"El lío de Carlos" es una novela inspirada en una historieta escolar que narra las aventuras de Carlos, un joven carismático, despreocupado y amante de la diversión. Con su espíritu libre, disfruta explorando sus relaciones, coqueteando sin límites tanto con las chicas, pero tal parece que el destino cambiara el rumbo de su vida.
Por otro lado, se encuentra Janeth una joven trabajadora y determinada que enfrenta una lucha personal por encontrar una cura para su abuelo. En medio de los enredos y dramas que rodean la vida de Carlos y Janeth, sus caminos se cruzarán de formas inesperadas. ¿Logrará el amor triunfar entre tantas dificultades? Acompaña a estos personajes en una historia llena de emociones, retos y descubrimientos.
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Capítulo 19: La carga de un silenció
Janeth se encontraba sentada en su escritorio, con la mirada perdida. Sus pensamientos volaban lejos de la oficina, pero en su corazón solo había un nudo. La tristeza que la invadía últimamente parecía inquebrantable, y no importaba cuánto intentara concentrarse en su trabajo, el peso de lo que estaba por venir la estaba aplastando. Las horas en la oficina parecían eternas, y cada minuto que pasaba, sentía como si el tiempo se deslizara a su alrededor sin que pudiera detenerlo.
Sebastián, su jefe, no era ajeno a la situación. A pesar de ser una mujer fuerte y profesional, Janeth no podía ocultar su angustia. Después de todo, él la conocía bien. No fue una sorpresa cuando, al pasar por su escritorio, se detuvo y la miró con preocupación. Lo había notado varias veces, pero nunca había querido presionar demasiado, sin embargo, esta vez su intuición le decía que algo estaba sucediendo.
—Janeth, ¿estás bien? —preguntó con tono suave, su mirada centrada en la suya.
Janeth levantó la vista de inmediato, forzando una sonrisa que no llegó a sus ojos. Su mirada era triste, como si estuviera atrapada en un mar de pensamientos y emociones que no podía compartir con nadie.
—Sí, solo estoy un poco cansada —respondió, intentando restarle importancia, pero su voz sonaba distante, vacía.
Sebastián la observó por un momento más, sin estar completamente convencido de su respuesta. Sabía que algo no andaba bien. Decidió no presionar, pero tampoco dejar que pasara desapercibido.
—¿Sabes? Si te apetece, podríamos salir a cenar esta noche, solo para relajarnos un poco. Estoy seguro de que eso te vendría bien —dijo con tono amistoso, esperando que aceptara.
Janeth pensó por un momento. En su mente, todo parecía un caos, pero salir un rato de la rutina podría ser lo que necesitaba. Sin embargo, también sabía que salir con alguien podía ser un escape temporal, pero las preguntas seguirían acechándola.
—Está bien, aceptaré tu invitación —respondió, aunque con una sonrisa que no logró iluminar sus ojos.
Esa noche, en el restaurante, la conversación era fluida, aunque Janeth no podía evitar sentirse desconectada. Sebastián intentaba que se sintiera mejor, haciéndole preguntas sobre el trabajo y temas ligeros, pero ella solo respondía con monosílabos, distraída en sus propios pensamientos. La cena no estaba mal, pero su mente no podía desconectarse de las imágenes de Carlos, de sus conversaciones, de los momentos que compartían, de cómo se sentía cada vez más atraída por él, pero al mismo tiempo más atrapada por las decisiones que ya había tomado.
Cuando la cena comenzó a concluir, Sebastián la miró detenidamente, notando que algo seguía inquietándola. Después de unos segundos de silencio, se armó de valor y preguntó:
—Janeth, ¿te pasa algo? No te he visto tan... tú misma últimamente. Si no quieres hablar, lo entiendo, pero sabes que siempre estoy aquí si necesitas desahogarte.
Janeth sintió una punzada en su pecho. No podía compartir con Sebastián lo que realmente la estaba atormentando. Su mente solo pensaba en Carlos, en cómo todo en su vida parecía estar fuera de su control. La boda que se acercaba, el amor prohibido que sentía por alguien que no podía tener, y la promesa que le había hecho a su familia. El matrimonio no era lo que ella quería, pero no podía ser honesta consigo misma, y mucho menos con Sebastián.
—Son problemas familiares —respondió rápidamente, intentando no profundizar más en el tema.
Sebastián asintió, pero sus ojos seguían mostrando esa preocupación. No insistió más, entendiendo que Janeth no quería hablar. Sin embargo, algo en su interior le decía que la joven mujer que tenía frente a él estaba cargando con más de lo que podía soportar. A lo lejos, notaba cómo sus ojos reflejaban una tristeza que no podía ignorarse.
Después de la cena, Sebastián la acompañó a su casa, como siempre. La charla fue ligera, evitando tocar cualquier tema complicado. Al llegar a la puerta de su casa, Sebastián le sonrió con amabilidad.
—Que tengas una buena noche, Janeth. Nos vemos mañana en la oficina.
—Gracias, Sebastián —respondió ella, con una sonrisa que no podía ocultar la tristeza que la embargaba. La despedida fue rápida, casi automática, como si en ese momento, ambos supieran que no había mucho más que decir.
Al entrar en su casa, Janeth dejó escapar un largo suspiro. Las horas previas habían sido un pequeño respiro, pero en cuanto la puerta se cerró, todo volvió a la realidad. Sabía que tenía que seguir adelante, hacer lo correcto por su familia, y cumplir con lo que todos esperaban de ella. Sin embargo, su corazón no podía dejar de pensar en Carlos, y eso la hacía sentirse atrapada. La ansiedad crecía en su pecho cada vez más, como si una presión constante estuviera apretando cada rincón de su ser.
Esa noche, al prepararse para dormir, su mente recorría una y otra vez el día en que conoció a Carlos, las primeras conversaciones, las salidas que ahora se sentían tan naturales. Y, por supuesto, el beso que no podía olvidar.
Se metió en la cama, tapándose hasta la cabeza, pero las preguntas seguían rondando en su mente. ¿Qué debería hacer? ¿Podría seguir adelante con el matrimonio y vivir con esta carga? Sabía que Carlos también estaba atrapado en su propio dilema. ¿Cómo podían seguir adelante cuando sus corazones no estaban comprometidos con lo que se esperaba de ellos? ¿Y qué significaba todo eso para su futuro?
Janeth cerró los ojos, pero el dolor de la incertidumbre seguía presente. Sabía que las decisiones que tomaría en los próximos días cambiarían su vida para siempre, pero aún no tenía claro si estaba tomando el camino correcto. Mientras el sueño la alcanzaba, las dudas seguían danzando en su mente, como sombras que no la dejaban descansar.