Segundo libro de- UNA MUJER EN LA MAFIA. Aclarando solo dudas del primer libro. No es que es una historia larga. Solo hice esta breve historia para aclarar algunas dudas.
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Una mujer en la mafia
El silencio en la habitación era tan pesado que apenas podía respirar. Flora, sentada frente a mí, nos miraba con los ojos llenos de confusión e incredulidad. Su expresión era la de alguien que acababa de recibir demasiada información de golpe y no sabía cómo procesarla.
—Entonces… ¿me van a explicar todo esto o van a seguir hablando en acertijos? —preguntó finalmente, cruzando los brazos con impaciencia.
Simón, que estaba de pie a mi lado, me lanzó una mirada, como dándome permiso para empezar. Tomé aire profundamente, intentando ordenar mis pensamientos antes de hablar.
—Está bien, Flora. Pero necesito que prometas que lo que voy a contarte se quede entre nosotros. No es algo fácil de explicar… ni de escuchar.
Ella asintió, inclinándose ligeramente hacia adelante, como si ya intuyera que lo que venía sería complicado.
—Hace años, James era la mano derecha de mi padre —comencé, mi voz temblando ligeramente al principio.
Flora arqueó una ceja, claramente intrigada.
—¿Tu padre? ¿El que…? —Hizo una pausa, sin querer terminar la frase, pero yo asentí.
—Sí. Mis padres murieron… por culpa de su exesposa.
—¿Qué tiene que ver James con eso? —preguntó, frunciendo el ceño.
Me pasé una mano por el cabello, buscando las palabras correctas.
—James estaba casado en ese entonces. Tenía una esposa y una hija. Pero... con el tiempo el se enamoro de mi, pero yo no lo sabia, nisiquiera sabia quien era. Después de mucho tiempo trabajando para mi padre, empezó a mirarme de otra manera.
Flora parpadeó varias veces, claramente sorprendida.
—¿James? ¿Enamorado de ti?
—Sí. Y yo… bueno, también sentí algo por él —admití, bajando la mirada por un instante—. Fue complicado, yo tenia problemas en ese entonces que lo conocí dos años después de que mi padre muriera, pero el decidió buscarme por la herencia, sabia que estaba pasando por muchas que no sabía cómo manejar todo eso. Pero después su esposa, la madre de su hija, me reconoció en unas de sus reuniones al parecer.
Simón interrumpió, su tono serio como siempre.
—Y ella no lo tomó bien.
—Eso es quedarse corto, Simón —dije, girándome hacia él antes de volver a mirar a Flora—. Ella estaba completamente consumida por los celos. Estaba convencida de que yo era la razón por la que James se había distanciado de ella. Así que... intentó deshacerse de mí.
Flora dejó escapar un leve jadeo.
—¿Cómo que "deshacerse"?
—Me secuestro una vez —dije —. Pero no duró mucho, logre salir.
La expresión de Flora se transformó en puro horror.
—Dios mío...
—Después de eso pasaron meses y su hija apareció de la nada, y en un momento de discusión ella revelo que su madre mato a mi padre.
Flora abrió la boca, como si quisiera decir algo, pero la cerró de inmediato.
—Pero había algo que no podía olvidar —continué, mi voz ahora más firme—. Me obsesioné con James, cada vez que estaba con el me hacia hacer cosas que no eran buenas, y no porque me obligaba, yo misma lo hacia, había una parte de mi que quería este mundo.
—¿Qué hiciste? —preguntó Flora, su voz apenas un susurro.
—La enfrenté —respondí, sintiendo que el nudo en mi garganta se hacía más grande—. No podía dejarlo pasar. Y cuando las cosas se salieron de control… la maté.
Flora se llevó una mano a la boca, horrorizada.
—¿Tú… mataste a alguien?
—Dos para ser exacta —dije sin compasión—. Lo hice por venganza, y también porque no podía dejar que siguiera causando daño.
Simón habló entonces, su voz tranquila pero llena de firmeza.
—Desde entonces, las cosas no han sido fáciles. James nunca me culpó directamente, pero sé que lo lleva dentro. Y ahora que está de vuelta… todo esto ha vuelto a resurgir.
Flora se quedó en silencio, tratando de asimilar todo lo que le habíamos contado. Finalmente, sacudió la cabeza, como si intentara despejar sus pensamientos.
—Esto es… demasiado —dijo, con la voz temblorosa—. ¿Y ahora qué? ¿Qué va a pasar con James? ¿Contigo?
No tuve respuesta para ella. Porque, en el fondo, yo también me hacía la misma pregunta.
El silencio que siguió fue como una pausa prolongada en una obra dramática. Flora nos observó a Simon y a mí, su mirada todavía llena de confusión, pero había algo más en sus ojos: determinación.
—Mira, esto es mucho para procesar —dijo finalmente, soltando un largo suspiro—. Pero ahora mismo, lo mejor que podemos hacer es olvidarnos de esto por un rato.
—¿Olvidarnos? —repetí, frunciendo el ceño.
—Sí, al menos por ahora —insistió, enderezándose en su asiento y cruzando los brazos—. No podemos permitir que esto nos consuma. Hay cosas más urgentes en las que debemos enfocarnos.
Simon la miró con curiosidad.
—¿A qué te refieres?
Flora sonrió levemente, como si acabara de recordar algo importante.
—A la fiesta. La invitación que recibimos esta mañana. ¿Recuerdan?
Asentí lentamente, aunque todavía estaba atrapada en el remolino de emociones del momento.
—¿La fiesta de negocios?
—Exactamente —respondió Flora, ahora claramente más animada—. Es nuestra mejor oportunidad para obtener información sobre la mercancía robada. Sabemos que varios de los involucrados estarán ahí.
Simon se cruzó de brazos, su mirada todavía llena de duda.
—¿Y cómo planeas que consigamos esa información?
Flora rodó los ojos, como si la respuesta fuera obvia.
—Haciendo lo que mejor hacemos: observando, escuchando, hablando con las personas adecuadas. Esa fiesta estará llena de empresarios, y algunos de ellos saben más de lo que aparentan.
Me quedé en silencio por un momento, considerando sus palabras. Tenía razón. Había demasiadas cosas en juego como para quedarnos atrapados en el pasado.
—Está bien —dije finalmente, levantándome del sofá—. Tienes razón. No podemos perdernos esa oportunidad.
Flora sonrió, triunfante, y se puso de pie también.
—Perfecto. Ahora, ve a prepararte. Esa fiesta no será una reunión cualquiera, y necesitamos lucir impecables.
Simon dejó escapar un leve resoplido.
—¿Esto es un trabajo o un desfile de moda?
—Ambos —respondió Flora sin perder el ritmo—. Y no pienses que tú te salvas, Simon. También te pondrás algo decente.
Lo miré con una pequeña sonrisa, agradeciendo en silencio que Flora supiera cómo cambiar el rumbo de la conversación.
—Está bien, Flora. Tú ganas —dije mientras me dirigía hacia mi habitación para buscar algo que ponerme—. Pero espero que esta fiesta realmente valga la pena.
—Créeme, lo hará —respondió ella, con una sonrisa que no dejaba lugar a dudas.
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