Amor Azul

Cuando ya era muy tarde, le dije a Alessandro si quería quedarse a dormir, pero él se negó y le tuve que acompañar hasta su casa. Cuando llegamos, entramos y no estaba su papá. Suspiré de alivio y estaba por salir cuando él me dice...

—Nos vemos mañana, Lucas —dice Alessandro y me sonríe antes de cerrar la puerta.

Lucas quedó anonadado y no sabía qué hacer, pero después suspiró de felicidad y dijo casi susurrando:

—No, nos vemos mañana, Ale —sonrió y se fue a su casa a dormir.

Al otro día, él llegó a la escuela contento, pero vio que Alessandro no estaba y se sintió extrañado. "¿Por qué no vino hoy?" se preguntó. Estaba mirando a ver si llegaba, pero nunca llegó. Terminó la clase y salió. Fue a la pizzería a buscar o preguntar por Alessandro, pero no lo encontró.

—¿Me mintió? —Lucas ya estaba sobre pensando todo y se sentía dolido. Llegó a su casa con mala cara y fue a su habitación. Azotó la puerta con rudeza y se sentó en la cama a respirar tranquilamente. Luego de tranquilizarse, se preguntaba por qué Alessandro no fue o por qué no lo encontraba. Pasó toda la tarde y luego la noche pensando hasta que le ganó el sueño.

Cuando Alessandro había llegado a su casa, se despidió de Lucas y se encerró. Fue cuando golpearon la puerta. Él bajó a mirar quién era y vio a su papá. Lo dejó pasar y, cuando el papá fue a su heladera por cerveza, vio que no había nada y se enojó. Le reprochó a su hijo por qué no había cerveza y se puso agresivo.

—¡Por tu culpa murió tu mamá! —le gritaba el papá, quien lo golpeaba y agitaba de un lado a otro.

Cuando Alessandro se quiere liberar, el papá agarra una tabla de madera y le pega en la cabeza varias veces. Alessandro suplica que lo deje. Después, simplemente siente como su vista se oscurece y como se drena un líquido de él, pero de golpe todo queda en un oscuridad abrumadora y lo único que logra decir es:

—Lucas, ayudáme...

Al otro día, cuando Lucas se despertó, fue a la escuela y Belén se le acercó.

—Ya son tres días desde que no viene Alessandro —dijo Belén.

Lucas se sentía abrumado y no sabía qué pasaba.

—Muchas veces llegó golpeado o lastimado Alessandro, pero siempre se aisló de nosotros. Aunque después nosotros lo ignoramos —dijo Belén.

—¿Qué dijiste? —preguntó Lucas, sorprendido.

Lucas salió de la escuela con una sensación de urgencia y preocupación. No podía creer lo que Belén le había dicho. ¿Cómo podía ser que Alessandro llegara tan golpeado y nadie hiciera nada al respecto?

Decidido a averiguar qué pasaba, Lucas se dirigió hacia la casa de Alessandro. Al llegar, llamó a la puerta, pero no hubo respuesta. Insistió, llamando varias veces, pero el silencio era absoluto.

Lucas comenzó a sentir una sensación de miedo y ansiedad. ¿Qué podía haberle pasado a Alessandro? ¿Por qué no respondía a la puerta?

Sin pensarlo dos veces, Lucas decidió entrar en la casa. La puerta no estaba cerrada con llave, y él la empujó suavemente. Al entrar, se encontró con un escenario que lo dejó sin aliento...