Mi nombre es Carolina estoy casada con Miguel mi primer amor a primera vista.
pero todo cambia en nuestras vida cuando descubro que me es infiel.
decido divorciarme y dedicarme más tiempo y explorar mi cuerpo ya que mis amigas me hablan de un orgasmo el cual desconozco y es así como comienza mi historia.
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Capitulo 7
Carolina suspiró y dejó de ordenar la vitrina por un momento.
—No es nada, Patricia. De verdad... solo estoy un poco distraída últimamente.
Patricia no estaba convencida, pero antes de insistir, Mariana soltó un leve silbido.
—Chicas, miren quién acaba de entrar.
Carolina levantó la vista hacia la entrada de la tienda. Un hombre alto, de porte elegante y mirada intensa, avanzaba acompañado de una mujer joven, muy arreglada. Su presencia era magnética; no podía pasar desapercibido.
—Ese es Eric Johnson —susurró Patricia, emocionada—. El hijo de la señora Margaret, la dueña de esta tienda.
Carolina arqueó una ceja, sorprendida.
—¿En serio? No sabía que la señora Margaret tenía un hijo.
—Oh, claro que sí —añadió Mariana, inclinándose hacia Carolina—. Pero dicen que es un hombre frío, imponente y muy calculador.
Carolina observó cómo Eric se movía con confianza por la tienda, deteniéndose a examinar las prendas con una precisión casi meticulosa.
—Pues será todo eso —dijo Carolina en voz baja, tratando de contener una sonrisa—, pero también es increíblemente guapo.
Mariana soltó una risita y Patricia añadió:
—Tal vez deberíamos preguntarle si está buscando algo para él... aunque, por la forma en que mira todo, parece que sabe exactamente lo que quiere.
Eric se acercó al mostrador, interrumpiendo su charla.
—Buenos días —saludó con voz grave, pero educada. Sus ojos recorrieron a las tres antes de centrarse en Carolina—. Estoy buscando algo especial... algo que impresione.
La mujer que lo acompañaba, aparentemente incómoda, se limitó a sonreír débilmente mientras jugaba con un mechón de cabello. Carolina, recuperando su profesionalismo, respondió:
—Claro, señor Johnson. Tenemos una nueva colección que podría interesarle. Por aquí, por favor.
Mientras lo guiaba, Patricia y Mariana intercambiaron miradas cómplices detrás de ella.
—Definitivamente, este hombre es una obra de arte —murmuró Mariana en voz baja.
Carolina intentó ignorar los comentarios y se centró en mostrarle las prendas. Eric observaba cada detalle, casi como si evaluara una pieza de arte en lugar de ropa. Finalmente, señaló un conjunto negro con encaje.
—Esto. ¿Qué opinas? —preguntó, dirigiéndose a la mujer que lo acompañaba.
—Es... precioso —respondió ella, aunque su tono era tímido y algo inseguro.
Eric asintió, satisfecho.
—Entonces lo llevaremos.
Carolina lo miró, impresionada por su determinación y su aura de control. Mientras empaquetaba la compra, Patricia no pudo evitar acercarse.
—¿Sabías que él no viene seguido, pero cada vez que lo hace, es con una mujer distinta?
—Eso dicen —agregó Mariana con una sonrisa pícara—. Todo un Casanova.
Carolina alzó una ceja.
—¿Y ustedes creen todo lo que oyen?
Patricia se encogió de hombros.
—Solo digo que un hombre así no pasa desapercibido.
Eric regresó al mostrador para recoger el paquete y le dedicó una última mirada a Carolina.
—Gracias por la atención, señorita...Carolina —respondió el cortésmente.— Carolina. Tal vez vuelva pronto.
Con eso, salió de la tienda, dejando un aire de misterio y una inevitable charla entre sus compañeras.
—Es frío, pero tiene algo... ¿no? —comentó Patricia.
—¿Algo? —repitió Mariana con ironía—. Ese hombre es todo un rompecorazones.
Carolina sonrió débilmente mientras se alejaba para atender a otro cliente. En su mente, solo resonaba una pregunta: "¿Cómo puede alguien ser tan calculador y, a la vez, tan cautivador?".
Miguel revisaba algunos documentos en su oficina cuando escuchó un golpe suave en la puerta.
—Adelante —dijo sin levantar la vista.
Carlos, uno de los socios más influyentes del bufete, entró con una sonrisa despreocupada.
—Hola, Miguel. ¿Puedo pasar?
—Claro, Carlos, pasa. ¿A qué se debe tu visita?
Carlos tomó asiento frente al escritorio y se acomodó la corbata.
—Vine a invitarte a una reunión. Será esta noche, en el Club Imperial. Habrá gente importante, potenciales clientes, inversionistas... ya sabes cómo es esto.
Miguel cerró el expediente que tenía entre manos y se recostó en su silla, observándolo con interés.
—¿Una reunión social o de negocios?
—Ambas cosas, como siempre —respondió Carlos con una sonrisa astuta—. Además, siempre es bueno fortalecer contactos. He escuchado que algunos están interesados en nuestro bufete, y tu reputación como abogado les llama la atención.
Miguel asintió lentamente, considerando la propuesta.
—Está bien. ¿A qué hora?
—A las ocho. Pero, Miguel... hay algo que olvidé mencionar —Carlos lo miró con una mirada significativa—. Necesitas ir acompañado de tu esposa.
Miguel frunció el ceño, algo sorprendido por la insistencia.
—¿Acompañado de Carolina?
Carlos asintió con firmeza.
—Sí. Los eventos como este siempre se ven mejor con las esposas. La imagen que proyectas es importante. Además, tu esposa tiene una buena presencia, y eso puede abrir muchas puertas.
Miguel pensó por un momento, observando las implicaciones de lo que Carlos le estaba sugiriendo.
—Entiendo. No será un problema. Nos veremos esta noche, entonces.
Carlos sonrió, satisfecho.
—Perfecto. Recuerda, Miguel, las apariencias importan. Nos vemos a las ocho.
Carlos salió de la oficina, dejando a Miguel sumido en sus pensamientos. Mientras miraba por la ventana, se preguntó si ese evento realmente sería una oportunidad... o una nueva complicación en su ya caótica vida. Además, la idea de que Carolina lo acompañara a ese evento le daba vueltas en la cabeza, y no podía evitar preguntarse cómo iba a reaccionar ella.