El Rey Arturo y su hermana de sangre, Neferet, compartieron un amor prohibido que dio origen a dos gemelas. Para ocultar su romance ilícito y evitar el castigo de sus padres, idearon un plan desesperado: Neferet se llevó a una de las niñas, mientras Arturo confió la otra a una madre adoptiva, una princesa de un reino lejano. Dieciocho años después, las gemelas han crecido en mundos separados, ignorando la existencia de la otra. Pero cuando el destino las cruza, una cadena de secretos, mentiras y traiciones sale a la luz. En El Reino de los Engaños, nada es lo que parece...
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Capítulo 2
Sade
Sonreí enormemente al ver la belleza del bosque que le pertenecía al reino: árboles de gran tamaño con hojas de color verde, preciosas orquídeas y rosas de muchísimos colores, mariposas violetas, pájaros y miles de cosas más. Mi hermano y yo íbamos montando nuestros respectivos caballos mientras disfrutábamos de agradable silencio.
—Milos...Nuestro padre me ha dicho que un rey quiere que sea la esposa de su hijo —Le conté a mi hermano con una sonrisa torcida— Es que yo no quiero ser su esposa.
—¿Tienes que hacerlo? —Frunció el ceño— ¿Deseas que hable con nuestro padre y le pida que niegue la oferta?
—No lo digas como si yo fuera una oferta, no me agrada sentirme como un objeto. Ningún ser vivo debería sentirse así.
—Discúlpame Sade, trataba de decir que decline la petición de aquel rey. Por cierto, hermana ¿A qué reino pertenece ese príncipe?
—Al reino de Enchanted Forest —solté—Jamás hemos escuchado de él.
—Date a ti misma una sola oportunidad de conocer al príncipe y a su personalidad. Si no te agrada en lo máximo mínimo, le diremos que no piensas contraer matrimonio.
Asentí y me bajé del caballo con sumo cuidado para sentarme en el césped y disfrutar del buen ambiente. Milos hizo lo mismo y se sentó a mi lado derecho.
—Esto es lo más tranquilo que hay en nuestra vida...
—Y lo mejor en realidad. No sé si te has dado cuenta que solo nos tenemos el uno al otro ya que nuestros padres solo se preocupan por los asuntos reales y cosas como esas...No recibimos el amor que necesitamos y eso hace que nos sintamos solos y confundidos.
—Toda nuestra vida ha sido de tal manera, ya ni siquiera creo necesitar su cariño después de tanto.
—No puedo decir lo contrario, hermanito.
Él observó mi rostro por unos minutos, parecía que deseaba decirme algo sólo que no se atrevía a hacerlo. Al verlo actuar tan extraño, decidí preguntarle directamente:
—Milos ¿Quieres decirme algo?
—Oh, sí —Asintió y se puso un poco nervioso— Últimamente he estado observando y me he percatado de unos cuantos detalles que tienen que ver con nuestros padres.
—Por lástima yo no soy tan observadora cómo para darme cuenta de pequeños detalles...—Esbocé una mueca— Por lo que me gustaría que me contarás tu experiencia.
—Pues, empezaré con el hecho de que nuestro padre recibe cartas de una persona a la que le dicen "señora". No conozco el nombre ni la procedencia de tal persona, sin embargo me parece sospechoso que no digan su nombre y que le entreguen las cartas en privado a comparación de las demás.
—¿La llaman señora? ¿Quién podría ser? No tengo idea de quien podría ser ella, no obstante has despertado mi curiosidad.
—Eso no es todo lo que he descubierto...
—¡No me digas! ¿Hay más? —Mi cuerpo entero se estremeció al escuchar sus palabras.
—Padre teme que vayas al pueblo, tampoco conozco la razón. Escuché solamente eso debido a que tuve que salir a arreglar unas cuantas cosas.
—Bueno, con eso se podría entender que no te hayan dado permiso hasta el día de hoy.
—No es por sobre protección ya que tampoco te dejarían hacerlo a ti. Necesitamos obtener respuestas a aquello que has sido capaz de descubrir.
Nos callamos al mismo tiempo y en mi mente se crearon miles de hipótesis. ¿Cuáles podrían ser las razones de aquellos sucesos? Ninguno de nosotros tenía ni una mínima idea.
Esa noche, me asomé al balcón de mi habitación y disfruté del viento que me daba en la cara. Por un momento tuve una duda: ¿Cómo sería llevar una vida normal, que fuera diferente en cualquier sentido a esta? ¿Tal vez tener la oportunidad de enamorarme de alguien con el corazón y más no por la conveniencia? Tal vez me gustaría mucho no ser la princesa del reino. Tal vez me gustaría renunciar a esta vida y no volver a escuchar nada de la misma.
A la mañana siguiente, desayunamos juntos temprano y cuando estaba por dirigirme a mi habitación de nuevo, mi padre apareció de la nada:
—Sade —Captó mi atención y me brindó una cálida sonrisa— Ayer estuve pensando en la petición que me hiciste y al final, pude tomar una buena decisión.
Mi corazón se detuvo al escucharlo ¿Acaso ya me iba a otorgar su consentimiento para cumplir uno de mis más grandes sueños?
—Ya puedes ir al pueblo, Sade. Eres libre de hacerlo.
—Padre ¿Me estás diciendo qué ya me has dado permiso para visitar el pueblo? —Abrí la boca debido a la sorpresa que me causó escuchar eso y le di un abrazo en forma de agradecimiento— ¡Dios mío, te agradezco mucho de verdad!
—No me des las gracias hija, sólo aprovecha esta oportunidad...Sin embargo, me gustaría que Milos fuese contigo para mantener tu seguridad.
—Sí, sí, eso no importa —Aplaudí— Quiero comprar unas pocas cosas en el pueblo. Debido a que es bastante temprano, deseo ir hoy mismo al pueblo.
—Por supuesto Sade —Me sonrió— Vete ahora y regresa pronto, por favor.
—¡Claro, iré a decirle a mi hermano que me acompañe al pueblo!—Salí gritando de la habitación en busca de mi hermano menor y me encontré con el ama de llaves— Rosa ¿Por casualidad has visto a mi hermano?
—Está leyendo un libro en el jardín —Me sonrió— ¿Quiere que yo vaya a buscarlo?
—No, no quiero molestar. Iré a buscarlo yo misma —Le sonreí y me despedí de ella para encontrar a mi hermano.
Caminé con muy poco de tranquilidad y al llegar al agradable jardín, vi a mi hermano sentado con una ligera sonrisa.
—¡Milos, al fin padre me ha dado permiso de ir al pueblo! —Corrí hasta mi hermano y lo abracé con fuerza—Acompáñame al pueblo, te lo ruego.
—¿Ahora? Sade...—Suspiró— ¿Lo dices en serio?
—Ya sabes que lo digo muy en serio porque me ha costado miles de veces lograr su autorización. Te rogaré de rodillas si es necesario, pero ven conmigo.
—Lo haré si con eso logro que dejes de molestarme —Rió— Vámonos ahora mismo.
Le sonreí y luego de pocos minutos, salíamos del castillo por el puente que habían debajo de éste, que te llevaba directamente al pueblo.
—Santo Dios, este puente se parece a aquellos que aparecen en los libros de fantasía —Susurré y traté de yo misma calmar mi emoción tan grande — ¿Al acabar de cruzar este puente ya estaremos en el pueblo?
—Suena extraño, pero sí. Deberías calmar tus excesivos nervios, ir al pueblo no es para tanto.
—Espera Milos, si este puente nos lleva directo al pueblo ¿Por qué las personas no pueden llegar al castillo?
—Hay un guardia en el comienzo del puente, solo deja pasar a los que deben hacerlo.