La historia de un Alfa que solo ansiaba la tan anhelada libertad
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Capitulo 14
Advertencia:
La siguiente historia no es apta para menores de 21 años puede contener; lenguaje vulgar, soez, momentos explícitos, eróticos, hasta subido de tono y hasta nopor-grafico, violencia física, mental, abuso, inc3sto, se recomienda leer bajo su propio riesgo. ~
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Fernando completamente vulnerable ante mi. Sus ojos estaban llorosos, su respiración cada vez más rápida, su corazón parecía que se le saldría del pecho, de rodillas en el piso mientras me abrazaba colocando su rostro sobre mi vientre frotandose por sobre encima aquella cicatriz que tenía en su pierna, como si está se abriese y le doliese.
Así que esté era el verdadero Fernando de la Vega, un hombre roto por completo, o quizás ni siquiera era su verdadera forma, esto era el despojo que quedaba.
Estaba aterrado, y por alguna razón me enfadaba, mi sangre hervía, quería romper algo, en lo posible el cuello de su padre presionar este hasta que se quebrase completo.
Ese hombre no me agradaba para nada, me daba mal presentimiento.
Mientras seguia acariciando su cabello, hundiendome en los pensamientos.
¿Por qué? ¿Por qué no podía odiarlo? Me había hecho daño, pero no podía simplemente hacerlo, mi cuerpo, mí mente al verlo en ese estado solo quería protegerlo.
¿Por qué? No lo sabía, acaso era aquel instinto de protección.
Me puse a su altura, y solo le devolví el abrazo.
Coloque unos almohadones y dormimos en el piso, pero está vez así vestidos por completo y este vez el dormía sobre mi pecho.
(...)
Sus padres estaban furiosos al verme en la mesa con su hijo, este tiene tremendas ojeras debído al llanto del día anterior pero tapaba estos con su mano alegando que le dolía la cabeza,
—¡Otra vez llorando! Crei que ya eras un hombre, y ya no hacías esas tonterías.
Esa fue tu culpa, te dije que lo educaras mejor —Gritandole a su esposa.
—¿Mí culpa? Tú tienes un bastardo con una salvaje y ahora es mi culpa, míralo salió con tus manias. —señalandome y mirándome con desprecio.
—Le pediré que no me señale.
Se ofendió, me tiró con la bebida en su mano. Ahora estaba cubierto de leche, pero eso no era problema golpee la mesa de un puñetazo, con la rabia acumulada mostrando las venas de mí brazos.
—Española incivilizada, salvaje. ¿De que barrio bajo sin educación has salido? Dime acaso de dónde vienen no le han enseñado que la comida es sagrada, mujer miserable.
—Controla a tu indio, Fernando.
-—Vámonos Cruz! Isabel llévanos el desayuno nuestros aposentos.
—Fernando, dejaras que ese salvaje insulte a tu madre, educalo.
—Ella no...
—Ella no es ¿Qué? —Aquel levanto su voz e hizo dudar a Fernando, hacer que se doblegara, ver cómo mordía su labios mientras se llenaba de impotencia.
—Cruz, trata de no insultar a mi ma.. madre.
—Lo intentaré, mientras no vuelva a desperdiciar la comida. —Volviendo golpear la mesa asustando a la señora para retirarme con Fernando para desayunar en los aposentos de este, y seguirlo.
En eso él me sujeto la mano y entralazo sus dedos con los míos, para luego besar mi mano.
—¡Gracias Cruz! Gracias por todo.
Solo le sonreía para acariciar su mejilla, y abrazarlo. Por lo que fuimos a la habitación donde María seguía dormida, y esperamos Isabel a qué trajera el desayuno para luego comenzar con los quehaceres de la hacienda.;Pero entonces el comenzó a hablar —Mi madre era una hermosa indigena de la Selva profunda que tuvo el error de conocer al gandalla de mi padre , y de ahí nacer yo un bastardo mestizo, ellos toda la vida me hicieron recordar y pagar por mi gran error que fue el haber nacido...
Continuará...