La Venganza Del Sigma

Después de las clases, regresé a la residencia estudiantil donde vivía, con la esperanza de encontrar un poco de paz y tranquilidad después del encuentro con Allen, sin embargo, mi intento de escapar de la tensión se desvaneció rápidamente cuando al entrar al edificio me encontré nuevamente con su presencia.

Allen estaba parado en el vestíbulo, con una sonrisa maliciosa en el rostro cuando me vio acercarme. Me detuve en seco, sintiendo una mezcla de sorpresa y frustración al darme cuenta que vivía en el mismo lugar que yo.

-¿Qué haces aquí?- Pregunté, tratando de mantener mi voz firme a pesar de la incomodidad que sentía.

Allen se encogió de hombros, como si fuera la cosa más natural del mundo.

-Vivo aquí.- Respondió, su tono casual no haciendo nada para calmar mis nervios.

Mi mente comenzó a dar vueltas mientras intentaba procesar esta nueva información. No había considerado la posibilidad de que Allen fuera mi vecino en la residencia estudiantil, y la idea de tenerlo tan cerca solo aumentaba mi sensación de ansiedad.

-¿En serio?- Murmuré, luchando por encontrar las palabras adecuadas.

Allen asintió, su sonrisa creciendo aún más.

-Sí, así que parece que vamos a ser vecinos.- Dijo con una mirada traviesa en sus ojos. -Será divertido.-

Mi corazón se hundió ante la idea de tener que enfrentar a Allen todos los días en la residencia. No había escapatoria, y la idea de tenerlo cerca me llenaba de una sensación de temor y malestar.

Sin decir una palabra más, me alejé de Allen y me dirigí hacia mi habitación con paso rápido. Cada paso que daba estaba lleno de frustración y angustia, sintiendo el peso de la situación sobre mis hombros. El encuentro con Allen había aumentado mi nivel de estrés y ahora, descubrir que vivía en la misma residencia que yo solo agregaba una capa de complicaciones a mi vida ya complicada.

Una vez dentro de mi habitación, cerré la puerta con un suspiro de alivio, pero la sensación de malestar no desapareció. Me dejé caer en mi cama con un suspiro pesado, sintiendo el peso de la situación sobre mí, haciéndome pensar en lo que era.

Con el corazón pesado y los ojos llenos de lágrimas, me dispuse a comenzar a trabajar en el informe que Allen me había pedido, y en el mío. A pesar del nudo en mi garganta y el peso en mi pecho, sabía que no podía permitir que mi angustia y mi miedo me paralizaran.  Tenía que seguir adelante, enfrentar los desafíos que se me presentaban y encontrar una manera de sobrevivir en medio de esa pesadilla.

Aunque sabía que las próximas noches serían difíciles, con el estrés y la ansiedad carcomiendo mi mente y mi cuerpo, estaba decidido a seguir adelante. No podía permitir que Allen me derribara, no podía permitir que su crueldad y su manipulación me robaran mi fuerza y mi determinación.

Con un suspiro profundo y un nudo en la garganta, me sumergí en mi trabajo, intentando bloquear los pensamientos negativos que amenazaban con consumirme. Sabía que no sería fácil, que las próximas horas serían una prueba de resistencia.

A medida que avanzaba la noche y el cansancio comenzaba a hacer estragos en mi cuerpo, me di cuenta de que no dormiría bien en varios días, pero eso era algo que tenía que aceptar, una consecuencia inevitable de las circunstancias en las que me encontraba.