Luca, un omega que ha ocultado su identidad en las sombras del crimen de Verona, es descubierto por Alessandro Moretti, el implacable capo de la mafia. Mientras Luca es arrastrado a un mundo lleno de peligro, traiciones y poder, la atracción entre ambos crece, desatando un juego mortal donde el deseo y la protección se entrelazan. En un entorno donde nadie es lo que parece, Luca y Alessandro deberán decidir si su conexión es una fortaleza o una debilidad que los destruirá.
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capitulo 5: ENTRE EL FUEGO Y POSESIÓN
El eco del beso aún resonaba en la cabeza de Luca cuando Alessandro finalmente se apartó, aunque solo lo suficiente para que sus cuerpos dejaran de rozarse. El silencio que los envolvía no era incómodo, sino denso, cargado de significados no pronunciados y promesas veladas. El omega no podía ignorar el cambio en la atmósfera. Estaban solos, en ese refugio escondido, y el peligro que rondaba fuera de las paredes parecía pequeño en comparación con la tormenta de emociones que crecía entre ellos.
Alessandro lo miró como un depredador que había marcado su presa, sus ojos fijos en cada movimiento de Luca. No había espacio para dudas. Era claro que el capo no estaba jugando, que su control sobre Luca no se limitaba solo a protegerlo de sus enemigos, sino que había algo más, algo mucho más profundo y oscuro.
—Deberías descansar —dijo Alessandro finalmente, rompiendo el silencio mientras apartaba una mano de la pared para acariciar suavemente la mejilla de Luca. Su tono, aunque suave, no daba lugar a objeciones.
Luca asintió, su cuerpo aún temblando bajo el peso de la tensión acumulada. Sentía que necesitaba alejarse, aunque solo fuera para recuperar el control de sus pensamientos. Pero en lo profundo de su ser, sabía que era inútil. Estaba atrapado en la telaraña de Alessandro, y aunque hubiera querido, no podía escapar.
—Hay una habitación preparada para ti —continuó Alessandro, sin apartar los ojos de los suyos—. Estarás seguro aquí. Nadie puede llegar hasta ti.
Luca asintió de nuevo, incapaz de articular una respuesta coherente. Cuando Alessandro se alejó unos pasos, Luca sintió la urgencia de tomar aire, como si hasta entonces hubiera estado conteniéndolo. Miró al capo, que ahora lo observaba desde el umbral de la sala, su figura recortada por la luz tenue que se filtraba por las ventanas. El ambiente seguía siendo denso, cargado con un deseo que ninguno de los dos podía ignorar.
—Ven —dijo Alessandro, extendiendo una mano hacia él, como si lo invitara a cruzar una línea invisible que los separaba.
Luca caminó hacia él, sus piernas aún algo inestables, pero con una resolución que no reconocía en sí mismo. Había algo en Alessandro, algo que lo atraía con una fuerza casi magnética, un peligro que le resultaba irresistible. Sabía que si tomaba esa mano, no solo estaría aceptando su protección, sino también todo lo que venía con ella. Y a pesar de todo, su cuerpo lo impulsaba a seguir adelante.
Cuando sus dedos tocaron los de Alessandro, una corriente eléctrica pareció recorrerle todo el cuerpo. Alessandro cerró los dedos sobre los suyos con una suavidad que contrastaba con su naturaleza dominante. Sin soltarlo, lo guió a través de la casa, sus pasos resonando en los pisos de madera.
El refugio era más grande de lo que Luca había anticipado. Había una calidez en el ambiente, con muebles de madera oscura y detalles que sugerían un lugar habitado, pero también un aire de aislamiento que resultaba sofocante. Cuando llegaron a la habitación que Alessandro había mencionado, Luca se sorprendió al ver que era un espacio acogedor, con una gran cama que dominaba el centro de la estancia, rodeada de ventanas que daban a los frondosos árboles afuera.
—Aquí estarás bien —dijo Alessandro, soltando su mano con suavidad, pero manteniéndose cerca, como si no quisiera alejarse del todo.
Luca se giró para enfrentarlo, consciente de que, a pesar de las palabras de Alessandro, no se sentía completamente a salvo. No cuando el peligro mayor estaba parado justo frente a él, mirándolo con esos ojos oscuros y profundos que no dejaban espacio para el alivio.
—¿Y tú? —preguntó Luca en voz baja, su mirada fija en la de Alessandro—. ¿Dónde estarás?
Alessandro sonrió, esa sonrisa de medio lado que siempre parecía encerrar secretos. Dio un paso adelante, reduciendo una vez más la distancia entre ellos, hasta que pudo sentir el calor que emanaba del cuerpo del omega.
—Siempre cerca de ti —respondió Alessandro, su voz baja, casi un murmullo que vibró en el pecho de Luca.
El omega sintió cómo su respiración se volvía errática. Estar tan cerca de Alessandro hacía que todo en su cuerpo reaccionara de maneras que no podía controlar. Era como si la mera presencia del capo encendiera un fuego en su interior que amenazaba con consumirlo por completo.
—No puedes estar cerca todo el tiempo —dijo Luca, intentando sonar racional, pero fallando cuando su voz salió apenas un susurro.
—Puedo hacer lo que quiera —replicó Alessandro, su mano moviéndose con una lentitud calculada hasta posarse en la cadera de Luca, firmemente, pero sin forzarlo—. Y lo que quiero ahora es a ti.
Las palabras hicieron que el estómago de Luca se contrajera, su corazón latiendo frenéticamente mientras el deseo pulsaba bajo su piel. Alessandro inclinó la cabeza, sus labios tan cerca que Luca podía sentir el calor de su aliento.
—Dime que me detenga —susurró Alessandro, su voz ronca, cargada de promesas—. Dime que no me acerque más… y lo haré.
Luca cerró los ojos, su cuerpo reaccionando antes que su mente. Podía sentir la mano de Alessandro en su cadera, el calor que irradiaba su cuerpo, y la tensión entre ellos era tan palpable que resultaba insoportable. Las palabras estaban en la punta de su lengua, pero no salieron. No podía decirle que se detuviera. No quería.
El silencio de Luca fue la única respuesta que Alessandro necesitaba. Con una suavidad que contrastaba con la tensión que los rodeaba, Alessandro inclinó su cabeza un poco más y finalmente selló los labios de Luca con los suyos...