Elein, líder de la Tribu Águila, descubre que el símbolo del fénix en su collar guarda el secreto de un antiguo poder que podría cambiar el destino de las Tribus y del Reino del Norte. Mientras enfrenta conspiraciones, traiciones y una conexión inesperada con la familia real, Elein deberá desentrañar la verdad sobre el sacrificio de sus padres.
Acompañame a descubrir la verdad de un pasado, un legado y un enemigo entre las sombras.
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Capítulo 8: "Los hilos de la verdad"
La posada estaba silenciosa cuando Elein y su grupo se reunieron en una de las habitaciones, lejos de los oídos curiosos de los demás huéspedes. Las cortinas estaban cerradas, y un mapa del laberinto que Eric había conseguido de los jueces estaba extendido sobre la mesa. Cada detalle del desafío fue analizado mientras trataban de descifrar el significado del símbolo del fénix y las palabras de Kael.
—"El Reino del Norte está en peligro" —repitió Lucas, subrayando la frase con un lápiz sobre un trozo de pergamino—. Eso no es algo que alguien diría a la ligera, especialmente alguien como Kael.
—Lo que me preocupa es que Kael parecía saber más de lo que estaba dispuesto a admitir —dijo Flora, apoyando los codos en la mesa—. Si él estaba dispuesto a proteger esa reliquia, significa que no estaba actuando solo.
Elein asintió, observando el colgante con el símbolo del lobo rodeado de cadenas que había encontrado en el laberinto. El diseño era extraño, pero había algo inquietantemente familiar en él.
—¿Crees que podría estar conectado con el collar de tu padre? —preguntó Luna, inclinándose hacia ella.
—No lo sé, pero siento que estamos tocando algo que va más allá de las tribus —respondió Elein. Su mirada estaba fija en el colgante—. Esto no es solo un ataque contra nosotros; es un ataque contra todo lo que representa el equilibrio entre las tribus y el Reino.
Una revelación inesperada
Antes de que pudieran continuar, alguien llamó suavemente a la puerta. Eric se levantó de inmediato, colocándose frente a ella con una mano en su espada.
—¿Quién es? —preguntó con tono firme.
—Daniel —respondió una voz desde el otro lado—. Tenemos que hablar.
Elein hizo un gesto para que Eric abriera, aunque su expresión permanecía alerta. El príncipe entró, cerrando la puerta detrás de él. Llevaba un abrigo oscuro y parecía haber llegado sin escolta. Su mirada era grave, casi cargada de urgencia.
—Sabía que estaban investigando por su cuenta —dijo, acercándose a la mesa—. Y por cómo van las cosas, creo que es hora de que sepan algo.
—¿Qué es lo que estás ocultando, príncipe? —preguntó Elein, cruzando los brazos.
Daniel no reaccionó a su tono, pero su rostro mostró una mezcla de resignación y determinación.
—El símbolo del fénix no es solo un emblema de tu collar, Elein. Es parte de un legado que conecta a tu familia con mi reino. Hace décadas, existió una orden secreta conocida como La Llama Eterna. Su misión era proteger un poder antiguo que mantenía el equilibrio entre las tribus y la corona.
Todos en la habitación quedaron en silencio. Las palabras de Daniel parecían encajar con fragmentos de lo que ya sabían, pero planteaban aún más preguntas.
—¿Qué tipo de poder? —preguntó Lucas, rompiendo el silencio.
—Un poder que podría inclinar la balanza de la guerra o garantizar la paz, dependiendo de quién lo controle —respondió Daniel—. Mi padre, el Rey, ha tratado de mantenerlo oculto, pero alguien lo está buscando ahora. Y no creo que tengan intenciones pacíficas.
Elein sintió que el peso de las palabras de su padre antes de morir cobraba un nuevo significado. "El collar es la llave de la verdad y el tesoro." Ahora parecía claro que el tesoro era este poder, pero la verdad aún permanecía oculta.
—Entonces, ¿quién está detrás de esto? —preguntó Flora.
Daniel apretó los labios antes de responder.
—Lord Peter. Es un noble desterrado que solía estar cerca de mi familia. Creía que el poder del fénix debía ser usado para controlar a las tribus, no para protegerlas. Fue exiliado cuando intentó liderar una rebelión, pero parece que nunca dejó de buscar el poder.
Una emboscada en la oscuridad
Antes de que pudieran discutir más, un fuerte estruendo sacudió la posada. Elein y los demás se levantaron de inmediato, sacando sus armas. Daniel se giró hacia la puerta, con los ojos encendidos de alarma.
—Nos encontraron —dijo en voz baja.
Salieron al pasillo para encontrar a varios hombres encapuchados irrumpiendo en la posada. Eran rápidos y organizados, claramente entrenados. Elein se movió con precisión, atacando al primer agresor que se le acercó mientras Luna y Eric cubrían los flancos. Flora disparaba flechas con una puntería letal desde el fondo del pasillo.
—¡Están buscando algo! —gritó Lucas, notando que algunos de los hombres parecían dirigirse hacia la habitación que habían dejado atrás.
—El colgante —susurró Elein, entendiendo de inmediato.
Corrió hacia la habitación, pero antes de llegar, un hombre encapuchado se interpuso en su camino. Su habilidad con la espada era notable, pero Elein no se detuvo. Con un movimiento ágil, esquivó su ataque y lo desarmó antes de derribarlo. Cuando finalmente entró, el colgante seguía donde lo había dejado.
—No se saldrán con la suya —murmuró, guardando el colgante en su bolsa antes de regresar al combate.
Poco a poco, los atacantes comenzaron a retirarse, pero no sin dejar una última advertencia. Uno de ellos, antes de desaparecer entre las sombras, gritó:
—El fuego se alzará, y todos arderán.
La noche más larga
Cuando todo terminó, Gerald apareció desde el sótano, donde había escondido a los demás huéspedes durante el ataque. Su rostro mostraba preocupación mientras miraba el caos que habían dejado los intrusos.
—Esto no es seguro para ustedes. Deberían irse antes de que algo peor suceda —dijo.
Elein asintió, agradeciendo su ayuda. Sabía que no podían quedarse más tiempo allí.
—No podemos detenernos ahora —dijo Elein a su grupo mientras recogían sus cosas—. Lord Peter está detrás de esto, y no descansará hasta conseguir lo que busca. Pero si cree que puede derrotarnos, no sabe con quién se ha metido.
Con el colgante y la verdad comenzando a salir a la luz, Elein estaba más decidida que nunca. No solo protegería su tribu, sino también el equilibrio que tantas vidas habían jurado mantener. La batalla apenas comenzaba, y el fuego del fénix seguía ardiendo con fuerza.