La Reencarnada Y Los Pegasos

Varias horas despues, Silverwind dejó a Arya en el balcón con un movimiento suave, casi silencioso.

Arya estaba tan agotada mental y emocionalmente, tan llena de nudos en el pecho, que apenas entró a su habitación comenzó a deshacer el broche superior de su vestido, respirando con alivio.

Kiran, que estaba esperándola en las sombras, dio un paso para salir y hablarle…

Pero la puerta se abrió de golpe.

Lira: ¡Milady! ¿Está aquí? ¡He estado buscándola por todas partes!

Kiran se quedó congelado. El corazón en la garganta.

Tuvo que deslizarse rápidamente detrás de la cortina del ventanal, invisible en la penumbra, conteniendo la respiración.

Arya, sorprendida por la entrada repentina, apresuró sus movimientos para cambiarse a su pijama, volviendo la espalda a Lira.

No fue nada revelador, solo los movimientos apresurados de alguien buscando comodidad y refugio después de un día insoportable.

Aun así… la sencillez de verla relajarse, ser ella misma, soltar la carga… Hizo que el duque apartara la mirada con respeto.. la mayor parte del tiempo.. Pero su corazón… su corazón estaba perdido.

Nunca la había visto tan humana. Tan tranquila después del caos. Tan vulnerable y fuerte al mismo tiempo.

Kiran sintió el rostro calentarse sin querer. [“Estoy enamorado…”]

La comprensión lo golpeó con fuerza.. Más fuerte que cualquier palabra dicha por Aldren.

Lira: ¡Mi lady! ¡Estaba tan preocupada! ¿Está bien? ¿Qué pasó? ¿Por qué Silverwind la raptó así?

Arya respiró profundo, dejando caer el peso de sus emociones.

Arya: Lira… estoy bien. De verdad.

Se miró las manos un segundo, como recordando el cielo infinito.

Arya: Necesitaba… tiempo. Ese tiempo entre las nubes… me hizo bien.

Kiran cerró los ojos detrás de la cortina. Su pecho dolió un poco.

Ella no había huido de él por desprecio.

Había huido porque estaba abrumada.

Lira suspiró aliviada y le acomodó un mechón del cabello.

Lira: Me alegra tanto escuchar eso. Solo descanse, mi lady.

Yo estaré vigilando en la puerta por si necesita algo.

Arya sonrió con suavidad.

Arya: Gracias, Lira.

La doncella se inclinó y salió, dejando la habitación en silencio.

El duque… y el corazón que late demasiado fuerte..

Cuando Lira se fue y la puerta se cerró, Kiran apoyó la frente contra la pared, sin salir todavía.

El corazón le latía demasiado rápido. Demasiado fuerte.

[Estoy perdido… completamente perdido por ella]

Finalmente, cuando Arya se sentó en la cama, ya en calma, Kiran salió de las sombras.

Sin ruido.. Sin prisa.. Solo con el corazón en la mano..

Arya estaba acomodándose en la cama, ya más tranquila, cuando una sombra se movió en el rincón de su habitación.

Ella dio un pequeño sobresalto, abriendo la boca para gritar.. Pero una mano cálida cubrió suavemente sus labios antes de que el sonido escapara.

Duque Kiran Page (susurrando): Shhh… Lira está afuera..

Los ojos de Arya se abrieron como dos lunas plateadas.

Cuando él retiró la mano, ella respiró hondo, intentando no desmayarse.

Arya (temblorosa): ¿Q-Qué está haciendo aquí…? ¡Esto es mi habitación!

Kiran dio un paso hacia adelante, despacio, como si temiera asustarla más.

La luz suave de la lámpara iluminó su rostro cansado, pero también lleno de determinación.

Duque Kiran Page (voz baja): Solo quería asegurarme… de que estabas bien.

Arya parpadeó, sorprendida por el tono sincero.

Kiran avanzó apenas un paso más, suficiente para que las sombras se mezclaran entre ellos.

Duque Kiran Page: Cuando volaste así… cuando desapareciste… pensé que habías huido porque te lastimé sin querer.

Arya bajó la mirada. Sintió el calor profundo que llevaba horas queriendo ignorar.

Arya: No… no fue eso.. Yo solo…

Tragó saliva, nerviosa, confundida.

Arya: El beso… Ese beso me confundió más que cualquier profecía que me hayan contado en el templo.

Se acercó un poco más, pero mantuvo distancia suficiente para no intimidarla.

Duque Kiran Page: ¿Confundió… cómo?

Arya levantó la mirada apenas, buscando sus ojos.

Los encontró azul profundo, intensos, prendidos de ella.

Arya: En el templo me dijeron toda la vida que no debo sentir nada. Que no debo amar. Que no puedo elegir. Que soy… la santa.

Kiran frunció el ceño, dolido por esas palabras.

Arya: Pero cuando usted… cuando me besó… sentí algo que no se supone que deba sentir.

Duque Kiran Page: Arya… nadie puede prohibirte sentir. Ni un templo. Ni un mago. Ni siquiera yo.

Arya: No… no puedo sentir nada por usted. No es correcto. No está bien. Lo mejor… lo mejor para todos es que yo lo olvide.

Duque Kiran Page: Entonces mírame a los ojos… y dime que quieres que me vaya. Que debo dejarte en paz. Dímelo… y no volveré a molestarte.

Arya: Y-Yo…

Levantó la mirada. Se encontró con esos ojos azules, profundos, intensos… y se perdió. Se hundió.

La habitación, el templo, las profecías, Aldren… todo se desvaneció.

Ella no pudo decirlo. No pudo expulsarlo de su vida.

Kiran vio la respuesta en sus ojos antes de que ella pudiera siquiera hablar.

Y en ese silencio lleno de emoción contenida… se besaron.

No fue un beso robado, ni impulsivo, ni accidental.

Fue un beso elegido por ambos, al mismo tiempo.

Un beso suave al inicio… pero que creció en profundidad cuando Arya, sin darse cuenta, se aferró a su ropa para no caerse.

Kiran la sostuvo por la cintura, protegiéndola, acercándola, cuidándola.

Era un beso lleno de sentimiento, de alivio, de entrega silenciosa.

Cuando se separaron, respiraban entrecortado.

Kiran apoyó su frente en la de ella, acariciando suavemente su cabello blanco con los dedos.

Duque Kiran Page (susurrando): Nunca… nunca he sentido nada por nadie. No soy un mujeriego, Arya. Jamás lo fui.

Ella, aún temblorosa, le tocó la mejilla.

Arya (voz bajita): fueras una mala persona… Silverwind no se habría acercado a ti. Él nunca se equivoca. Y yo… yo te creo.

Kiran rió bajo, un sonido suave, cálido, casi incrédulo.

Duque Kiran Page: Entonces tendré que llevarle un cajón entero de las mejores manzanas del reino… Por ayudarme contigo.

Arya sonrió por primera vez desde la mañana, una sonrisa pequeña, tímida… hermosa.

Kiran la acercó a su pecho, con una mano acariciando su cabeza, otra en su espalda.

La tensión del día, el vuelo, las lágrimas contenidas, el miedo, la confusión…

todo se fue deshaciendo en el calor de sus brazos.

Arya, agotada, apoyó la cabeza contra él.

Y él la sostuvo con una delicadeza que nadie jamás le había mostrado.

Duque Kiran Page (susurrando contra su cabello):

Estoy aquí… no voy a dejarte caer.

Arya cerró los ojos.

La respiración se hizo más lenta, más tranquila.

Poco a poco… ella se fue quedando dormida en los brazos del duque.

Kiran la acomodó suavemente en la cama, sin soltar su mano, acariciando su cabello con suavidad…

y se quedó allí, velando su sueño, como si nada en el mundo fuera más importante.