Mis Alfas Posesivos

Liv narrando:

No iba a poder dormir...

Eso me dije a mí misma, pero al cerrar los ojos y abrirlos, el día ya estaba más claro. Fue entonces cuando me di cuenta de que realmente había dormido. No entendía cómo podía confiar tanto en Callum para conciliar el sueño, ya que sabía que estaba en celo.

Hasta me sentí relativamente segura cerca de él, y dormí como un bebé.

Al despertar, me di cuenta de que él ya no estaba a mi lado. Me levanté de la cama y los recuerdos de lo que pasó la noche anterior comenzaron a invadir mi mente. Mi corazón se aceleró.

Todo vino a mi mente: Los tres matones habían terminado siendo mis compañeros.

El simple pensamiento me hizo temblar visiblemente.

Sé que no puedo esconderme en su casa para siempre y necesito realmente encarar la realidad, aunque no estuviera lista para aceptarla. Lo que planeaba hacer era simplemente decirles que no había forma de que fuéramos compañeros después de años de tortura física y psicológica.

Con esa determinación, salí de la habitación. Sin embargo, no iba a confrontarlos; iba a esperar hasta que alguno de ellos apareciera. Si intentaban lo que hicieron el día anterior, entonces yo lanzaría la bomba.

Incluso con ese aumento de autoconfianza, todavía me sorprendía espiando antes de entrar en cualquier lugar, para garantizar que no me topara con ninguno de ellos. Era tan difícil, porque donde quiera que fuera, el fuerte y dominante olor de ellos permanecía por todas partes.

Después de escapar de la enorme mansión, volví a los aposentos de los empleados y solo entonces conseguí respirar aliviada. Fui directo a mi habitación y cerré la puerta con llave. ¿Así es como iba a pasar el resto de mi vida? ¿Viviendo con aprehensión?

¿Por qué tenía que ser ellos? ¿De todas las personas? Me senté en mi cama pequeña, sujetando mi cabello con las manos.

Sabía que no podía quedarme en mi habitación para siempre. Tendré que enfrentarlos si quiero decirles que no estoy interesada, pero ¿cómo diablos haría eso si no soportara la idea siquiera de enfrentarlos? Una mirada de cualquiera de ellos y estaría temblando como una hoja.

Mientras pensaba en eso, oí un golpe fuerte en la puerta. Mi corazón se salió del pecho, mientras mis ojos se abrían enormemente. Lo único que conseguí pensar fue en la posibilidad de que fueran ellos.

Mis manos temblaban al lado del cuerpo, mientras mis labios temblaban.

— Abre la puerta, Liv. Te vi entrar — habló una voz familiar, era Yvonne.

Nunca en mi vida había estado más feliz por oír su voz. Corrí hasta la puerta, mi cuerpo se relajó, y entonces la abrí.

— Buenos días — ella levantó la mano e hizo un gesto que parecía reprenderme.

— ¿Entraste y cerraste la puerta con llave? ¿Qué es eso? ¿Tierra de Disney? ¿No tienes ninguna tarea esta mañana?

Fue entonces cuando me di cuenta de que ni siquiera debería salir de la mansión sin antes terminar todas mis tareas.

— Lo siento, voy a empezar a trabajar ahora — pasé por ella rápidamente, pero antes de que pudiera salir, ella me sujetó.

Me miró de arriba abajo, balanceando la cabeza en desprecio.

— De cualquier forma, los trillizos quieren que seas tú la responsable de la comida de ellos hoy.

En el momento en que ella habló eso, mi corazón dejó de latir por algunos segundos.

— ¿Qué?

— ¿Estás irrespetando órdenes? — Tragué saliva y balanceé la cabeza.

— No, señora. Me quedé confundida porque no soy la empleada responsable de las comidas de ellos.

Ella se encogió de hombros.

— Yo no soy quien hace las reglas. Ellos son los hijos del Alfa. Si quieren que tú seas la empleada de ellos, tú serás. No tengo poder en esa decisión.

— Ah. — Mis labios no consiguieron producir más palabras. Podía sentir mi corazón latiendo fuerte dentro del pecho. Si no tenía cuidado, me desmayaría.

— Y no te tardes. No les gusta esperar. Entonces, ve a trabajar.

Pasé por ella rápidamente, sabiendo que, así que Mrs. Yvonne diera una orden, ella esperaba que fuera cumplida lo más rápido posible. Mientras corría en dirección a la mansión, casi lloré por saber lo mucho que estaba condenada, pero tuve que contenerme.

Pensaba que tendría que preparar la comida de ellos antes de entregarla, pero llegando a la cocina, la comida ya había sido preparada por una de las empleadas. La única cosa que necesitaba hacer era llevarla hasta ellos. Parecía una trampa completa.

Con las manos temblorosas, agarré la bandeja y bajé hasta la habitación indicada, repitiendo para mí misma: relaja, relaja, relaja.

No conseguí contar cuántas veces hice eso. Llegando a la puerta, me tomé un tiempo para recomponerme y, finalmente, toqué.

— Entra pronto, Liv — llamó una voz profunda, llena de desesperación e impaciencia, que era la de Max.

Sin duda, todos estaban esperando por mí.

Mi mano temblaba mientras yo luchaba para abrir la puerta con la bandeja en las manos.

En la habitación, los tres olores me alcanzaron de una vez.

Tragué saliva, encarando a ellos, que ya tenían una mirada fija en mí.

Max estaba sentado en la cama, con las manos apoyadas en ella. Callum estaba sentado en una silla, con los brazos cruzados, mirándome con una sonrisa desafiante. Ryder estaba en la mesa, un poco lejos de Callum, mirándome como si yo fuera un bocadillo, un bocadillo que él iba a devorar.

— Finalmente, ahí está la estrella del espectáculo — habló Callum.

Levanté la bandeja.

— Fui ordenada a traer la comida para ustedes. — Mi voz salió suave y temblorosa.

— Tira fuera la comida. Tú estás aquí, eso ya es suficiente — dijo Ryder, con una sonrisa traviesa en el rostro.

Callum lo miró, haciendo una mueca.

— Ya la asustaron bastante ayer por la noche, ¿no? — dijo Callum.

— No fue mi culpa. Mi lobo estaba fuera de control. Tiene todo un drama sucediendo en este cuerpo mientras hablamos — habló Ryder.

— La culpa tampoco fue mía... — comenzó Max, cuando Callum lo interrumpió.

Él entornó los ojos y se giró hacia Callum.

— ¿Crees que es fácil? Mi lobo no paraba de pensar en ella; toda la noche tuve que aguantar sentir su olor y no tenerla — dijo Max.

¿Realmente iban a hablar sobre algo así, como si yo no estuviera allí?

Intenté hablar con él.

— Yo... — aunque mi voz estuviera temblorosa, intenté hacer mi parte.

— Creo que deberíamos contarle a nuestro padre sobre esto — sugirió Max, con una voz casi inaudible.

— Sin duda, queremos eso. — concordó Ryder.

— El padre puede hasta considerar, pero ¿y la madre? ¿Olvidaron que nuestra compañera es una omega? — cuestionó Callum, inclinando la cabeza para evaluarme.

— Ella tiene que aceptar, caramba. No voy a dejar a mi pareja con miedo del juicio — afirmó Max, con determinación.

— Qué gentil de tu parte — sarcásticamente, habló Callum, removiéndose en la silla — Después de años de bullying.

— No es que tú fueras un santo, de cualquier modo — replicó Max.

— Al menos, yo no era un completo idiota — dijo Callum.

Sabía que tenía que pararlos antes de que todo saliera del control.

— Basta — hablé con firmeza, tirando la bandeja en la mesa. Una rabia creciente se apoderó de mí al oír a Max sugerir que me presentarían al padre de ellos.

¿Piensan que es fácil así? Ni siquiera se disculparon por el tormento mental y por el miedo que me habían causado. ¿Esperaban que yo aceptara todo eso y que todos viviéramos felices para siempre?

Respiré hondo, encarándolos como si fueran extraños después de tanto que grité para que pararan.

— No sé qué quieren de mí, pero necesito garantizar que, si están preocupados con el vínculo de alma, eso no va a durar.

Vi todos los colores desaparecer de sus rostros.

— ¿De qué estás hablando, Liv? — preguntó Max, preocupado, después de mi explosión.

— Por años, fui torturada por ustedes, mentalmente y físicamente, y solo porque de repente nos convertimos en compañeros de una noche para la otra, ¿ustedes esperan que yo siga adelante y acepte todo lo que me hicieron?

Hubo un breve silencio. Ryder parecía el más destruido por mi rechazo repentino.

— Pero eso es cosa del pasado, Liv — intentó Ryder, con una voz calmada, intentando hacerme entender.

Perdí la paciencia.

— ¿Pasado? ¡Aconteció hace días atrás! — exploté. — ¡E incluso que hubiera sido hace más tiempo, crees que puedo seguir adelante después de todo eso?!

Me quedé en silencio, encarándolos antes de declarar con fuerza:

— Yo, Liv Anderson, rehúso a ustedes como mis compañeros. No estoy interesada.

— ¿Qué? — Max habló, sorprendido.

— Realmente necesitas pensar bien sobre eso, Liv — dijo Ryder, inmediatamente.

Callum, que parecía indiferente, añadió:

— ¿Y qué vamos a hacer con esa información?

Cerré el puño al lado del cuerpo.

— Ustedes van a aceptar mi rechazo, y seguiremos nuestros caminos separados.

Él mantuvo una mirada fría y fija en mí mientras decía con una voz cortante:

— Ni en mi maldita muerte.