Soy Mia Montecarlo, joven, hermosa y la única heredera del patrimonio de mi familia; todo eso no me sirve de nada, pues estoy en prisión, por culpa de la Familia Montiel y su ambición, su amor por el dinero y la vida ostentosa, les hizo tenderme la más vil de las trampas, pero lo que ellos no saben es que saldré de aquí, y saldré a vengarme.
Mi plan está hecho y no descanzaré, hasta hacer pagar a cada uno de ellos, incluyendolo a Él, "Valente Montiel".
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4-Idiotizada...
(Mía)
A la cuarta semana de estár en la hacienda, aprendiendo y disfrutando, con mis amigos, recibí una llamada de Eugenia, diciéndome que era tiempo se regresar a la ciudad, pero le dije que faltaba 2 semanas para mi ingreso a la universidad y que las iba a pasar en mi hacienda.
Dos días después de esa llamada, justo cuando salía a montar con Daniela, Victor y Cristina; vi como aparecía y luego se aparcaba un vehículo de lujo que me pareció conocido.
Y por supuesto que yo conocía ese automóvil, era uno de los autos de colección de Papá, al verlo me enfurecí en demacía, ya que me parecía abusivo que alguien se atreviera a tocar sin mi permiso, las cosas de mi Padre.
Me baje del caballo y caminé rápidamente a ver quién carajos se había atrevido a hacer tal cosa.
Pero me quedé en Shock cuando la puerta se abrió.
Vi bajar del auto al hombre más hermoso que jamás haya existido.
Sus ojos azules como dos océanos, su cabello negro perfecto, su rostro era bello majestuosamente hermoso, su piel trigueña y perfecta, lo hacían ver como una aparición divina.
Me quedé estática, viendo directo a sus ojos, profundos e impresionantes, ese hombre erizaba mi piel con solo tenerlo frente a mí, su estatura era impactante, alto al extremo y su cuerpo parecido al de los modelos de revistas, sus hombros anchos y sus enormes brazos me hicieron imaginar cosas impuras, todo el cuerpo se me estremeció y me palpitaba el corazón, como queriendo estallar, pero lo peor fue cuando abrió su boca y me fijé en sus labios.
Ese día, fue el inicio de un sueño, que se volvió mi peor pesadilla...
Valente Montiel, había llegado a la hacienda Montecarlo, había llegado a mi vida, como cuando un tornado llega repentinamente a darle vuelta a todo, así Valente le dio vuelta a mi mundo.
Salir del encantamiento me llevo varios segundos, pero eso sucedió solo porque me distraje un poco cuando vi a otro hombre, bajarse de lado del copiloto, voltie a verlo, pero fue solo un microsegundo, después volví a mi estado "pasmada" y perdida en la mirada del hombre más bello del universo.
El hombre que bajó y que en unos cuantos pasos estaba cerca de mí, volvió a llamar mi atención, esta vez luché por serenarme y salir del embrujo.
—Hola Preciosa, Tú eres exactamente como nuestra Madre Eugenia te describió.
Ella nos dijo que eras muy bella, pero jamás imaginé qué tanto...
Me da mucho gusto conocerte, Soy Efrain Montiel, y este idiota que está aquí y que has dejado tan impactado es mi hermano menor.
Valente Montiel.
Vi que al bajar del caballo parecías molesta, supongo que es porque hemos tomado prestado el auto de tu Padre y sin consultarte antes.
Pero como verás, lo hemos cuidado muy bien, además mi hermano maneja como mi abuela, jamás le pasaría algo a alguno de tus autos, con él al volante y por si eso es poco, debes reconocer que es bueno que sean utilizados, ya que si no se hace, se arruinarán y sería un verdadero desperdicio.
¿Verdad Valente?.
¿Vas a hablar o seguirás mudo hipnotizado por la belleza de Mia Montecarlo?.—Le dijo Efraín a Valente que aun seguía viéndome a profundidad y Yo como idiota clavada en su mirada.
Valente, en ese momento, dio signos de vitalidad, moviendo sus labios ante mi mirada inquisitiva, pronunciando una sola palabra y no es que dijera cualquier palabra, lo que dijo quedo resonando como en un eco en mi cabeza; el dijo, lo que he más he oído en toda mi vida, pero dicho con su voz sonó perfecto.
—//Mía//...— solo dijo una palabra con Tres letras, pero era mi nombre, y jamás podré olvidar el impacto que sentí al escuchar por primera vez, mi nombre en su voz y ver la forma en la que sus labios se movieron para decirlo.
Mi nombre en sus labios y su voz se escuchaba tan impactante que me quedé idiotizada ante Él.
Volví a tener pensamientos impuros está vez imaginando sus labios y su voz susurrando una y otra vez mi nombre.
Jamás había estado enamorada, pero estaba segura de estarlo en ese momento, me bastaron escasos segundos para darme cuenta, de que Valente Montiel era el amor de mi vida, a pesar que acababa de conocerlo.
Fui la más estúpida, la más tonta y no sabía que hacer, tener a los Montiel frente a mí, me tenía aturdida.
Pero Valente, Valente era otro nivel.
Yo estaba estática y muda, observando los labios de Valente Montiel, imaginando como sería un beso de esos labios, imaginando si esa barba tan varonil me picaría la piel, como lo hacía Papá con mi Madre jugetonamente, cuando aun vivían.
Imaginaba, si un beso sería tan delisioso como lo describian mis amigas, Valente me había transportado a un universo desconocido, hasta que Daniela llego a mi rescate.
—Mía, dejemos el paseo a caballos para después, atiende a tus amigos, yo iré con Cristina y con Víctor.
¡Nos vemos para la cena!.—me dijo mi amiga.
Pero eso fue lo que Efraín esperaba, ya que aprovechó, para empezar a hacer su parte del plan.
Se presentó con Daniela y de una vez empezó a coquetear con ella, con total descaro.
Efraín, ya no dejó que Daniela se fuera, la convenció de quedarse y ella al igual que mi, cayó como una tonta.
No sabíamos que estábamos siento víctimas del más ruin de los planes, no sabíamos que era el principio de nuestro fracaso.
Estábamos como en un encantamiento, Valente era mi encantador y Yo era la encantada y supongo que lo mismo sucedía con Daniela, lo podía ver en su cara de boba enamorada.
Cuando pude pronunciar palabras, les dije que podían pasar a la casa.
Olvidé por completo la molestia que sentí porque usaran el auto de lujo de mi Padre, olvidé que eran unos desconocidos, olvidé que yo solo tenía 17 años y olvidé que era una niña que ni siquiera había dado su primer beso, y que ellos eran dos hombres ya mayores de edad.
Valente y Efraín se instalaron en la casa, ordené a unos colaboradores que llevarán sus maletas y que arreglaran los cuartos de huéspedes, en todo ese tiempo yo estaba en otro universo, donde el centro era Valente Montiel y Yo giraba a su alrededor.
Su voz a hablarme me impactaba cada vez más, pero eso es poco, para lo que sentí cuando me dio la mano.
Millones de mariposas volaban en mi estómago, llegaban a mi cerebro y luego recorrían mi cuerpo entero, el impacto que causó Valente en mí, fue tanto que esa noche soñé con Él estando despierta y después estando dormida, en verdad no sé cual de los sueños disfruté más.
Despierta soñé con un primer beso, imaginé sus labios qué se veían suaves y apetecibles, soné con un beso de su boca.
Dormida también soñé, pero está vez sus manos fueron las protagonistas, sus manos tan grandes y fuertes me recorrían el cuerpo completo, fue tan real que desperté por las fuertes palpitaciones en mi intimidad, estaba húmeda, tenía toda mi pijama empapada de mis propios fluidos y lo que estaba sintiendo era desconocido, para mi; lo sentí real y tan placentero, me había gustado tanto, que quería dormir y tener el mismo sueño una vez más.
A mi cuerpo lo recorría una sensación de electricidad, y me era tan extraño pero tan agradable, que lo disfrutaba y lo deseaba.
Valente llegó y me llenó de extrañas sensaciones, cosas que yo desconocía, pero que estaba disfrutando al máximo.