Mi Villano, Mi Creación

DAMIÁN CLAIRMONT:

—¿Qué haremos con esa chica?

Pregunta Lucas mientras le da el filo perfecto a su espada.

—Se le mira muy tierna, creo que es buena idea dejarla ir.

Clavo mis ojos en mi hermana cuándo dice eso.

—¿Acaso estás loca? No sabes si pertenece al bando enemigo.

—Es obvio que no pertenece al bando enemigo, y sé que te puedes dar cuenta que su aura no es como un humano normal, ella es diferente.

—Con más razón hay que mantenerla en vigilancia, no sabemos de qué extraña especie es ¿Y si nos quieren invadir?

—¡Hay no! ¿Por una vez no puedes dejar de ser paranoico en tu vida? No todos piensan de la misma manera que tú... Que pesar.

Ella se queja mientras se pone en pies.

—Le llevaré algo de comer, debe de tener hambre.

—Ten cuidado.

Le digo sin más y ella solo resopla.

—Lo tendré.

Dice marchándose sin más.

—Señor, ya todos están reunidos.

Dice uno de mis soldados y asiento poniéndome en pies.

—Lucas.

—Si señor.

Él hace lo mismo que yo y nos dirigimos a la tienda de reunión.

Al llegar todos los soldados se levantan y hacen una reverencia hasta que llego a mi lugar.

—Informen.

Digo mirándolo a todos fijamente.

—El enemigo se infiltró en nuestro campamento señor, estamos en una zona vulnerable y creo necesario movernos.

Habla uno de mis estrategas y asiento de acuerdo con él.

—Lo mejor será movernos a las montañas del norte, ahí será un punto favorable para nuestra defensa y nuestros suministros no serán comprometidos.

—Señor, ir a las montañas será un camino de dos días, no podemos dejar sola la frontera, eso solo va a retrasarnos.

Miro al soldado fijamente y este desvía la mirada.

—Es mejor retrasarnos a una masacre, ya el enemigo conoce nuestra base y eso no es bueno para nosotros, ir a las montañas será un punto a nuestro favor, el enemigo no podrá infiltrarse sin ser detectado ¿Alguna otra novedad?

—Sí, tenemos informes de que el príncipe estará en nuestro campamento en unos días, señor, el emperador solicita su protección.

Dice un soldado de alto rango del palacio y arrugo el ceño ya molesto.

—¿Acaso me ven cara de niñera?

—Son órdenes del emperador.

Dice el soldado entregandome un sobre dorado y es Lucas el que lo toma.

Trato de tomar varias respiraciones para no sacar mi espada y aniquilar a ese idiota.

—¿Tienen noticias del príncipe invasor?

Pregunto mientras siento unas terribles ganas de ver sangre.

—No señor, nuestros informantes solo saben que están en algún lugar de la zona norte.

—Perfecto, creo que está en el lugar correcto.

Una sonrisa de maldad se dibuja en mis labios cuando mi hermana entra con la respiración agitada.

—Ella se ha escapado.

Frunzo el ceño sintiendo como la furia se enciende más fuerte en mi cuerpo.

—La chica Aisha, ha escapado.

Dice mi hermana con más claridad y sin pensarlo dos veces salgo de la tienda de reunión.

—Espero que corras rápida criatura, no tendré piedad cuándo te atrape.

AISHA:

Cuándo Lorena me trae el desayuno y me suelta de las cuerdas que me tenían atada, miro la oportunidad perfecta para escapar de este lugar.

—Pue... Puedes traerme un poco de agua por favor... Muero de sed.

Pongo una cara de sufrimiento cuando veo que ella duda, pero asiente mirándome con pena.

—De acuerdo, vuelvo enseguida.

Cuándo ella sale tomo un enorme suspiro y la verdad me siento mal... Ella me ha tratado muy bien, pero no tengo tiempo para eso.

Con mis manos abro un pequeño hueco que está en la vieja tienda y salgo de ahí lo más rápido que puedo mientras la capa de anoche cubre mi cuerpo por completo.

Varios soldados camina de un lado a otro y solo aprovecho cada pequeño momento de abertura entre ellos y camino rápido escondiéndome en cada esquina hasta salir del campamento.

—Claro, yo escribí esta novela ¿Cómo no voy a escapar de mis propias creaciones?

Me gustaría reírme y celebrar, pero no tengo tiempo para eso.

No me alejo mucho del campamento y busco un lugar para esconderme... Un lugar que esté a la vista de todo y a la vez oculto... ¿Dónde será?

Me pregunto mirando el bosque a todo mi alrededor.

—Un lugar que esté a la vista de todo y a la vez oculto... ¿Dónde será?

Miro hacia el campamento, los soldados están en plena conmoción y escucho la voz de Damián, fuerte y llena de rabia, dando órdenes a diestra y siniestra.

Sé que vendrá por mí y sé que es un rastreador increíble en mi propia novela Damián Clairmont era conocido por ser el mejor rastreador del reino, si me quedo en el bosque, aunque sea la mejor opción para un escape lógico, él me encontrará en cuestión de minutos.

Piensa Aisha, piensa, eres la arquitecta de este mundo, debes encontrar un lugar.

Recuerdo la geografía del campamento que describí, a tienda de Damián estaba en el centro, y la tienda donde me tenían estaba cerca del límite, junto a una línea de carruaje viejos de suministros.

¡Eso es!

Un destello de idea ilumina mi rostro... Si me escondo dentro del campamento, a simple vista, pero en un lugar que él nunca consideraría, ganaré el tiempo suficiente y después escapar del villano.

Me doy la vuelta y en lugar de alejarme del campamento, me pego a la línea de árboles y corro en paralelo a la valla exterior hasta llegar a la parte trasera donde se amontonan los desechos y los suministros que no están usando por el momento.

Rastreo la línea de carruajes hasta encontrar uno específico: el de Suministros Desmantelado.

Lo recuerdo perfectamente, lo puse en la historia como un punto ciego que los soldados ignoraban porque creían que estaba vacío.

Me acerco y mi corazón late a mil por hora, la capa me ayuda a camuflarme con las sombras y la escotilla trasera del carruaje está atascada, justo como lo escribí.

Uso toda mi fuerza, y con un crujido, la empujo lo suficiente para deslizarme dentro de manera rápida.

El interior huele a madera vieja, polvo y el leve aroma a hierbas secas. Me arrastro por el suelo, cerrando asi la escotilla lo mejor posible y dejando solo una pequeña rendija para respirar y mirar hacia afuera.

El interior está sorprendentemente vacío por esta área, solo unos cuantos sacos de grano rancio y un par de mantas desechadas.

Me acurruco bajo una de las mantas, tratando de silenciar mi respiración.

Escucho voces... Cerca muy cerca.

—¡Revisen todos los carruajes del lugar!

—ordena una voz, no es la de Damián, pero está lo suficientemente cerca como para que sienta el pánico correr por mis venas.

Cálmate, Aisha, tú escribiste que este carruaje es un punto ciego... Ellos no deben revisarlo.

Escucho cómo patean la escotilla del carruaje justo a mi lado.

El ruido hace que salte, pero me mantengo en silencio.

—Está vacío.

Dice un soldado con desinterés.

—Solo suministros viejos ¡Vamos, el señor Clairmont está furioso!

Las pisadas se alejan y suelto un suspiro tembloroso. Casi, casi.

Pero la calma no dura, unos minutos más tarde, un nuevo sonido. Uno que reconozco al instante.

Tic. Tac. Tic. Tac.

Es el sonido de alguien caminando con precisión. Esas pisadas no son erráticas, son deliberadas. Y se dirigen directamente a mí, hacia dónde estoy.

A través de la rendija, veo las botas militares y, ascendiendo, los pantalones de montar de cuero, pero mi vista se detiene en un paquete que apenas es ocultado... Que yo recuerde no lo describí tan proporcionado ¿O si? Mi vista continúa ascendiendo y miro la espada en la cadera... El aura de furia que emana de él.

El duque Damián Clairmont.

Se detiene justo frente a mi escondite y siento el aire denso y cargado, él no necesita ver la puerta forzada para saber que estoy aquí. Él siente mi energía, por muy sutil que sea, y está justo al lado.

—Eres más astuta de lo que pensaba, criatura.

Dice su voz, fría y mortalmente tranquila, justo al otro lado de la madera.

—Pero no lo suficiente.

Él no intenta abrir la escotilla. Simplemente levanta su mano. Siento el aumento de su poder, un momento de terror me invade... ¡Va a destrozar el carruaje conmigo dentro!