Ana tuvo que empezar de nuevo después de que su esposo desapareció y su hijo falleciera, su única hija Samara contrajo matrimonio y para no truncar la felicidad de ella, tuvo que perder todo lo que tenía, así es como ella termina viviendo en Panamá 6 años después, con ganas de iniciar una nueva vida, su ex compañera de colegio fue la encargada de ayudarla.
Comienza a trabajar en una casa de familia como niñera, allí conoce a su jefe, que es nada más y nada menos que su esposo desaparecido, pero el tiene amnesia y no recuerda nada, así que ella decide que con pequeños detalles lo ayudara a que traiga a su presente su memoria borrada.
(Temática de Noveltoon: Amor en la madurez)
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Capitulo 5
gracias -- le dije a mi futuro yerno.
- no me agradezcas, es increíble que no respeten un momento como éstos -- comentó y yo solo asentí, de ellas puedo esperar cualquier cosa.
Una hora después se hicieron presentes los padres de Cristian, no fue sorpresa para mí que llegaran en una tónica de armonía, comprensión y dolor, habian muchos testigos como para mostrar su verdadero rostro, debían conservar su reputación, eso me generó náuseas, pero prefería eso a tener otro enfrentamiento.
El carro fúnebre llegó y traslado a mi hijo a la iglesia, allí se hizo una misa en su honor y posteriormente nos trasladamos al cementerio Central, fue idea de los padres de Cristian que mi hijo fuera sepultado en ese lugar, preferí no opornerme y aceptar su ofrecimiento, el mercería estar en el mejor lugar.
Llegamos al lugar, mi hija, Cristian, el señor Francisco y uno de sus guardaespaldas cargaron el féretro de mi hijo, lo llevaron hasta el lugar donde iba a ser enterrado, sin más protocolos pusieron a mi hijo en el hoyo, como pude dejé una rosa sobre el cajón y tire un puño de tierra, luego el sepulturero se encargó de rellenar hasta tapar el ataúd, un llanto silencioso se hizo presente, mi hija se hizo a mi lado y las dos lloramos abrazadas, ignoramos las personas a nuestro alrededor, solo éramos ella, mi niño y yo.
Cuando terminó todo, uno a uno se fueron yendo, incluso los papás de Cristian se marcharon, el se quedó con nosotras y un par de guardaespaldas.
- cuando ustedes me indiquen nos vamos-- dijo el.
- Gracias, creo que tomaré tu ofrecimiento y nos iremos de una vez -- dije.
- entonces vamos, las llevaré a casa-- me dijo, yo asentí, el tomó la silla de ruedas y me guío al auto, mi hija venía a mi lado tomada de mi mano.
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Cristian nos dejó en casa, luego se fué y al rato regreso con comida.
- señora Ana, disculpe mi atrevimiento, pero he estado todo el día con ustedes y no las he visto probar bocado, usted acaba de salir del hospital y se tiene que cuidar -- si no hubieran sido por sus palabras yo no habría caído en cuenta que nuestros estómagos estaban vacíos.
- gracias, no debiste molestarte -- dije y por no ser descortés con su amable atención pase a la mesa, mi hija sirvió y nos sentamos los tres a comer.
Cuando terminamos, el fue y boto a la basura los contenedores donde venían los alimentos, luego se sentó en la sala con nosotras.
- Cristian te agradezco mucho por habernos acompañado, has sido de gran ayuda y apoyo-- le dije.
- no tiene por qué darme las gracias, usted es la mamá de mi prometida y siento un gran aprecio por ustedes, además entiendo su dolor y quiero ayudarlas en lo que más pueda-- recalcó.
- gracias amor, valoramos mucho eso-- le dijo Samara poniendo la cabeza sobre su hombro, el acaricio suavemente la mano de mi hija.
- me gustaría quedarme pero tengo otros asuntos que resolver, prometo estar mañana aquí temprano -- nos dijo.
- tranquilo, vamos a estar bien-- le respondí y mi hija asintió.
- si amor, no te preocupes, pero por favor cuando estés en casa me llamas para saber que llegaste bien-- le pidió Samara y el asintió.
Nos despedimos y el se fué, mi hija me hizo un té de manzanilla que me tomé junto a los medicamentos luego me llevó al cuarto, allí me ayudó a ponerme la pijama, después ella se fue a tomar una ducha y regresó a mi habitación, esa noche a sus 19 años de vida mi hija volvió a dormir con su mamá, sentir su cercanía me hizo sentir un poco mejor.
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Paso una semana y aún no habían noticias de mi esposo, la búsqueda se había extendido por gran parte del archipiélago, con buzos especializados en búsqueda y rescate, pero aún así no habían encontrado nada, cada día que pasaba las esperanzas de hallarlo se habían ido disipando.
Hasta que tres semanas más tarde decidieron declararlo muerto, sin un cuerpo a quien llorar y enterrar, decidimos que era lo mejor para darle un cierre, tuve que llenar una serie de documentos y finalmente se oficializó su certificado de defunción.
Estábamos mi hija y yo, sentadas en la sala, viendo la televisión en silencio, cuando fuimos interrumpidas por el sonido del timbre y golpeteos desesperados en la puerta principal, yo me levanté de inmediato apoyándome en las muletas.
- quien podrá ser a estas horas y con tanto desespero -- dijo mi hija, yo levanté los hombros en señal de duda.
- no lo sé, pero iré a abrir-- dije y salí al pasillo que daba a la puerta.
Revise por la ventana y allí estaban de pie Margarita y Ofelia, dos de las tres hermanas de Felipe, respiré profundo y abrí la puerta.
- Hola, que sorpresa, a qué debo el honor de su visita -- dije con ironía.
Ellas pasaron por mi lado y entraron sin ser invitadas, no tuve más remedio que dejarlas pasar, mi estado no me permitía moverme con facilidad.
- vinimos a traerte esto-- me dijo Ofelia mientras me entregaba una carpeta-- ¿Está mi sobrina en casa?-- preguntó mientras se dirigía a la sala.
- porque me preguntas si puedes entrar y averiguarlo por ti misma -- le dije al ver cómo revisaba cada rincón de la propiedad.
Llegamos a la sala y allí estaba Samara mirando a sus tias un poco confundida.
- ¿Ya le contaste a tu mamá?--
- so..sobre que-- respondió mi hija con nerviosismo.
- ¿Que me tiene que contar?-- indague.
- mmm por lo visto no lo has hecho... Pero tranquila sobrina, lo haré por ti-- dijo Margarita.
- No, yo decidí que ya no me voy a casar-- dijo Samara sin más, con sus ojos llenos de lágrimas, yo no entendí que estaba pasando, al parecer hay algo que yo no sé y no me quieren contar.
lo crio
Beatriz viste que cuando uno quiere puede por eso hay que ser humilde en esta vida hoy estás arriba mañana no se sabe menos que no demolieron la casa y por fin Pamela puede ver a sus padres.
Par de arpías y víboras resultaron las hermanas de Felipe y tendrán que devolverle casa, empresa y todo el dinero que se robaron hasta la supuesta venta cuándo sacaron a Ana.