fin voy a ser padre. Sé que está triste, pero eso pasará en cuanto vea a nuestro hijo; se emocionará.
Después de un tiempo, llegamos a la clínica. Al entrar, nos dirigimos al consultorio. Ella se sube a la camilla y el doctor le aplica gel antes de comenzar a mover el dispositivo sobre su vientre. Miro hacia la pantalla y veo dos puntos. Ella aprieta mi mano y yo sonrío con alegría, besando su cabeza.
—Como pueden observar, esos dos puntos son dos bebés. Están en bolsas diferentes, por lo que serán mellizos. ¡Felicidades! —anuncia el doctor.
ahora resulta que flor no estaba muerta que la habían llevado a otro país para que se prostituirla ahora que ha escapado qué casualidad que se haya topado con Kai ahora qué pasará kai dejará sol por flor