Apasionada, romántica, resiliente.
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Encuentro Casual
Después de llorar tanto deje a un lado la melancolía. Sin embargo, no era capaz de abandonarlo, quería muy dentro de mí guardar la esperanza de reconquistarle. Solo el tiempo me demostraría lo equivocada que estaba.
Asumí el rol de mujer engañada, burlada y humillada, pero también aprendí a soltar y convertir mi dolor en algo llevadero. Conocí nuevas personas, con las que recordé como divertirme. Julián mi amigo siempre estaba a mi lado, salíamos juntos a tomar, incluso a veces a respirar.
Él era gay, yo nunca lo juzgue. Por eso éramos tan buenos amigos, en el proceso perdí el interés de seguir siendo el ama de casa, la esposa atenta, así que solo importaba yo primero. A veces llegaba sin decir una palabra, solo en mis pensamientos conversaba conmigo.
Una noche de esas salidas improvisadas con mi amigo, conocí a alguien. Me sentía interesante, atraída, pues esa persona me veía. Sí que era un caballero, apuesto, seductor, romántico, todo lo que una mujer espera de un hombre que al final todo lo comparte pero con alguien más.
A mí me pareció interesante, entonces decidí seguir la corriente. Fue entonces cuando comenzaron nuestros encuentros casuales. Se llamaba Jeremías, me consentía, me hacía sentir amada; aunque la realidad era que seguía amando a mi esposo.
Sabía en el fondo que engañarlo como él lo hizo conmigo estaba mal. Básicamente, era como él, pero el dolor y la rabia no me dejaban ver más allá, además no quería dejar pasar la oportunidad de estar con alguien que sí me miraba. Jeremías me llevaba a lugares hermosos, en la intimidad era apasionado, romántico, a veces fuerte, pero eso me gustaba.
Acariciaba cada parte de mí, besaba mi cuerpo recorriéndolo con besos que hacían erizar mi piel, me susurraba al oído que le gustaba mucho y eso me excitaba más, sentía como me humedecía en sus brazos, sentirlo dentro de mí me hacía llegar al punto más alto, él lograba saciar mis ganas, eso me gustaba.
A pesar de conocer mi realidad, jeremías sabía que aunque tuviésemos encuentros yo seguía amando a mi esposo, esto era solo el resultado del dolor que me causaron. Me encontraba totalmente vulnerable y ello hacía de mi presa fácil, pero él no se aprovechaba, por eso seguí con esa loca aventura.
Al llegar a casa mi realidad era otra. Seguía siendo la señora, haciendo mis quehaceres, atendiéndolo a medias y fingiendo que ya no me dolía nada, llegada la noche me dormía primero pues no quería sentir cuando se acostara a mi lado mintiéndome descaradamente.
Cuando me levantaba solía recordar breves momentos que me hacían acalorar, jeremías me hacía sentir viva, me hizo recordar lo valiosa que era como mujer, me di cuenta de de que podía conquistar a un hombre sin convertirme en una meretriz, sin manchar mi reputación, que en los momentos menos esperados podía ser esa mujer que mi esposo jamás imaginaba.
En pensamientos no cruzaba la idea de abandonar ese romance, no por amor sino por la satisfacción que me causaba estar en brazos de aquel hombre a quien no le importaba que fuese ajena, que amara a otro.