La Obsesión De Un Beaumont

Christopher intentaba convencer a su esposa de organizar un pequeño agasajo.

— Vamos di que si exclamó Christopher.

—Me parece infantil y no lo haré, es mi amiga y no me parece justo engañarla así, ademas ella esta saliendo con Adam dijo Anastasia haciendo un gesto desagradable, Adam era un idiota pero Grace lo habia escogido.

— Stefano es mi amigo y cuando yo necesite de su ayuda lo hizo sin poner objeción exclamó Christopher

— Lo cual fue algo ruin de su parte dijo Anastasia con total vehemencia recordando el secuestro de su esposo.

— Pero por su ayuda nosotros estamos juntos y si tú me amaras como yo te amo entenderías que cuando uno está desesperado y locamente enamorado el fin justifica los medios.

— Eres maquiavélico, intentas manipularme exclamó Anastasia.

— Por supuesto que no, pero piensa lo felices que somos y lo cierto es que el tonto de mi amigo esta muy enamorado de Grace, lleva detrás de ella desde que Grace cumplió dieciocho años. ¿Seis años ?, no te parece mucho tiempo.

— Me parece que es un viejo rabo verde exclamó Anastasia riéndose.

— No es viejo Stefano tiene mi e... Christopher miró a su esposa reírse, ¿lo acababa de llamar viejo rabo verde?.— ¿Qué ocurre contigo?, el viejo te dará una lección exclamó Christopher besándola.— Anastasia pego un grito cuando Christopher la levanto del sofá, para llevarla al dormitorio.

Christopher la dejó en medio de la cama.

 —Hora de tu lección —gimió él, bajándole los tirantes del vestido y dándole un ardiente beso en el hombro—. No te voy soltar, hasta que no te retractes . Ella lo miraba fascinada mientras lo veia abrirse la camisa. Sonrió encantada cuando los dedos maestros de Christopher la desnudaron y su boca acarició su piel, y Anastasia se entrego por completo a aquel placer tan intenso, mientras susurraba su nombre.

 Christopher la beso con salvajismo.— Lo siento no quise ser tan brusco—dijo él mientras acariciaba su cuerpo—. Es muy difícil refrenarse… —Entonces, no lo hagas…

—No quiero hacerte daño… Ella cerró los ojos, tratando de controlar el deseo. Pero su cuerpo se derretía por él.

—Christopher, por favor… Christopher hizo un sonido gutural y giró con ella hasta ponerla debajo con un suave movimiento. Él se colocó entre sus piernas antes de volver a besarla y la hizo suya. Ella sintió un calor dentro. Lo sintió fuerte y profundamente. Gimió, abandonada a aquella sensación; yÉll la acalló nuevamente con su boca. El se adentró en ella con poderosos empujes. Hasta que ambos llegaron al punto más alto del placer y se desmoronaron. Después de hacerlo, Anastasia se quedó con los ojos cerrados, Christopher rodó con ella y la puso encima. Le acarició el cabello despeinado, y lo apartó de sus mejillas encendidas. La beso con delicadeza.

— ¿ Me harás ese favor?, pregunto Christopher mientras la besaba en el cuello.

Anastasia abrió los ojos.— Está bien lo haré, pero será después de que regrese de New York. Christopher sonrió encantado.

Dos días después llevo a su esposa al aeropuerto, Anastasia asistiría a un desfile a New York y él aprovecharía para ir a Grecia.

Mientras tanto en Cerdeña, en la vieja mansión Salvatore , Stefano sonreía al leer el mensaje de su amigo Christopher.

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Danielle caminaba junto a su madre Madeleyn, su tía Kat y su prima Eleonora por el impresionante centro comercial de Marambit, llamado "Najm Dhahabi". El techo alto y abovedado, adornado con intrincados patrones árabes, se elevaba sobre ellas como una obra de arte. Las luces brillantes y los colores vivos de las tiendas y los restaurantes creaban un ambiente vibrante y emocionante.

Kat, que había estado en Marambit varias veces antes, guió a Danielle y Eleonora a través del laberinto de pasillos y tiendas. Pasaron por delante de una joyería que exhibía diamantes y oro en vitrinas relucientes, y luego por una tienda de ropa de diseñador que mostraba las últimas tendencias de la moda.

Eleonora, que era una diseñadora de modas apasionada, se detuvo en seco delante de una tienda de alta costura.—Mira, Danielle, ¡estos vestidos son increíbles!, exclamó, señalando un modelo de vestido de noche con intrincados detalles de encaje.

Danielle sonrió y asintió con la cabeza. —Sí, son muy bonitos", dijo, aunque su atención se centraba más en las tiendas de zapatos y accesorios. —Mamá, ¿podemos ir a la tienda de zapatos que está en la planta superior?, preguntó, refiriéndose a una tienda que era famosa por sus diseños exclusivos y de alta calidad.

Madeleyn sonrió. —Por supuesto, cariño, dijo. Y luego podemos ir a la tienda de lencería que está cerca, tengo algunas ideas para mi próxima colección.

Katherine se rió. —Tu siempre pensando en el trabajo, dijo, aunque sabía que la pasión de su hermana por la lencería era lo que la había llevado a ser una de las diseñadoras más reconocidas en su campo.

Mientras subían las escaleras mecánicas hacia la planta superior, Danielle no podía evitar sentirse emocionada por la posibilidad de encontrar inspiración para sus próximos diseños de zapatos y carteras. Y sabía que, con su madre y su prima a su lado, siempre tendría apoyo y consejos para ayudarla a alcanzar sus objetivos.

Finalmente, después de recorrer el centro comercial, Danielle, Madeleyn y Eleonora se detuvieron en el piso donde habían reservado espacios para montar sus locales. La emoción y la expectativa eran enormes mientras miraban alrededor, imaginando cómo serían sus tiendas una vez que estuvieran decoradas y listas para abrir.

Danielle se detuvo frente al espacio que había elegido para su tienda de zapatos y carteras. Sonrió al imaginar cómo sería el interior, con estanterías de madera oscura y vitrinas de cristal que mostrarían sus diseños más recientes.

Madeleyn, por su parte, se dirigió hacia el espacio que había reservado para su tienda de lencería. Se rió al pensar en cómo decoraría el interior, con tonos suaves y delicados, y vitrinas que mostrarían sus creaciones más íntimas.

Eleonora, mientras tanto, se detuvo frente al espacio que había elegido para su tienda de ropa de alta costura. Se emocionó al imaginar cómo sería el interior, con estanterías de cristal y vitrinas que mostrarían sus diseños más espectaculares.

Las tres mujeres se miraron entre sí, sonriendo y emocionadas por el futuro que les esperaba. Sabían que montar sus tiendas en el centro comercial de Marambit sería un desafío.

Después de visitar sus futuras tiendas, Danielle, Madeleyn y Eleonora se dirigieron al lugar donde realizarían su primer desfile en Marambit. El edificio era un impresionante centro de convenciones con una gran sala de eventos que había sido especialmente diseñada para albergar desfiles de moda y otros eventos de gran escala.

Al llegar, las tres mujeres fueron recibidas por el equipo de organización del desfile, que las guió a través de la sala de eventos y les explicó los detalles del evento. Danielle, Madeleyn y Eleonora escucharon atentamente, tomando notas y haciendo preguntas sobre todo, desde la iluminación y el sonido hasta la disposición de los asientos y la logística de la pasarela.

Esa noche Eleonora se encontraba en el jardín del palacio conversando con Grace, al otro lado de la línea Grace tomaba notas debían decidir diferentes aspectos de la decoración del local y mientras Eleonora hablaba, ella miraba las imágenes del local.

A unos metros de ella Zaid la observaba con curiosidad. En cuanto ella corto la llamada noto que alguien la estaba mirando, al girar la cabeza Eleonora lo miró.

El príncipe heredero de Jaddara, Zaid era un hombre de una belleza impresionante. Su piel era de un tono dorado claro, como la arena del desierto bajo el sol del mediodía, tenia un extraño tatuaje en su brazo derecho. Sus ojos eran de un negro profundo y brillante, como el cielo nocturno estrellado. Su cabello era negro como la noche.

Su rostro era fuerte y masculino, con pómulos altos y una mandíbula cuadrada. Su nariz era recta y perfecta, y su boca era una línea fina y sensual. Llevaba una barba de una semana bien cuidada.

Su cuerpo era fuerte y musculoso, como el de un guerrero. Llevaba una túnica blanca de seda, adornada con intrincados patrones de oro y plata.

En su mano derecha, llevaba un anillo de oro con un gran rubí rojo, que brillaba como una estrella en la noche. Su presencia era imponente y majestuosa, y todos los que lo veían no podían evitar sentirse atraídos por su belleza y su carisma e intimidados por su autoridad. Pero Eleonora no era todos y lo odiaba profundamente.

— No le enseñaron a no escuchar conversaciones ajenas exclamó molesta Eleonora.

Zaid se acercó a ella.—Tiene razón me disculpo, es que me sorprendió su entusiasmo al hablar de Marambit, considerando que huele a camello y esta lleno de arena.

— A pero hablaba de Marambit no de Jaddara exclamó ella.

Zaid se acercó bruscamente, intimidandola.— No sea mal educada, no querrá ser castigada.

Eleonora sonrió, no podía creer que fuera tan bárbaro de haber dicho eso.—A mí no me intimida. Si Jaddara huele a camello aceptelo...