Solo Deseo Amor

Vito había logrado resolver en tiempo record las cosas para poder dividir su vida entre las dos ciudades. En realidad lo que quería era traer a Luna con él, pero mientras tanto tiene que tomar esas medidas. Había hablado con ella todos los días durante esa semana. Estaban a viernes y él viajaría esa misma noche para poder verla al día siguiente muy temprano. Había comprado una casa, ya no quería quedarse en un hotel, sus estancias en ese lugar se habían incrementado exponencialmente. Podía quedarse con su madre, pero eso sería correr el riego de que tramara alguna de sus trampas.

Melisa Mont lo había estado acosando a llamadas y mensajes todos los días. Algunos los respondía y otros no. No quería lidiar con esa intrigante mujer a la que, por alguna razón, aún llama mamá. Todos los días le reprochaba su conducta, le pedía que recapacitara y aceptara el compromiso con Sandra. Incluso llegó a decirle que esto lo favorecería económicamente ya que, como Cristian, el podría manejar las empresas de su futuro suegro. Como si a él le interesase hacerlo, ni que necesitase su dinero. A lo que no iba a poder negarse era a asistir a la Gala anual de la ciudad. Los personajes más influyentes del país y de otros también, asisten a ella. Es crucial para todos sus negocios hacer acto de presencia. Pero, contrario a lo que Melisa pretende, él irá con la persona que elija, y si no lo acepta lo hará solo, con Luca, como de costumbre. No piensa ir con esa víbora que es apañada por su madre.

La noche ya había caído sobre la ciudad. Las sombras se multiplicaban a través de las luces de las farolas. Un lujoso auto negro se dirigía al aeropuerto escoltado por dos camionetas del mismo color en las que viajaba el personal de seguridad. Nunca estaba solo, aunque lo pareciera. Siempre, en las sombras, alguien cuidaba su espalda. No podía arriesgarse a nada. Él mismo había recibido entrenamiento para autodefensa en diversas artes marciales. También había aprendido a disparar distintas armas de fuego.

El avión los esperaba listo para partir, nunca viajaba sin Luca. Su corazón se había acelerado con la sola idea de verla al día siguiente. Tenía planeado pasar un hermoso fin de semana con ella. Tener algunas citas. No sabía ser romántico, pero tenía que intentarlo. Ya en su cabeza había trazado todo el plan a seguir.

"Mi querida Luna, espero con ansias el día de mañana para poder verte otra vez. Te prometo que vamos a pasar unos días muy lindos y divertidos. Estoy a punto de subir al avión y cuando llegue ya va a ser muy tarde, por lo que te mando muchos besos ahora. Nos vemos mañana".

"Sigo siendo tuyo Vito Lombardi".

Una joven suspira con un celular en la mano. Es maravilloso recibir sus mensajes. Todo en él le parece especial, diferente. Espera no estar equivocándose nuevamente. Su semana ha sido tan difícil. El encuentro con Cristian le trajo paz, pero también removió muchos recuerdos que creía olvidados. No solo de su relación con él sino de su infancia, de su padre asesino, del orfanato. Todo mesclado, todo haciendo daño, amenazando con derribarla otra vez, con hacerla caer en el sufrimiento y la depresión. Se removió en su cama, el sueño no quería llegar. Ella no paraba de pensar, se estaba torturando por todo lo ocurrido, y se culpaba a sí misma por ser tan tonta. Claro que era su culpa, ella se dejó seducir y termino humillada, lastimada y embarazada. Estaba teniendo una cruel recaída, todos los pensamientos dañinos se agolparon en su mente. Los miedos la inundaron ¿Y ahora? Ahora queda solo ir de frente se dijo, ya no hay vuelta atrás. Con muchas dificultades logró por fin dormirse.

***  "Hija mía eres luz\, no solo mi luz sino también la de muchos otros que estaban en tinieblas hasta que te conocieron. No desistas\, no te rindas. Las mariposas tardan en salir de su capullo\, confía en ti\, sigue por el camino correcto\, el que ya te estas trazando. Recuerda que yo estoy a tu lado y el de mi  nieta hermosa. Juntas hasta el fin". ***

Despertó con la sensación de que alguien la había besado. Podía sentir la calidez en la piel erizada de su cara. Una felicidad infinita la invadió por completo. Se sentía nueva, con más fuerzas que antes. Lista para seguir enfrentándose a la vida que había elegido. Se había equivocado, claro ¿Quién no? pero de su error surgió su hija, por lo que no podía considerarlo una equivocación sino una instancia de aprendizaje. Sí, definitivamente, eso era. Cada paso que daba en la vida le dejaba nuevas enseñanzas, nuevas vivencias. No podía enfrentar la vida pensando que todo lo que no había resultado como pensaba era un error, más bien era una nueva experiencia que quizá le demostraba qué caminos no eran viables y cuáles si. Con estos nuevos pensamientos, ya más calmos y agradables volvió a dormir, ilusionada con el mañana, un mañana que traerá muchas vivencias nuevas.

El avión aterrizó sin contratiempos. Un Hermoso hombre bajaba de este. Todas las miradas se posaban en él. Aunque era poco el personal del aeropuerto que estaba trabajando, las representantes del género femenino se disputaban su atención. Ninguna lo lograba, todo lo que recibían a cambio de sus coqueteos es una mirada fría e intimidante, para luego ser sacadas por sus guardaespaldas.

Vito tenía la costumbre de mirar a las féminas de manera despectiva. Conocía muy bien a las de su especie. En el mundo en el que se movía las había podido apreciar por completo y había aprendido todos sus trucos. Quizá por eso es que no había tenido novias, ni conquistas, ni amantes ocasionales. Francamente estas mujeres le causaban repulsión. Hacían cualquier cosa por dinero, más si significaba meterse en su cama. No es tonto, sabe que es sumamente deseable. Es poseedor de un atractivo sin igual. Seduce con solo su presencia. Puff, ni siquiera le interesa hacerlo.

Una vez sobre el auto este comenzó a moverse. El Pen Haus, era similar al que poseía en el centro de su ciudad, que solo usaba cuando no quería volver a su Villa Privada. La decoración también era similar, Luca estuvo en todos los detalles. Las paredes estaban pintadas en blanco y negro, con grandes ventanales que tenían de vista la imponente ciudad. Era hermoso, uno se podía pasar horas mirando las luces de la ciudad cuando duerme. Miró a su alrededor, un espacioso sofá se encontraba en el centro de la sala, este era de color negro, que hacía un perfecto contraste con el blanco de los relucientes pisos. Junto a este una pequeña mesa de vidrio hacía el juego perfecto. Siguió hasta la cocina, se dirigió a la heladera para poder tomar un poco de agua fresca, su garganta se lo pedía a gritos. Todo era silencio, absoluto silencio, podía oír su propia respiración en el lugar. Por el pasillo podía llegar hacia la habitación, no había escaleras, pero era de todos modos muy grande. Cuatro habitaciones en total tenía ese sector de la casa. Del otro lado, pasando por la cocina se encontraban las habitaciones de los empleados. Llegó hasta la habitación principal, que por supuesto era la suya. Estaba pintada de negro. Una de las paredes era una gran ventana que le permitía seguir mirando la ciudad y las luces de esta iluminaban tenuemente el ambiente. La cama era muy grande, al mirarla tuvo una visión. Se imagino a su dulce hada recostada en ella esperándolo sonriente. Una calidez inundo su corazón. Esperaba poder hacerla realidad lo más pronto posible. De solo pensarla ya su entrepierna comenzaba a reaccionar. Suspiró pesadamente y se dirigió al baño para darse una ducha fría.

La noche llegó a su fin, y el amanecer trajo consigo esperanzas renovadas sobre el futuro tanto próximo como lejano. Tanto Vito como Luna se despertaron felices, se sentían como nuevos, como si ese sueño reparador les hubiera infundido una energía que antes no tenían. Las ganas de verse y hablar eran grandes. Esta vez fue Luna quién tomó la iniciativa.

"Buenos días Vito, el Sol aún no sale, pero yo debo ir a trabajar. Espero que hayas descansado bien, y que tus sueños hayan sido hermosos".

"Mi hermosa Luna, es un placer indescifrable despertar recibiendo un mensaje tuyo. Me has sorprendido gratamente. Voy a que desayunemos juntos. Espérame".

Los mensajes no continuaron porque ambos debían prepararse. Vito tenía también mucho que hacer, más si quería luego tiempo libre para pasar con ella. Tenía ganas de hacer compras para Esmeralda. Quería hacerle muchos regalos a una bebé que aún no conocía, pero ya le estaba robando el corazón al igual que su mamá.

Luego de enviar el mensaje Luna se levanto, se dio una ducha y se vistió. Siempre le gustaba vestir bien, en esta oportunidad eligió un vestido celeste, no tan suelto, lo que le permitía lucir, orgullosamente, su bello vientre. Una pequeña chaqueta la ayudo a cubrirse del fresco de la mañana. La misma era de color blanco, lo que contrastaba hermosamente con el vestido. Necesitaba verse bien, quería deslumbrarlo, y lo iba a lograr. Tomó su bolso y se encaminó a la parada de autobús. El trayecto era corto, se sentó en uno de los lugares de adelante junto a la ventanilla y se dispuso a mirar hacia afuera a admirar el paisaje.

Vito también se levantó, volvió a ducharse, pensar en ella lo ponía en una situación complicada. Escogió un traje gris, que le quedaba muy bien, se veía perfectamente bien su cuerpo esbelto. Su camisa es negra, con corbata también gris. Se miró en el espejo y quedó muy satisfecho con la imagen que este le devolvió. Uso su perfume preferido, esperaba que a ella le siguiera gustando. Sabe que a veces en los embarazos los gustos cambian. Con su brillante y suave cabello colorado peinado hacia el costado, salió rumbo a la primera reunión de la mañana. Vito ya lo esperaba en el recibidor de su departamento.

¡Qué elegante que te ves mi hermano! se burlo de él. En respuesta recibió una especie de gruñido con su gélida mirada que era capaz de transportarte al polo sur.

Igual que siempre fue la respuesta tajante que le dio. El otro, sonriendo, salió tras él. No tenía ganas de morir aún.

La mañana de ambos fue transcurriendo. La necesidad de verse era palpable en el ánimo de los dos. Cuando su primer compromiso terminó, un, por fin, sonriente Vito se encaminó hacia el trabajo de su hada para poder desayunar juntos.

La chica se movía con gracia felina de mesa en mesa, atendiendo a sus clientes. De tanto en tanto miraba a la puerta, desesperándose cada vez que se habría y no era quien ella esperaba. Hasta que por fin el momento llegó. En cuanto franqueó la puerta, su mirada se encontró con la de ella, ambos se miraron con un brillo indescifrable en los ojos. Sentían que por fin habían llegado a casa.

Él, como animal acechando a su presa, se acercó a ella. Caminaron juntos hacia la mesa favorita de ella. Estaban en silencio, tanto esperarse y ahora no sabían qué decir.

Hola mi hermosa hada ¡Estoy tan feliz de volver a verte! con un beso en la mejilla saludo a la joven.

Hola Vito, a mi también me da gusto verte contesto tímida con sus mejillas teñidas de rojo. Sus pestañas revoloteaban y en su boca se dibujaba una tierna sonrisa. Mimosa se acerco a él y también le regaló un tierno beso en su mejilla. Necesitaba estar en contacto con su piel.

Todos los vellos de su cuerpo se erizaron, y al pobre hombre comenzó nuevamente a palpitarle la entrepierna. Ya estaba sintiéndose un pervertido lujurioso y lo era, pero con ella, solo con ella.

Espera un momento y traigo nuestro desayuno. No te vayas él reía ante el comentario ¿Cómo podía pensar que se iba a ir? Es tan tierna, suspiró.

A los pocos minutos ella volvió con una bandeja que contenía un té, un café y dos porciones de una rica torta de chocolate. Cuando se inclinó a dejar el café de Vito tuvo el placer de oler nuevamente esa exquisita fragancia. Todo en él la seducía. De repente se sentía caliente, un pequeño fuego subía y bajaba desde su entrepierna hasta su cabeza. "Malditas hormonas", se dijo. Él la ayudo, como todo un caballero, a acomodar todo y se sentó junto a ella, lo más cerca posible. Tenia la imperiosa necesidad de tenerla a su lado.

La conversación fue muy amena, ambos se sentían a gusto. Había una confianza tácita entre ellos. Luna decidió que iba a confiar en él y le iba a contar de Cristian, esperaba no terminar presa, que era lo que iba a pasar si Vito decía algo. Pero no quería empezar una relación con secretos de por medio. Quizá por ahora no le diga el nombre, pero si el resto. Eso sería lo más prudente y no le estaría mintiendo.

El grato momento terminó, Luna debía volver a su trabajo y Vito a su siguiente Junta. Necesitaba estar a tiempo a la hora en la que ella termina su trabajo, para poder pasar el resto del día juntos. Con esa esperanza se despidieron, pero estas vez él le dio un tierno beso en los labios, ya no quería seguir esperando.