Después de un devastador adiós, la vida de Lucía cambia drásticamente. En su nuevo trabajo como asistente en una prestigiosa empresa, descubre que su jefe es el imponente y enigmático CEO, Alejandro Ferrer. Desde el primer día, Alejandro se muestra distante y frío, pero detrás de esa fachada se esconde un hombre marcado por traiciones y engaños del pasado.
A medida que Lucía se sumerge en el mundo corporativo, se enfrenta a desafíos y rivalidades, descubriendo que la oficina es un campo de batalla donde la venganza y la ambición están a la orden del día. Pero lo que Lucía no sabe es que Alejandro ha puesto sus ojos en ella. Pese a que Lucía no siente lo mismo, Alejandro está decidido a luchar por su amor, desafiando las sombras de su pasado y enfrentando cualquier obstáculo que se interponga en su camino.
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Capítulo 5: Bajo la Superficie
Lucía llegó a la Torre Ferrer con una nueva determinación. Los correos anónimos, la desconfianza en el señor Vargas y su creciente vínculo profesional con Alejandro la mantenían en un estado constante de alerta. Sabía que debía mantenerse enfocada, pero la intriga y el misterio que rodeaban su vida en la empresa eran ineludibles.
La mañana comenzó como cualquier otra, con Lucía revisando su bandeja de entrada y organizando los documentos para la reunión de la tarde. Alejandro había dejado un mensaje en su escritorio, pidiéndole que preparara un informe detallado sobre los posibles riesgos de la fusión con la empresa de Vargas. Estaba claro que confiaba en su juicio y habilidades, lo cual le daba a Lucía una sensación de orgullo y responsabilidad.
Mientras trabajaba en el informe, recibió otro correo del remitente desconocido. El asunto decía: “Aguas profundas.” El mensaje, aunque breve, era perturbador: “Estás sumergiéndote en aguas profundas, Lucía. Los secretos que descubras podrían ahogarte.”
Lucía cerró el correo con un escalofrío recorriéndole la espalda. Decidió no responder y se concentró en terminar el informe. Sin embargo, el mensaje había plantado una semilla de inquietud en su mente. ¿Qué secretos se ocultaban bajo la superficie de la fusión? ¿Y quién estaba tan interesado en advertirle?
A media mañana, Marta se acercó a su escritorio con una expresión seria. “Lucía, el señor Ferrer quiere verte en su oficina. Es urgente.”
Lucía asintió y se dirigió a la oficina de Alejandro, sintiendo un nudo en el estómago. Al entrar, lo encontró revisando unos documentos con el ceño fruncido.
“Lucía, cierra la puerta, por favor,” dijo Alejandro sin levantar la vista.
Ella obedeció y se acercó a su escritorio. “¿Qué ocurre, Alejandro?”
“Acabo de recibir información preocupante sobre Vargas y su empresa. Parece que han estado ocultando detalles financieros importantes y manipulando sus balances para parecer más solventes de lo que realmente son,” explicó, entregándole un informe confidencial.
Lucía revisó el documento, sintiendo cómo la preocupación crecía en su interior. “Esto confirma nuestras sospechas. No podemos seguir adelante con la fusión.”
“Exactamente. Necesitamos preparar una estrategia para exponer esto sin comprometer nuestra posición,” dijo Alejandro, mirando a Lucía con intensidad. “Confío en que puedes manejar esto con discreción y eficacia.”
Lucía asintió, sintiéndose abrumada pero también decidida. “Haré lo que sea necesario, Alejandro.”
Pasaron el resto de la mañana elaborando un plan para abordar la situación. Lucía trabajó en la recopilación de toda la información relevante, mientras Alejandro se encargaba de contactar a sus abogados y preparar una declaración oficial.
A medida que avanzaba el día, Lucía no podía dejar de pensar en los correos anónimos. Decidió tomar un breve descanso y se dirigió a la cafetería para tomar un café. Mientras esperaba en la fila, sintió una presencia familiar a su lado.
“Lucía, ¿verdad?” dijo una voz suave pero firme.
Se giró y se encontró cara a cara con el hombre de los ojos fríos, el señor Vargas. “Sí, soy yo,” respondió, tratando de mantener la calma.
“Es un placer verte aquí. He escuchado mucho sobre ti,” dijo él, con una sonrisa que no llegaba a sus ojos.
Lucía sintió un escalofrío. “Gracias, señor Vargas. Espero que sea algo bueno.”
“Por supuesto,” respondió él, pero había algo en su tono que la puso en alerta. “Espero que tengamos la oportunidad de trabajar juntos más de cerca.”
Lucía asintió y tomó su café, sintiéndose cada vez más incómoda. Regresó a su escritorio y se sumergió en el trabajo, pero no podía sacarse de la cabeza la sensación de que Vargas sabía más de lo que aparentaba.
Al final del día, Alejandro la llamó nuevamente a su oficina. “Lucía, tenemos todo listo para exponer las irregularidades de Vargas. Quiero que estés presente en la reunión con los accionistas mañana. Tu aporte ha sido invaluable.”
“Gracias, Alejandro. Estaré allí,” respondió ella, sintiendo una mezcla de nerviosismo y determinación.
Esa noche, mientras revisaba los documentos en su apartamento, recibió otro correo del remitente desconocido. El asunto decía: “Última advertencia.” El mensaje, más amenazante que nunca, decía: “No sigas cavando. Podrías no gustarte lo que encuentres. Esto no es un juego, Lucía. Retírate ahora.”
Lucía sintió un escalofrío, pero también una ola de determinación. No podía permitir que el miedo la detuviera. Tenía un trabajo que hacer y una verdad que descubrir. Estaba decidida a enfrentar cualquier amenaza y proteger la integridad de la empresa y su propio futuro.
Mientras las sombras del pasado seguían acechando y los secretos salían a la luz, Lucía sabía que no podía retroceder. Estaba más decidida que nunca a enfrentar cualquier desafío y desentrañar la verdad, sin importar el costo.