Amor Azul
"Como aves que vuelan en busca de calor, ahora mismo huimos del frío y del dolor. Todo ese ardor que nos lastimó se queda atrás. Todo antifaz fue desecho en esa ciudad llena de faz, donde buscábamos incansablemente algo que nunca existió: la paz. Tan amargo saber que hay personas que dejan todo atrás para tener una nueva y mejor posibilidad de vida. Como pájaros que planean sobre el cielo, ignorando el bullicio de la ciudad sin importarles la tempestad, ellos siguen con el afán de ser algo más que un antifaz."
Buenos Aires, Argentina. Estaba en el auto, mirando impacientemente la hora.
—¡Che! Ya vamos a llegar —me dijo mi hermano. Todo se movía en la carretera. Ver cómo todo lo vivido se alejaba con aquellos autos era realmente triste. Seguir los cambios de paisajes con mis ojos era agotador, pero no podía dejar de mirar.
"Nueva vida, nuevos amigos", me decía a mí mismo.
Cuando finalmente llegamos, mis ojos se posaron en la gran pintura en un mural. Ese color azul me dio la sensación de que todo lo que había dejado atrás estaba ahí, en la pintura. Logré ver cómo un chico terminaba de pintar y deduje que era él quien lo había hecho. Era un chico de rulos castaños que caían sobre su frente de manera desordenada, y ojos marrones claros que brillaban con una luz cálida y amable. Su sonrisa era amplia y contagiosa, y su risa era una mezcla de alegría y libertad. Vestía un jardinero desgastado y una camiseta blanca que se ajustaba a su torso delgado. Sus manos estaban cubiertas de pintura y sus dedos estaban manchados de colores. Cuando reía, su rostro se iluminaba y su mirada se volvía aún más cálida y acogedora. Me sentía bien cuando lo miraba, como si su presencia me tranquilizara y me hiciera sentir que todo iba a estar bien. Además, parecía que disfrutaba de la compañía de los perritos y gatitos que se le acercaban, y su risa era aún más contagiosa cuando estaba con ellos. Sonreí cuando lo vi.
Mi mamá me llamó desde la puerta de la casa. —Hijo, vení a ayudarnos a desempacar todo —dijo mientras entraban a la nueva casa.
Cuando volví mi mirada al chico, ya no estaba. Entré a la casa de mala gana y comencé a recorrer las habitaciones. Me gustó el cuarto más grande y decidí que sería el mío.
—Hijo, mañana vamos a la escuela nueva, no te duermas tan tarde, porque después el vago se queja —decía mi mamá mientras acomodaba cosas.
Después de un rato, mi mamá nos hizo una salchicha con puré y yo, loco, le puse mayonesa a dos manos y mi hermano compró helado de tres kilos.
"Dios, tengo que hacer las paces con el pelotudo este o si no no me da helado" me puteé a mí mismo.
Cuando lo vi abriendo el pote de helado, lo alabé, lo idolatré, rogándole que me diera un poco, y al parecer funcionó, porque su ego subió y me dio una cucharada. Dios, le quería dar vuelta la cara de tonto que tenía. Después del helado, fui a dormir, sintiéndome un poco más tranquilo y emocionado por el nuevo comienzo en la escuela nueva.
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Comments
★~•~Kīri~•~★
me acabo de acordar de que mi perro se llama Lucas🤧
2024-12-03
1
Carlitos
Me disculpo por eso.
2024-12-03
0