Imagina tener la oportunidad de reiniciar tu vida, de borrar el pasado y empezar de cero. ¿Qué harías? ¿Cómo te reinventarías?
Me encuentro en ese punto, con la posibilidad de comenzar de nuevo. Me pregunto qué camino tomaría, qué decisiones cambiaría y qué oportunidades aprovecharía.
¿Me esforzaría por reconstruir mis relaciones, o me enfocaría en construir nuevas? ¿Seguiría los mismos pasos o tomaría un nuevo rumbo?
La posibilidad de empezar de nuevo es emocionante y aterradora al mismo tiempo. Pero estoy listo para enfrentar el desafío y ver hacia dónde me lleva este nuevo comienzo.
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Una nota curiosa
Me pare un momento preguntándome si de nuevo tenía 18 años, como es posible que mi físico no hubiera cambiado. Entonces volví al baño y esta vez me fijé bien en el espejo, y sí, había vuelto a verme joven y guapo.
Mi reflejo mostraba a un joven de 18 años, con una piel suave y sin arrugas, con un brillo en los ojos que había perdido con el paso del tiempo. Me acerqué más al espejo, tocando mi rostro para asegurarme de que era real. La sensación era extraña, como si estuviera viviendo en un sueño.
Me miré de arriba a abajo, viendo cómo mi cuerpo había recuperado su forma y energía juvenil. Me sentí como si hubiera sido rejuvenecido, como si el tiempo hubiera dado marcha atrás y me hubiera devuelto mi juventud.
Me reí, emocionado por esta segunda oportunidad. Podía volver a vivir mi vida, hacer las cosas de manera diferente, tomar decisiones que me llevaran a un futuro mejor. Me sentí libre, como si nada fuera imposible.
Aunque estaba contento de tener esta oportunidad, también recordé que hace poco Yui me había terminado, y jamás supe el por qué. Pero no dejaría que eso me entristeciera. No esta vez. Tenía una segunda oportunidad y no iba a desperdiciarla.
Así que me cambié de ropa, me puse una sonrisa en el rostro y bajé dónde estaban mis padres. Quería empezar de nuevo, dejar el pasado atrás y enfocarme en el presente.
Al entrar a la sala, mis padres me miraron sorprendidos. "¿Qué te pasa? ¿Por qué estás tan contento?", me preguntaron. Me limité a sonreír y decirles que simplemente estaba feliz de estar vivo.
Mi madre me miró con curiosidad, pero mi padre solo se rió y me dijo: "Bueno, es bueno verte sonreír de nuevo. ¿Quieres desayunar con nosotros?". Acepté y nos sentamos a la mesa, disfrutando de un delicioso desayuno en familia.
Mientras comíamos, no pude evitar pensar en Yui y en lo que había sucedido entre nosotros. Pero decidí no dejar que esos pensamientos me entristecieran.
Mientras desayunábamos, mis padres me preguntaron sobre mis planes para el futuro y les dije que había decidido estudiar en el instituto. Ellos se miraron entre sí y sonrieron, visiblemente contentos con mi decisión.
"Excelente elección", dijo mi padre. "En ese caso, nos encargaremos de pagar el examen de admisión en los próximos días".
Me sentí aliviado y motivado al mismo tiempo. Sabía que el examen sería un desafío, pero estaba determinado a aprobarlo y demostrarles a mis padres que podía lograrlo.
Mi madre me dio un abrazo y me dijo: "Estamos contigo, hijo. Vamos a apoyarte en cada paso del camino". Mi padre asintió en acuerdo y me dio una palmada en la espalda.
En ese momento, me sentí agradecido por el apoyo incondicional de mis padres. Sabía que con su ayuda, podría superar cualquier obstáculo y alcanzar mis metas.
Terminé de desayunar y les dije a mis padres que iría a caminar un poco. Ellos me dijeron que está bien, que regresara para el almuerzo, y así me dispuse a salir de mi casa.
Mientras caminaba, no podía dejar de pensar en lo emocionado que me sentía. Ya hacía tiempo que había olvidado aquella sensación de libertad y posibilidades ilimitadas. El sol brillaba en el cielo, el aire era fresco y limpio, y yo me sentía vivo.
Pensé en todo lo que había sucedido desde que desperté en mi habitación, en cómo mi vida había dado un giro de 180 grados. Me sentía como si hubiera sido dado un regalo, una segunda oportunidad para hacer las cosas bien.
Caminé sin rumbo fijo, disfrutando del paisaje y de la sensación de estar vivo. Me sentía como si pudiera volar, como si nada fuera imposible. Y en ese momento, supe que iba a hacer que esta segunda oportunidad contara. Iba a hacer que mi vida fuera increíble.
No sé en qué momento, sin darme cuenta, llegué a la colina donde había conocido a aquella mujer que me había brindado esta segunda oportunidad. Me dirigí a la banca y, claro, me senté. De pronto, pude notar que había un sobre que tenía mi nombre.
Me sorprendió ver el sobre, pero algo me dijo que estaba relacionado con la mujer y la segunda oportunidad que me había dado. Lo tomé con curiosidad y lo abrí.
Dentro, había una nota que decía: "Para cuando leas esto, ya habrás comenzado tu nuevo camino. Recuerda que la vida es un regalo y que tienes la oportunidad de hacer que cada día cuente. No te rindas, no te desanimes. Tienes el poder de crear el futuro que deseas. ¡Adelante!"
Me sentí emocionado al leer las palabras, sabiendo que la mujer había dejado este mensaje para mí. Me di cuenta de que estaba en el camino correcto y que tenía que seguir adelante, sin mirar atrás. La nota era un recordatorio de que tenía el control de mi vida y que podía hacer que cada día fuera increíble.
Pero más abajo decía: "Siempre te amaré". Ya lo había oído de ella antes de que desapareciera, pero en ese momento no le tomé mucha importancia. ¿Qué significa?, me pregunté. Pero luego me dije: bueno, tal vez más adelante lo descubriré.
Me sentí un poco confundido, pero también intrigado. ¿Por qué había escrito eso? ¿Qué tipo de relación había tenido conmigo? ¿Y por qué me había dado esta segunda oportunidad?
Pero decidí no obsesionarme con esas preguntas. En lugar de eso, me enfocé en el mensaje principal: que tenía el poder de crear el futuro que deseaba. Me levanté de la banca, sintiendo una sensación de determinación y propósito. Estaba listo para enfrentar lo que viniera, sabiendo que tenía el control de mi vida.
Mientras caminaba de regreso a casa, no pude evitar preguntarme qué otros secretos y sorpresas me esperaban en este nuevo camino. Pero estaba emocionado de descubrirlos, sabiendo que cada día sería una nueva aventura.
Así que llegué a casa justo en el momento indicado, por qué mi madre ya estaba por llamarme al celular para avisarme que el almuerzo estaba listo. Me sonreí al ver su nombre en la pantalla y respondí con un "Hola, mamá. Ya estoy aquí".
"Ah, perfecto", me dijo. "Ven a comer, hijo. Tu padre y yo estamos esperando".
Colgué el teléfono y entré a la casa, sintiendo el delicioso aroma del almuerzo que mi madre había preparado. Me dirigí a la sala de comedor, donde mi padre y mi madre ya estaban sentados a la mesa.
"¡Buen provecho, hijo!", me dijo mi padre, mientras mi madre me sonreía y me servía un plato de comida.
Me senté a la mesa, agradecido por la calidez y el amor de mi familia. Sabía que, sin importar lo que sucediera en mi vida, siempre tendría su apoyo y cariño. Y eso era algo que valoraba más que cualquier cosa en el mundo.