Victoria fue la princesa más joven de Umbra, ella guiaba a las tropas de su imperio durante la guerra contra los lycan.
Gracias a ella, Umbra tenía la ventaja en la guerra, sus estrategias y sus grandes habilidades en combate casi logran que los humanos ganen en contra de los lycan. Pero, algo pasó, ella fue acusada falsamente de traición y encerrada en una sucia celda hasta morir.
Su última deseo fue, que alguien tomará venganza en contra de quienes la traicionaron y es así como el alma de otro mundo, ocupó su cuerpo, despertando antes del inicio de su caída, ella al saber lo que pasará, cambiará todo a su favor y si planean acusarla de traición, entonces así será, ella los traicionara y unirá fuerzas con el peor enemigo de su imperio. Los lycan.
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Capítulo 10.
Las tropas de Byron se dirigen hacía el sendero, el camino era muy angosto, así que tienen que pasar a pie, los caballos no podrán pasar por esa zona o podrían caer, incluso les estaba contando mucho llevar las armas. Justamente mientras iban ya a medio camino, escucharon el ruido de lobos aullando y una avalanchas de piedras comenzó a caer por el sendero estrecho, todos los soldados se apresuran para pasar, empujandose unos a otros, buscando evitar ser golpeados. En cuestión de minutos todo era un caos, soldados empujandose entre si, otros retrocediendo o resbalando por aquel camino, lo cual los llevaba a caer en el río, uno de aguas turbias. Byron quien estaba casi al frente, veía como todo su plan se arruinaba.
Byron miro hacía arriba, notando que los causantes de la avalancha eran los lycan. Algunos se deslizan por la ladera transformados y atacan a los soldados, iniciando así la batalla, Byron también se enfrenta a uno de los lycan, pero en ese preciso momento lo supo, la batalla ya la han perdido, es justamente como Victoria les advirtió. Aún así intenta seguir luchando, tratando de no caer por el acantilado, pero todo estaba perdido, Byron ordena a sus soldados regresar, deben retirarse y salvarse los que más puedan.
Al ver que los humanos se retiran, Wolfram ordena a sus lycan no seguirlos, así que los soldados humanos logran escapar, aunque han perdido a más de la mitad de los suyos. Durante el anochecer del segundo día, los soldados sobrevivientes, junto con Byron regresan al campamento, algunos estaban heridos, al ver esto, Victoria sonríe ladina mientras se acerca a Byron.
— su ataque fue tan exitoso que regresaron rápido...— se burla.
— tú sabías que esto pasaría...¿acaso estás filtrando información?, por eso no quisiste atacar.— responde Byron.
Todos se quedan en silencio ante las acusaciones de Byron, mientras que Victoria se mantiene tranquila.
—¿yo?, ¿que no dos de tus soldados desaparecieron?, que casualidad...tal vez tú lo sabías, ¿y si el traidor eres tú?, ¿que te prometieron los lycan?, ¿hacerte el emperador de Umbra?— sonríe ladina.
—¿que?, ¿como te atreves?, yo lucho por el imperio...— responde molesto.
— ¿y donde están esos dos hombres?— pregunta con seriedad.
Los murmullos no tardan en escucharse, todos hablando de la ausencia de los dos soldados de la tropa de Byron. El príncipe guarda silencio un momento, quizás él tenia espías en sus tropas y no lo sabía.
— los buscaré, pero nunca vuelvas a insinuar que soy un traidor...— responde Byron con molestia.
— pero has sido tú el primero en acusarme de traidora. Encuentra a esos hombres y tráelos.— habla con firmeza.
Byron guarda silencio mientras que Victoria se retira, ordenando a los sanadores curar a los heridos y que los generales se organicen para revisar el conteo de las bajas. Byron de inmediato ordena a sus hombres la búsqueda de aquel par de soldados desaparecidos, aunque Victoria sonríe levemente, pues sabe que jamás los encontrarán, a menos que busquen al fondo de aquel estanque.
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En el campamento de Wolfram, sus guerreros celebran el éxito de su emboscada, pues se libraron de un ataque sorpresa. Wolfram estaba sentado solo apartado de la celebración. Sira se acerca entregándole un vaso de vino.
— debo darle crédito a esa mujer, ella no nos mintió, aún así, no se confie demasiado majestad.—
— lo sé, tendré cuidado, por ahora, hay que estar alerta, seguramente el príncipe querrá vengarse por su derrota.— menciona Wolfram.
Wolfram se pone de pie mirando hacía el bosque, ella estaba cerca, su aroma la delata, se disculpa con Sira y sale corriendo hacia los árboles, mientras que Sira regresa con los que festejan. Wolfram corre por el bosque, transformadose en su forma de lycan hasta llegar hacía donde Victoria le esperaba, ella estaba sentada en una roca cerca de un árbol enorme, el cual la cubría de la poca luz de la luna. Wolfram da unos pasos hasta quedar cerca de la joven.
— tienes buen olfato, cachorro. Ya supe del vergonzoso fracaso de mi hermano.—
— hasta ahora has resultado útil, chupasangre.— responde con una voz grave debido a que sigue en su aspecto de lycan.
Victoria al escucharlo sonríe ladina.—ya deberías confiar más en mi, cachorro.
Victoria se baja de la piedra y camina hacía el lycan, quedando muy cerca, su mano la levanta para acariciar el brazo del lycan, su pelaje era suave. Wolfram se sobresalta por la caricia pero se inclina observando la expresión de la chica, ella levanta la mirada y le observa fijamente, llevando ambas manos al rostro de Wolfram.
— hermoso, debes de ser muy popular entre tu especie, siendo un emperador seguramente tienes tantas concubinas como quieras.— habla sin despegar la vista de su rostro.
Wolfram deja salir un leve gruñido, con sus garras sostiene las muñecas de la chica para apartarla, inclinándose más para olfatear su cabello, bajando hasta su cuello.
— tú también lo sientes, ¿verdad?, un aroma irresistible...— le susurra al oído a Wolfram aprovechando que lo tiene cerca.
Wolfram se aparta un poco mirándola a los ojos, a la vez que Victoria toma ventaja de la cercanía dejando un beso en la nariz del lycan. Ante esto Wolfram la suelta y se aparta, mientras escucha la risa de la chica.
— aunque no quieras decirlo, se que también lo sientes...mi aroma te excita, tanto como el tuyo me excita a mí.— da unos pasos hacía Wolfram, mientras desata la cinta de su escote y baja un poco las mangas de sus hombros.
Wolfram traga en seco al notar esto, pero ella tenía razón, tenerla cerca es excitante, hay una atracción fuerte entre ellos, su aroma es delicioso e irresistible. Deja salir un gruñido y la derriba apretando sus muñecas con sus garras contra el suelo. Su respiración era agitada y paso suavemente su lengua en el cuello de Victoria.
—no tientes a tu suerte vampiresa. No pienso arriesgarme a que digas por todos lados que me he aprovechado de ti.— responde molesto.
—no me gusta mentir, soy responsable de mis actos.— ya que lo tiene cerca, frota su mejilla en el rostro de Wolfram.
Wolfram regresa a su forma humana, mirando fijamente el rostro de Victoria, quien mantiene una expresión serena, no parece asustada pese a la posición en la que ahora se encuentra. Wolfram se inclina hasta el punto de que sus labios rozan levemente los labios de la vampiresa, sus respiraciones se hacen agitadas, la atracción entre ellos era fuerte, Wolfram estaba en su límite y eso se nota de inmediato cuando finalmente une sus labios a los de Victoria en un desesperado beso; Victoria sonríe internamente y corresponde el beso, sus labios encajan bien, saboreandose entre si, el beso se hace profundo, hasta el punto de juguetear con sus lenguas. Wolfram aprieta las muñecas de Victoria sin romper el beso, mientras que la excit*ción entre ambos aumenta.
Wolfram usa su rodilla para separar las piernas de la chica acomodándose entre ellas y se frota, causando que Victoria ahogue un jadeo entre besos al sentir la evidente excit*ción del lobo. Wolfram rompe el beso, quedando ambos con la respiración agitada.
—maldita sea...¿por qué ahora?— maldice el lycan.
Se aparta de Victoria y se transforma en licantropo, mirando hacía una diferencia entre los árboles, había algo ahí, pero, no solo en esa parte, Victoria también siente la presencia de otros, los tenían rodeados, de eso no hay duda. De entre las sombras del bosque van saliendo una especie de bestias, parecidos a conejos mutantes.
—no sabía que en el bosque habían bestias.— Victoria frunce los labios.
—estamos muy lejos, en la zona oscura, es su territorio.— responde Wolfram.
Victoria levanta la mano formando una pequeña esfera de fuego y tras una palabra, la espera lanza pequeñas flamas contra aquellas bestias, las cuales, algunas evitan el ataque y corren a atacar. Wolfram se interpone acabando con ella con sus garras.
Al paso de unos minutos, aquellas bestias han sido derrotadas, aunque algunas huyeron debido a que no podían hacer nada. Victoria voltea hacía Wolfram.
— es una pena por la interrupción, pero ya debo irme.— Victoria arregla su vestido.
Y antes de que Wolfram diga algo, ella se apresuro a alejarse del lugar, el amanecer de acerca, por lo que debe de volver, no quiere que sospechen de ella.
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