Los hijos menores de Luriel y Anahí deberán enfrentar el peso de sus decisiones, aunque eso signifique destrozar sus corazones para proteger a su gente. El amor tal vez, no pueda cambiarlo todo.
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Tener un amor así...
Al mediodía Luriel miraba hacia el camino de entrada de su casa. Ya era casi el horario habitual de almorzar, sin embargo, Pitá no llegaba.
Tal vez había surgido algún inconveniente o tal vez solo habían festejado más de lo recomendable y seguían durmiendo.
¿Qué miras tan concentrado? – dijo Anahí mientras se acercaba a él
Me parece raro que Pitá aún no llegue...
Tal vez está con Itatí... – sonaba esperanzada – antes que se descubriera todo, no te imaginas la ilusión que tenía tu hijo con esa muchacha...
Son muy jóvenes amor – Luriel sonreía – van a ir madurando y si esto no es amor van a poder suspender el compromiso
Pero ¿a qué costo? – se quedó pensativa – no quiero que sufran ninguno de los dos.
Dale tiempo princesa... – la atrajo para sentarla sobre sus piernas – a mí me llevó mucho tiempo rendirme completamente a ti...
Eso es lo que me temo... – lo besó – Pitá es tan parecido a ti... en lo físico y en lo caprichoso – sonreía encantadoramente – yo crecí conociéndote, pero Itatí no conoce a Pitá... tengo miedo que ella no lo comprenda... – comenzó a acariciarle el rostro con dulzura – quiero que mis 4 hijos tengan lo que tenemos nosotros... que sepan lo que es que te amen completamente.
¿Y que tenemos nosotros...? – dijo Luriel acariciándola por sobre la ropa – hace tanto tiempo que no me tocas que ya no sé cómo se siente...
Amanecimos tocándonos mi amor... – Anahí simulaba estar ofendida – si en pocas horas me has olvidado... has olvidado como te hago sentir... entonces...
¡Me retracto! – dijo desesperado abrazándola cuando ella amagó que se levantaría – me acuerdo perfectamente... jamás he podido alejarte de mi mente... pero necesito más...
Bueno... – contestó conciliadora – eso ya es distinto... – comenzó a besarlo otra vez – porque no puedo negarte cualquier cosa que quieras
No me digas eso que en cualquier momento vamos a dejar de estar solos... – le acomodó los mechones de cabellos que se habían desprendido de la trenza - Voy a ir a la aldea... – suspiró – quiero asegurarme que todo está bien...
Tenemos un pacto entre las chicas con Itatí... – comenzó a hablar y sonrió cuando Luriel la miró confundido – es un boicot contra Pitá para obligarlo a quitar la condición de pureza... no la vamos a dejar sola con él en ningún momento...
Pero... ¿Por qué? – estaba confundido
Porque está mal que la trate de esa manera... – le sonrió – ella está muy dolida...
¿Y por qué aceptó?
Ella nos dijo que aceptó su padre... – vio como su marido se sonrojaba – y que, si se negaba, su padre entendería que ya no es pura... y por tu cara veo que esto fue una negociación en tu presencia...
Si amor... – estaba avergonzado – Katú quiso corroborar si yo estaba de acuerdo con la propuesta de Pitá y le dije que sí...
¿Cómo se te ocurre aceptar eso? – Anahí se enojó
Pero le dije a Katú que, si ella se arrepentía, podía deshacer el compromiso y yo mantendría un convenio entre las aldeas.
De todas maneras... – seguía enojada – es a tu hijo al que tendrías que ponerle limites...
Se siente engañado amor... – le sonrió – yo también me sentí así cuando apareció Ken... ¿y porque no los quieren dejar solos?
Porque tu hijo salió a ti.... – dijo riendo – ya hicieron muchos de los juegos que hicimos nosotros antes de hacer el amor...
No tienen edad... – se preocupó de pronto – si Katú lo descubre habrá problemas...
Por eso no los vamos a dejar solos... – se puso seria – y espero que tú nos ayudes...
Con más razón debo ir a la aldea... – dijo mientras que la levantaba de sus piernas
Si no se van a ir todavía, pídele a Itatí que venga a verme... – sonrió cuando la miró – pero pídele a Amambay que la acompañe
¿Y si tu hijo quiere acompañarla...? – le sonrió encantadoramente
Busca una excusa... tu eres el cacique... ¡imponte! – no podía evitar una sonrisa marcada.
Pedirle a Luriel que se impusiera a uno de sus hijos era algo completamente antinatural. Jamás les había podido negar algo que quisieran, afortunadamente eran jóvenes tan buenos que nunca había tenido problemas con ninguno de ellos. Por lo menos hasta ahora.
Caminaba pensativo rumbo a la aldea, apenas se habían casado sus hijos mayores y ya empezaba otro drama con su tercer hijo. Y como decía Anahí, Pitá era tan parecido a él que incluía también lo testarudo y caprichoso.
Cuando llegó a la cabaña, encontró a Pitá con todos los caciques que habían asistido y los ancianos de la aldea sentados en la gran sala. Se lo veía serio y adusto, parecía tener mucha más edad, como si hubiera envejecido en ese último tiempo. Sin embargo, luego de saludarlos, se dirigió al patio trasero donde estaban Amambay e Itatí.
Maitei (Hola) – dijo sonriendo - Mba'e pejapo? (¿Qué están haciendo?)
Maitei Luriel (Hola Luriel) – contestó Amambay – Itatí oikuaase mba'éichapa oñeñongatu yvoty... (Itatí quería aprender a conservar flores...) – y mostrándole el trabajo que estaban haciendo agregó – Ha'e umi yvoty oñemoîva'ekue kuehe Pitá-pe guarã (son las flores que se puso ayer para Pitá) – no pudo evitar mirarlo emocionada
Aikuaa Pitá ha’eha nde rehayhuvéva (Se que Pitá es tu consentido) – reía mientras que volteaba a ver a Itatí – ha aikuaa ohayhuha ha’e ombyaíramo chupe... (y sé que él adora que ella lo malcríe...)
Pitá ha'e ndeichaite nde mitãrõ guare... (Pitá es igual que tú cuando eras joven...) – se defendió Amambay riendo
Ko'ágã antende... (Ahora entiendo...) – dijo Itatí a Amambay – Upéva nde reñembotavy mburuvicha rehe ha ko'ágã ikatu rehecha Pitápe... (eso te enamoró del cacique y ahora lo puedes ver en Pitá...)
Se hizo un silencio incomodo, ella nunca se había enamorado de Luriel, o por lo menos nunca lo había analizado después que solo fueran amigos. Luriel bajó la vista, un poco avergonzado. Era difícil explicar que nunca se habían amado en realidad.
Amambay ha'e peteî kuña excepcional (Amambay es una mujer excepcional) – dijo Luriel emocionado – tendota ñane retãyguakuérape guarã (una líder para nuestra gente) – la vio avergonzarse – ha peteĩ angirũ porã opa mba’e ári... (y una buena amiga por sobre todas las cosas...)
Pejoayhu gueteri piko...? (¿Ustedes siguen enamorados uno del otro...?) – la impertinencia de la juventud la obligaba a sacarse las dudas
Oĩ hetaichagua mborayhu (Hay muchas clases de amores) – contestó Amambay antes que Luriel se avergonzara más – Luriel ha’e pe tapicha iñimportantevéva chéve ĝuarã... ha’ékuri che ména, che ra’y ru, che ruvicha, che líder ha che angirũ opa mba’e ári... (Luriel es la persona más importante para mí... ha sido mi esposo, el padre de mi hijo, mi cacique, mi líder y mi amigo sobre todo...)
Ha nomolestái ndéve arekoha kuñakarai Anahí? (¿Y no te molesta que tenga a la señora Anahí?) – los miraba intercalando entre ambos, pero Luriel seguía con la vista en el suelo-
Anahí ha Luriel ojoayhu hi'ánga reheve... (Anahí y Luriel se aman con el alma...) – le dijo acariciándole la mejilla con cariño – Ikatu ko’áĝa ndaikatúi rentende, ha katu oĩ tapicha oúva ko mundo-pe oĩ haĝua oñondive, jepe opa umi inconveniente heñóiva tape pukukue... (tal vez ahora no lo puedas entender, pero hay personas que vienen a este mundo a estar juntas, a pesar de todos los inconvenientes que surjan en el camino...)
Hakatu... (Pero...) – estaba por protestar
Anahí ohayhu chupe peteĩ manera araka'eve ndajapóiva ha araka'eve ndaikatumo'ãiva ajapo. (Anahí lo ama de una manera que yo nunca lo hice y que nunca sería capaz de hacer) – la vio mirar a Luriel – ha Luriel ningo peteĩ persóna iporãitereíva ha omerese oreko peteĩ mborayhu peichagua... avave pe puévlope ndojokomoʼãi chupe... (y Luriel es tan buena persona, que se merece tener un amor así... ninguno de la aldea se lo impediría...)
Ikatúpa añe’ẽ nendive cheaño? (¿Puedo hablar contigo a solas? )– le dijo Luriel a Itatí un poco emocionado por lo que decían de él
Ella solo asintió y Amambay les sonrió a ambos y se dirigió a la casa. Luriel la invitó a sentarse en un tronco que estaba cerca, ambos miraban hacia la cabaña y por unos segundos se quedaron sin saber cómo iniciar la conversación.
Ndereipotái amenda nde ra'ýre, ¿upéva piko erese chéve? (Usted no quiere que me case con su hijo ¿eso quiere decirme?) – dijo apenas con un susurro