Bertha

Al día siguiente, muy temprano, Marco se fue a la casa de Luis.

Discúlpame, hermano, no pude avisarte.

No importa, ¿estabas con una mujer?

Sí, y qué mujer. Muy ardiente. Me quedé con ella porque ya era muy tarde y tomé demasiado.

No tienes que darme explicaciones. Tú sabes lo que haces con tu vida.

Bueno, eso está muy claro, je, je.

Hermano, tengo que decirte algo muy importante.

¿Qué pasa?

Es que me voy a casar y...

Y quieres que me vaya, ¿no?, lo interrumpió Marco.

Bueno, no quería decírtelo de esa manera.

No importa, desde mañana buscaré una casa en renta.

Espero que no lo tomes a mal.

Claro que no, estoy muy agradecido por haberme dado posada todo este tiempo, además, ya estoy muy maduro para seguir de arrimado, ja, ja, ja.

Bueno, menos mal que lo tomaste así.

Mañana mismo empezaré a buscar.

Por lo pronto vamos a desayunar, ya está todo listo.

Qué bárbaro, hermano, esto se ve delicioso.

Pues ándale, atáscate que hay lodo.

Así, los dos hermanos comieron hasta saciarse.

Marco no sabía cómo le iba a hacer, no tenía dinero para rentar, pero no se lo iba a decir a su hermano para que no se sintiera mal.

"Ya veré cómo le hago", pensó.

Marco se fue a trabajar y al salir fue vagando por ahí. Estaba buscando un lugar para rentar, que no estuviera tan caro.

Pronto encontró un cuarto, tan pequeño que no cabían más de dos personas.

Pero al menos sabía que sería su espacio.

En cuanto dio el primer pago se cambió. Ya no le daría molestias a su hermano ahora que se iba a casar.

El cuarto, aunque pequeño, era acogedor. Para comer buscó los lugares donde antes iba de pequeño.

Ahí daban de comer gratis. Marco casi que volvió a su vida de antes.

Solo que ahora sí tenía un lugar para vivir.

.

.

En otra parte...

"¿Dónde estará Marco?, no le pedí su número", se decía Bertha.

Rato después, se arregló y se fue al mismo bar donde conoció a Marco.

Marco acostumbraba ir ahí después del trabajo, pero no había ido recién porque no le quedaba dinero.

Bertha se acercó al barman.

Disculpe, ¿no ha visto a Marco?

No ha venido.

¿Sabe dónde vive?, insistió Bertha.

Con su hermano, dijo el barman.

Necesito la dirección, por favor.

Permítame.

El barman garabateó en una hoja y se le entregó a Bertha.

Gracias, dijo ella y salió.

Bertha se dirigió a la dirección que le anotó el barman.

Solo estaba Luis, quien le dijo que Marco ya se había ido.

¿Y puedo saber a dónde se fue?

Claro, mire, si quiere la llevo, dijo Luis muy atento.

Por favor, dijo ella.

Poco después, ya estaban en la casa de Marco, Luis dejó a Bertha y él decidió irse.

Aquí la dejo porque tengo otros asuntos, pero ahorita le abren. Con permiso, señora.

Al oír el timbre, Marco fue a abrir vivía solo.

¡Bertha! ¿Cómo diste conmigo?

El interés tiene pies, mi querido Marco.

¿De verdad te intereso?

Por supuesto que sí. Si no, no habría venido a buscarte.

Pasa.

¿No fuiste a trabajar?

Es mi día de descanso, Marco puso otro cubierto en la mesa, afortunadamente, hay comida suficiente para los dos.

Bertha vio la comida y la verdad no se le antojó nada de lo que estaba servido. Parecía un revoltijo de todas las comidas de una semana.

¿Qué te parece si mejor pedimos comida a domicilio?

Dame tu dirección, yo la pediré.

Poco rato más tarde llegó la comida.

Ambos comieron y se acabaron toda la comida qué pidieron, obvio, Bertha pagó todo.

Después de comer fueron a sentarse a la salita a comerse el postre.

Marco se acercó a ella y la empezó a besar y a acariciar.

Bertha no dijo nada, solo se acurrucó junto a él y dejó que él hiciera lo que le diera su gana.

A Marco no se le veían las manos, volaban de aquí para allá por todo su cuerpo.

Le quitó toda la ropa, la llevó hasta la única recámara y la acomodó en la cama.

Ella abrió las piernas y dejó que él entrara en su cuerpo.

Marco lo hacía con toda la experiencia que le daba haber andado con muchas mujeres.

Bertha se lo ponía todo muy fácil y él aprovechaba cada instante al máximo.

A ella también le gustaba todo lo que estaba pasando, Marco era todo un hombre.

Los momentos de placer que vivieron fueron maravillosos. Bertha llevaba consigo una botella y sirvió dos copas.

Por nuestro nuevo encuentro.

Por nuestro nuevo encuentro, dijo Marco repitiendo lo mismo que ella.

¿Y por qué te saliste de la casa de tu hermano?

Él se va a casar y me pidió muy sutilmente que abandonara la casa.

Pues sí, es obvio que quiera vivir solo después de casarse.

Sí, lo sé.

El resto del día se la pasaron juntos bebiendo y comiendo botanas que Bertha había comprado.

Bertha y Marco fueron a comprar más bebidas porque se acabaron la botella.

Ellos se la pasaban muy divertidos, ambos se compenetraban bastante bien.

Y aunque la diferencia de edades era muy marcada eso a ellos no les importaba. Igual gozaban de su amor.

Bertha era muy fogosa y complacía a Marco en todo lo que él le pedía.

Ambos disfrutaban de ese juego de placer.

¿Te quedarás aquí conmigo el día de hoy?, le preguntó Marco a Bertha.

Si tú lo quieres, me quedaré.

Sí, me gustaría que te quedaras conmigo.

Está bien, me quedaré aquí y mañana me iré a mi casa.

A Marco le dio tanto gusto que volvió a besarla y a acariciarla por todo el cuerpo.