Jéssica Coutinho es una mujer amorosa y de gran corazón que fue abandonada por su madre cuando era niña. Creció siendo criada por su tía y es madre soltera de la pequeña Ana Vitória. Traicionada por su propia familia, decide irse de Brasil.
Gabriel Johnson es un CEO en la industria hotelera, un hombre serio y de pocas palabras que vive de apariencias.
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Capítulo 5
Jéssica Coutinho
Hasta intenté empezar a trabajar al día siguiente, pero aquí estoy preparando una cena ligera para el señor Jhonson.
Alda se fue, él se haría unos exámenes al día siguiente, así que se fue con Richard, que acabo de descubrir que es su hijo.
Preparé una crema ligera de calabaza con carne picada y tostada, espero que le guste.
Me bañé con Ana y fui con ella al despacho del señor Jhonson, que no sale de allí ni un minuto.
Llamé a la puerta y esperé autorización.
Gabriel: Puede pasar.
Jéssica: Hola, señor Jhonson, la cena está lista, ¿puedo servirla?
Gabriel: Sí, puede.
Asentí y salí del despacho.
...
Gabriel Jhonson
Espero no arrepentirme de haberle dado una oportunidad a la señorita Coutinho.
Le estoy muy agradecido por haberme ayudado tras un ataque de pánico, odio la sensación de muerte, parece que voy a morir en cualquier momento, los pensamientos son siempre negativos y sufres por algo que ni siquiera ha sucedido.
Le dije a la señorita Jhonson que descansara y que empezara a trabajar al día siguiente, pero ya vi que no seguía órdenes.
Fui a mi habitación, me di una ducha y bajé a cenar, la mesa ya estaba puesta, fui a la cocina a tomarme una medicina antes, me dolía mucho la cabeza, la hija de Jéssica estaba sentada en la mesa de la cocina jugando con sus pulseras de colores cuando me vio me dedicó una hermosa sonrisa y acabé riéndome con esa escena.
Gabriel: ¿Todo bien?
Ella asintió con la cabeza y enseguida apareció su madre y no puedo negar que son guapas, pero cuál debe ser su historia.
Salí de la cocina en dirección al comedor y me senté en una enorme mesa y sólo había un sitio ocupado, suspiré profundamente.
La comida olía de maravilla.
Jéssica: Disculpe, le interrumpo señor, ¿quiere queso?
Asentí con la cabeza y enseguida salió y volvió y empezó a rallar queso por encima del caldo.
Cuando se retiró, di la primera cucharada y vaya, estaba buenísimo, me gusta la comida casera, me encanta sentir el sabor suave de las especias.
Me conquistó por el estómago, me aseguré de repetir cuando volví a la cocina, las dos estaban cenando mientras conversaban.
Estuve tentado de llamarlas para que se sentaran conmigo en el comedor, pero mi orgullo pudo más.
Volví a sentarme a la mesa y mi mente se fue a otro lugar pensando en cosas que sabía que nunca sucederían, a veces me sentía muy solo, deseaba tener a alguien que me mirara más allá de mi fortuna, pero también ¿quién iba a querer a un hombre lleno de traumas como yo?
Pronto terminé mi cena y fui a poner los platos en el fregadero.
Jéssica: Señor, ¿puedo hablar con usted un minuto?
Estuve de acuerdo con ella, que enseguida se levantó en dirección a su habitación, lo que me dejó sin entender nada, me senté al lado de la niña que siempre tenía una sonrisa en la cara ya habían terminado de cenar y estaban pintando un dibujo de alguna princesa.
La pequeña me ofreció un lápiz pero yo me negué, entonces ella enseguida volvió a concentrarse en el dibujo pintado a su manera infantil enseguida su mano volvió con un cuaderno y un bolígrafo.
Jéssica: Bueno, disculpe la demora, quiero saber más sobre sus gustos, señor, sus preferencias, si tiene alergia a algo.
Gabriel: Sí, soy alérgico a los frutos secos.
Jéssica: Vaya, Ana también lo es.
Sonrió y nos pasamos unos 40 minutos con ella haciéndome varias preguntas y respondiendo a todas sin darme cuenta.
Mientras estaba envuelto en medio de miles de preguntas de la señorita Coutinho, ni me di cuenta de que estaba pintando un dibujo de princesa.
Miré a mi lado y la niña me estaba aplaudiendo, miré a su madre que conectó y me dijo que me estaban felicitando porque mi dibujo era bonito.